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Nikki Haley, la embajadora de Trump quiere disputarle la presidencia

Arranca la batalla de 2024: la exgobernadora de Carolina del Sur y exdiplomática ante la ONU, Nikki Haley, hija de inmigrantes indios, presentará este mes su candidatura en las primarias republicanas

 

Era evidente que Nikki Haley intentaría algún día ir a por la presidencia de EE.UU. desde que se despidió de forma voluntaria de su puesto de embajadora ante la ONU en el Gobierno de Donald Trump. Haley tenía capital político para ello: valores conservadores clásicos, imagen moderada y un marchamo de eficiencia en medio de las turbulencias de la Administración Trump.

Consiguió el equilibrio raro de no ser devorada por el fenómeno Trump: alabó sus logros y esquivó sus escándalos, no enfadó a sus bases y sedujo a los republicanos a quienes asustan las estridencias del expresidente. Y abandonó el barco en diciembre de 2018, antes de que se estrellara en la elección de 2020.

El equipo de Haley filtra ahora que la exgobernadora de Carolina de Sur y exdiplomática de Trump en Nueva York lanzará su candidatura a la presidencia el día 15 de este mes en un acto en Charleston, la preciosa ciudad sureña.

«No creo que haya que tener 80 años para poder ser un líder en Washington»

Haley ya había avanzado sus intenciones el mes pasado en una entrevista en Fox News: «Esto es más importante que una sola persona», dijo, en referencia obvia a Trump. «Y cuando miras al futuro de EE.UU., creo que es el momento de un cambio generacional. No creo que haya que tener 80 años para poder ser un líder en Washington».

Su candidatura es un giro. Haley dijo que no se presentaría si Trump era candidato, y el expresidente lo es desde noviembre del año pasado. Ya se sabe que en la arena política estas promesas tienen la permanencia de una raya en el mar. Pero Trump ya lo ha aprovechado. Este mismo fin de semana, el multimillonario neoyorquino dijo a la prensa que Haley le había llamado para anunciarle que consideraba presentarse. «Le dije que lo hiciera», aseguró, pero también le recordó con sorna que dijo que no lo haría.

Eso apenas es una caricia de Trump, acostumbrado al ataque despiadado contra sus enemigos. Quizá el expresidente no ve a Haley- una hija de inmigrantes indios que competiría por ser la primera nominada republicana a la presidencia- como una gran amenaza.

Incluso podría serle útil. El poder de Trump es una base muy leal en el electorado republicano. No es mayoritaria, pero en primarias puede ser decisiva. Sobre todo, si el campo de batalla está poblado de enemigos. La presencia de candidatos con cierto tirón, como puede ser el caso de Haley, podría diluir el voto de quien aparece como el gran rival de Trump: Ron DeSantis, gobernador de Florida y sensación del partido republicano, al que algunas encuestas le dan por encima del expresidente en estados clave.

Con DeSantis, Trump no ha tenido la delicadeza que ha guardado con Haley: este mismo fin de semana, le acusó de ser un falso y un «desleal».

Quedan muchos otros nombres por aparecer en las primarias, para las que se esperan anuncios de candidaturas esta primavera: el exvicepresidente Mike Pence, los gobernadores Greg Abbott, Kristi Noem y Tim Scott; o el exsecretario de Estado, Mike Pompeo.

El movimiento de Haley tiene riesgos y ventajas: como candidata, estará ya en el disparadero de Trump, que ha prometido acelerar una campaña que ha arrancado con poco brío; pero también gana la posición frente a otros rivales. Porque las primarias no son solo una carrera para la presidencia: Haley también podría ganar presencia y relevancia para ser elegida como candidata a la vicepresidencia, un cargo que ninguna republicana ha conseguido. Para ello, primero tendrá que salir viva de unas primarias que se prevén volcánicas.

 

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