No es golpismo, ¡es trumpismo!
El mensaje es obvio: si se movilizan nuestros socios, es democracia; si se movilizan los otros, golpismo
Como Kellyanne Conway, aquella portavoz de Trump que brindó el concepto de los «hechos alternativos», Isabel Rodríguez sube cada semana a la tribuna del Consejo de Ministros a adulterar el relato sanchista. Ayer, rasgándose las vestiduras, acusó a Aznar de «golpismo» por animar a movilizarse contra la amnistía. Y esto un día después del 11S. El mensaje es obvio: si se movilizan nuestros socios, es democracia; si se movilizan los otros, golpismo. Ahora, claro está, se trata de multiplicar el eco entre los titulares entusiastas de los medios sanchistas y los titulares escandalizados de los medios críticos. Es la especialidad de la casa, con la que el sanchismo ya doblegó al PP en las elecciones del 23J. «La existencia de palabras hace creer en la existencia de cosas», escribe Guy Durandin en su ensayo ‘La información, la desinformación y la realidad‘, que viene a equivaler al refrán «cuando el río suena, agua lleva». O sea, si se habla de «Aznar-golpista», por algo será. Una vez más Isabel Rodríguez hizo el trabajo sucio lanzando el cebo retórico falso. Y Guy Durandin advierte que esto funciona a golpe de repetir y repetir esas palabras para crear juicios de valor, «en definitiva, la vieja receta goebbelsiana de que una mentira repetida mil veces se convierte en verdad». Con la vieja técnica de ‘agit-prop’, el Gobierno ha contaminado el imaginario colectivo con la carnaza del ‘golpismo’ en el PP.
Aquí no hay golpismo sino, una vez más, el despliegue de técnicas trumpistas asimiladas por el sanchismo como estrategia de propaganda. Va de suyo que ese ruido, como ya ha sucedido con Rubiales y otros fuegos de artificio, no es sino ‘wag the dog’: humo de distracción. Necesitan salir del marco perdedor de la amnistía, que no es un debate legal, como plantean tramposamente, sino moral: esto no va de constitucionalidad o no, sino de negociar con un prófugo que amenaza con repetir los mismos delitos a cambio de un puñado de votos para conservar el poder. Y es aquí cuando tiran del manual trumpista: si tu problema es que estás pactando con golpistas, acusa de golpistas a tus rivales. Y una vez más con éxito. Ya lo hicieron en campaña: con Sánchez acorralado por sus mentiras, convirtieron la campaña en un acoso a Feijoo por «mentiroso» a cuenta de un patinazo en una entrevista. No les importa que sea falso, sólo que sea eficiente. Y el PP, noqueado desde julio, parece incapaz de reaccionar a estas técnicas bastante elementales, sin leer siquiera a Lakoff; mientras desde Frankenstein y la prensa sanchista repiten sus mantras mil veces, como ése de la ‘mayoría progresista’, hasta que su clientela olvide a Bildu, donde siguen festejando a los asesinos, o a grupos oportunistas de derecha como PNV y Junts. Así se construyen los «hechos alternativos». Isabel Rodríguez, nuestra particular Kellyanne Conway sin escrúpulos, ya fue multada con 3.700 euros por hacer propaganda desde Moncloa. Sin duda les sale barato.