No hace falta más izquierda
Izquierda Española (IE) tiene algo bueno –es española– y algo malo –es izquierda–. Nunca acabamos de rematar. Es cierto que ser español no es algo bueno en sí mismo, pero siempre será mejor que ser antiespañol, que es a lo que la izquierda nos tiene acostumbrados. En cualquier caso veo a la derecha muy contenta y a la izquierda muy nerviosa, como si creyeran que pueden hacerle algún daño al PSOE. A unos y a otros les digo que abandonen toda esperanza: al PSOE no le van a hacer ni un solo rasguño. El PSOE no es un partido de izquierdas sino un partido para la izquierda, que es algo muy diferente. Y al votante del PSOE le interesa poco que las políticas económicas sean más o menos expansivas mientras tengan dinero en el bolsillo. El PSOE lo sabe y, por eso, puede subir o bajar impuestos, incrementar el salario mínimo o no hacerlo, actualizar o no las pensiones. Decidan lo que decidan, eso será lo ‘de izquierdas’ en cada momento. Porque el PSOE es una religión, una forma de vida que no opera en lo real sino en lo simbólico y que, por ello, no interpela a la realidad sino a la emoción. Es decir, sirve para que tu cuñado no te llame facha, tu cuñada no te acuse de machista y la sobrina no te acuse de homófobo mientras abrazas el capitalismo con carita de asco. Eso es todo. La impagable sensación de ser de los buenos, de que el cantautor no te insulte, que en los Goya no te increpen y que el cambio climático no sea por tu culpa.
Antes la izquierda era una manera de entender la sociedad desde un punto de vista economicista. Eso se acabó. La socialdemocracia es ya una ‘commodity’ asumida por todos los partidos sin excepción y el eje económico ha dejado paso al eje de victimismo identitario de clase media: feminismo radical, aspectos LGTBI, ley trans, guiños a la inmigración, simpatía con el islam, desprecio a lo católico, delirios climáticos o simpatía por los nacionalismos periféricos. Chorradas.
No se sigan haciendo trampas: da igual Keynes. La izquierda ya es solo eso. Y todo lo que no vaya en esa línea será percibido como extrema derecha, en este caso como falangismo trasnochado. Por eso a quien puede hacerle más daño es al PP y, sobre todo a Vox, atrayendo a esos votantes cercanos en lo económico a las políticas socialdemócratas pero que votan atraídos por el discurso identitario, nacional, centralista, anti comunidades autónomas, antiseparatismos, tradicionalista y antiliberal.
Piense lo que piense IE, no hay votos en lo económico cuando la economía va bien. Cuando la economía caiga, el PSOE no tiene nada que hacer. Mientras tanto, da igual lo que haga porque lo tiene hecho. Y, en cualquier caso, no entiendo qué buena noticia puede haber en el nacimiento de un partido que defienda un sistema fiscal despiadado, la criminalización de los empresarios, el castigo a los autónomos, el desprestigio de lo privado, el derroche del gasto público, el asistencialismo y el gasto paternalista. Es decir, un partido de izquierdas. Por muy españoles que sean.