Nosotras, las mujeres
Me asalta la interrogante democrática cada vez que observo cómo determinadas cofradías del más diverso pelaje se autoarrogan la representación de según qué colectivos. ¿Quién ha decidido que ciertos grupos de presión gais sean los legítimos representantes de los homosexuales? ¿Quién, que ciertas asociaciones feministas lo sean de las mujeres? Dicho de otro modo ¿pero quién demonios les ha votado?
Hace pocas fechas se levantaba en el Congreso de los Diputados la podemita Ione Belarra –doliente, como suele– a replicar el parlamento de Pablo Casado. Este, a cuenta del asesinato de Laura Luelmo, justificaba la necesidad de castigar a los asesinos con mayor dureza, mientras ella iba a lo suyo : “Las mujeres no necesitamos pistoleros, sino políticas antes de que nos maten”. A continuación de lo cual enfatizó su indignación apartando el micrófono desdeñosa, ante la mirada complacida del otro Pablo, su Pablo, el macho alfa.
Ione Belarra
¿Por qué Ione Belarra se permitía increpar a Pablo Casado en el nombre de las mujeres? ¿Quién le ha elegido portavoz de las mujeres, ignoro si a nivel nacional (“estatal”, supongo) o mundial, universal, cósmico?
¿Alguien se imagina que Casado le hubiera respondido en términos de “los hombres no necesitamos lecciones de personas que, como usted, son partidarias de poner en la calle a probados criminales que ya habían asesinado a otras mujeres anteriormente”?
En realidad, Casado quizá debiera haber respondido a la señora Belarra negándole su condición de representante de nada que no sean los votantes de Podemos, por cierto, hombres y mujeres a partes más o menos iguales.
Y ya puestos, un Casado inocente de complejos y complicidades ante el progresismo, podría haberle contestado a la citada señora que él representa a un número de mujeres mayor que el de ella. Bastante mayor. E incluso, en un alarde de osadía, que no es imprescindible ser mujer para plantear políticas referentes a este tema.
Pero Casado…
La cosa es que, a estas horas, seguimos sin saber quién ha elegido a Ione Belarra como portavoz de las mujeres; e igualmente ignoramos cuál es la naturaleza de esa presciencia que le faculta conocer lo que piensan y quieren estas; así, todas, sin excepciones…las mujeres.
En todo caso, Belarra debiera saber que una de las funciones de la cadena perpetua (e incluso de su aguada versión, la permanente revisable) es la de prevenir los delitos futuros; y que no hay prevención más segura que mantener en el cárcel al asesino que –como en el caso justamente de Laura Luelmo– reincidirá las veces que se lo permitan quienes, como la señora Belarra, están en contra de mantenerlos en la cárcel.
Belarra y los suyos están contra esa cadena perpetua que hubiera impedido el crimen; Belarra y los suyos están contra la única política efectiva de prevención que, no sé por qué, a ella le parece que es de “pistoleros”.
Pues con esa política de “pistoleros” hoy Laura Luelmo estaría viva. Quizá, Belarra y los suyos debieran sacrificar algo de su dogmática cuando esta choque con la realidad. Así no tendrían que perder el tiempo haciendo vídeos desmintiendo a quienes anuncian su defunción política. Y se ahorrarían que, cada vez que comienzan un parlamento con ese pretencioso “nosotras, las mujeres”, muchos entendamos “nosotros, los cómplices”.