Nuestro mejor amigo hasta en campos minados. Los perros que salvan vidas, los otros héroes de Ucrania
Son más efectivos que máquinas y bomberos
Los perros se han convertido en héroes inesperados en la guerra de Ucrania. Ellos y sus dueños —como la adiestradora Maria Romanova y su perro, Pul, en la foto— buscan supervivientes y cadáveres en una de las zonas más minadas del planeta. Así trabajan los equipos de rescate en la primera línea del frente.
El día que todos dieron por muerta a Larysa Borysenko, ella solo preguntó por su perro. «¿Dónde está Besha? ¿Ha muerto? ¡Salvad a mi Besha!», gritó con desesperación desde una camilla. Después entró en coma. Una mina acababa de segarle la pierna derecha mientras buscaba cadáveres de soldados ucranianos en un pueblo liberado de la región de Járkov.
Camino del hospital, Larysa perdió tres litros y medio de sangre. El explosivo le cortó la femoral y le perforó las piernas, los brazos, la espalda y la cabeza. En urgencias, tras perder el conocimiento, los médicos la dieron por muerta. Pero despertó. «¿Dónde está mi Besha? Tengo que volver al Dombás», fueron sus primeras palabras tras dos semanas en la UCI. Lo recuerda su amiga Olga Isaeva, también miembro de Antares: el equipo de rescate formado por 30 voluntarios y 14 perros, dirigido por la propia Larysa. El 70 por ciento de los preparadores de estos perros en Ucrania son, por cierto, mujeres.
Antares es de los pocos grupos en Ucrania que utiliza animales para buscar supervivientes bajo los escombros. Y el único entrenado para localizar cadáveres. Por eso, desde que empezó la guerra, Emergencias, la Policía y el Ejército ucraniano solo trabajan con Larysa. «Nuestra vida es una ruleta rusa. Misiles, destrucción, minas… No es agradable, pero alguien debe hacerlo», suspira Larysa apoyada en su bastón.
También buscan los cuerpos de ucranianos que han sido torturados hasta la muerte y abandonados por los rusos
Uniformada con el chaleco de Antares –del griego anti-Ares, rival del dios de la guerra, y nombre de su primer perro—, supervisa los entrenamientos junto con Besha y Sparky, sus ‘hijos’ de cuatro patas. Con ellos ha participado en todo tipo de rescates, como el del octubre pasado en Zaporiyia, donde 13 civiles murieron y 89 resultaron heridos; o el de enero en Dnipró, con 45 fallecidos y 80 heridos.
La misión más peligrosa
Donde máquinas y bomberos necesitan días enteros para retirar los escombros, los perros son capaces de detectar olor a varios metros de profundidad. En los últimos meses, al equipo de Larysa se le ha encargado una de las misiones más arriesgadas: buscar cadáveres de ucranianos que han sido torturados y abandonados en pueblos reconquistados de Donetsk, Járkov y Kiev. Se trata de zonas extremadamente peligrosas, ya que Ucrania es el país más minado del planeta.
A pesar del riesgo, Larysa no pudo desoír la petición de los familiares de las víctimas. No se arrepiente de haberlo hecho, aunque acabara con una prótesis, tras diez operaciones y 108 días en el hospital.
«¡Deberíamos estar muertos! Pero creo que aquel día sobrevivimos todos por una razón: las almas de los que no hemos encontrado ni resucitado del olvido son las que no nos dejan ir…».
Gatos y perros abandonados
La joven Odarka y sus tres amigos Serhii, Ignat y Oleksandr también se juegan la vida con los perros. Pero de otra manera. Los jóvenes pertenecen a Save Animals Ukraine y han llegado hasta Bajmut, a cinco kilómetros de la línea del frente. Mientras los disparos atruenan en el aire, los chicos se han refugiado tras un vehículo. De pronto explotan unos misiles GRAD. El impacto de los proyectiles hiela la sangre.
Odarka tiembla. «No me gusta el frente», confiesa. Pero montarse en la furgoneta que la ha llevado ahí era la única posibilidad de ver a su tío, militar destinado en el este de Ucrania. Le ha traído comida y ropa. Los cuatro amigos madrugaron para conducir cuatro horas y adentrarse en uno de los puntos más peligrosos del frente. El plan: ayudar a la población y rescatar animales cuyos dueños ya no pueden hacerse cargo de ellos. «Al principio de la invasión evacuábamos civiles, pero casi nadie quiere irse ya», explica Serhii.
Los voluntarios de Save Animals Ukraine recorren el frente repartiendo alimentos a los vecinos y pienso a los animales mientras buscan a gatos y perros abandonados. Al arrancar la invasión, era habitual que la población huyera con sus mascotas, pero muchos animales quedaron atrás o han perdido a sus dueños.
Las mascotas sobreviven buscando refugio en las ruinas de edificios destruidos. Algunas son adoptadas por los soldados. Odarka y su equipo rescatarán hoy a tres animales. Su destino: un hogar para animales en el centro de Ucrania. Horas después, a una decena de kilómetros de la primera línea de fuego, una pregunta sobrevuela la despedida.
—¿Merece la pena jugarse la vida por dos perros y un gato?
Con la misma risa nerviosa que bajo el ataque de los misiles, Ignat se limita a encogerse de hombros y suspirar.