Nueva ofensiva del régimen contra el periodismo independiente
Pocas acciones de la oposición y la disidencia hacen tanto daño al régimen autoritario como el periodismo independiente que pone de manifiesto diariamente los excesos, debilidades, corrupciones y contradicciones del sistema estatal centralizado en política y economía, impuesto en Cuba y mantenido por la fuerza, en nombre de un socialismo que no se ve por ninguna parte.
La Primavera Negra, de la que ahora se cumplen ya 14 años, en la que fueron encarcelados 75 de las figuras opositoras y disidentes que más afectaban la imagen pública del régimen, evidenció la importancia concedida por el mismo a ese tipo de actividad. Pero como todas sus acciones represivas, solo sirvió para demostrar aún más el sentido violatorio de los derechos civiles y políticos del pueblo cubano por parte del Gobierno que llegó al poder por vía de las armas, para rescatar la libertad y la democracia pisoteadas por otra dictadura. Ironías de la Historia.
Hoy, ante el crecimiento del periodismo independiente opositor y disidente y su credibilidad frente a la opinión pública internacional y el propio pueblo cubano, que va ganando en conciencia sobre su realidad y la farsa socialista en la que ha sido envuelto y, especialmente, ante la inevitabilidad del aumento del acceso popular a internet, el Gobierno vuelve por sus fueros y despliega una ofensiva contra los informadores, como parte de la ola represiva general contra la oposición tradicional y la creciente disidencia socialista.
Se fragua otro gran disparate más.
La nueva ofensiva tiene entre sus novedades que se has incrementado en los últimos meses las diatribas desde los medios oficiales contra periodistas como Fernando Ravsberg y Cuba Posible, que escriben desde un enfoque critico no confrontacional. Pero lo más significativo es el intento de buscar argucias legales para tratar de encarcelar a algunos, para atemorizar al resto.
La novísima modalidad «legal» ha aparecido con la figura de «usurpación de la capacidad legal» por ejercer el periodismo sin la debida certificación oficial. El engendro se justificaría con el artículo 149 del Código Penal que sanciona a quienes «realicen actos propios de una profesión para cuyo ejercicio no está debidamente habilitado». ¿Habrá que ir a la ONAT a sacar licencia para opinar por cuenta propia?
No hace todavía una semana, bajo esa acusación fue detenido y luego sometido a medida cautelar, el periodista Henry Constantín, director de La Hora de Cuba y vicepresidente regional de la Comisión de Libertad de Prensa e Información de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP). La acusación fue complementada con «hacer entrevistas en la vía pública y publicar informaciones tergiversadas en su revista», según declaraciones del propio periodista, acusaciones desmentidas por él mismo.
Ahora, este miércoles bajo la misma impugnación le ha tocado el turno a Sol García Basulto, periodista de La Hora de Cuba. Se le ha informado que puede ser sancionada a privación de libertad entre tres meses y un año por ese delito. Igual que Henry Constantin, fue advertida por la Policía por «entrevistar y recopilar información en la vía pública, para tergiversar la información y escribir contra el Gobierno».
Al parecer, se trata de una estrategema «legal» para amenazar y poner freno a la actividad de cientos, miles, de periodistas y analistas independientes que emiten sus criterios en órganos de prensa alternativos.
De otra manera, sería la reedición en gran escala de una nueva Primavera Negra, pues por ese «delito» tendrían que juzgar y meter en la cárcel a cientos, tal vez miles, de personas que han tomado la iniciativa de informar y opinar por su cuenta, ante la desvergüenza de la única prensa permita, la oficial, empecinada en defender lo indefendible, mentir sistemáticamente, tergiversar la información y la realidad y presentar a Cuba como un lecho de abundantes rosas donde todos somos felices y prosperan la libertad y la democracia.
En un artículo publicado el año pasado en este diario, advertía del comienzo de la «Segunda Batalla de Ideas», que tuvo entre sus hitos la «Primavera negra» de 2003, que acabó con el desmantelamiento —de un tirón— de buena parte del movimiento opositor y disidente, siempre tildado de estar en contubernio con «el imperialismo».
En aquel articulo llamaba a cerrar el paso a la creciente represión, con la denuncia, la solidaridad internacional de todos los pueblos y gobiernos amantes de la libertad, la democracia y los derechos humanos, y el acercamiento de todos los grupos y personas sinceramente interesados en una democratización del sistema político cubano, sin exclusiones, incluyendo a los que dentro del oficialismo están dado muestras de disconformidad con la situación actual y buscan promover cambios hacia una sociedad donde quepamos todos.
A eso, hoy solo tengo que agregar que el régimen cree haber encontrado la justificación legal para intentar otra Primavera Negra. Hay que pararlo ya.