Nueve de cada 10 viviendas de América Latina y el Caribe son de baja calidad
Vivienda en una aldea de Cubulco (Baja Verapaz, Guatemala). PABLO LINDE
Más del 75% de los habitantes de la región reside en zonas urbanas. Un estudio presentado en Washington propone mejorar las infraestructuras que ya hay en lugar de construir otras nuevas
Los países de América Latina y el Caribe, sus gobiernos nacionales, locales y el sector privado, deben hacer un esfuerzo para mejorar las calidad de la vivienda existente en vez de aumentar la construcción de nuevas unidades en la región. Se necesitan fuentes de financiamiento y acceso al crédito para un gran sector informal de la población latinoamericana. El énfasis debe estar orientado en crear el marco legal adecuado para la tenencia de tierra y el registro de títulos de propiedad. Y es urgente promover el uso de materiales de construcción que se pueden adaptar al cambio climático.
Estas son algunas de las principales conclusiones del foro Vivienda, ¿qué viene?, los retos y la innovación en el hemisferio sur global, organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) el pasado viernes en Washington.
Las proyecciones del BID establecen que para el año 2050, el 70% de la población mundial vivirá en ciudades y de ellos el 60% tendrá menos de 18 años. «Actualmente más del 75% de los habitantes de América Latina y el Caribe reside en zonas urbanas. El reto es cómo erradicar los cordones de pobreza y el deterioro que esto genera y que no permite buena calidad de la vivienda en nuestro hemisferio», explicó a EL PAÍS, Luis Alberto Moreno, presidente de la entidad.
De acuerdo con el informe del BID Vivienda ¿qué viene?, de pensar la unidad a construir la ciudad —que se publicó en noviembre—, América Latina y el Caribe es la segunda región más urbanizada del planeta: tiene 242 ciudades de menos de dos millones de personas cada una, con un crecimiento poblacional mayor que el de los países en las que se encuentran. Las ciudades latinoamericanas producen 30% del PIB de la región, cifra que crecerá al 40% en el 2025.
Los expertos coinciden en este foro que el objetivo de los gobiernos ha sido construir viviendas y subsidiar programas de interés social. En los últimos 20 años Brasil, Colombia, Perú, Chile, Paraguay y Argentina, entregaron más de seis millones de unidades de vivienda a poblaciones de bajos recursos. Esta política no ha evitado el surgimiento de urbanizaciones o conglomerados de viviendas de baja calidad, en las afueras de las ciudades, lejos de los centros de trabajo.
Calidad en vez de cantidad
Durante el encuentro para evaluar el déficit de vivienda en la región y sus consecuencias, Tatiana Gallego, jefa del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano del BID, explicó que hay un 6% de falta de vivienda en áreas urbanas en América Latina y el Caribe en contraste con un 94% que no tienen buena la calidad de vivienda.
Parte de los latinoamericanos y caribeños carecen de servicios básicos de agua (9%), saneamiento, (15%), y electricidad (4%); viven hacinados (6%), sobre suelos de tierra (6%) o con paredes y techos pobres (5%).
Un factor determinante en la calidad de la vivienda está vinculado a la dificultad para acceder a fuentes de crédito. La mitad de la población en la región trabaja de manera informal y en muchos países los préstamos de vivienda son en dólares y no en la moneda nacional.
«Esto hace difícil que la vivienda sea un motor de inclusión, que sea accesible», precisó Anya Brickman, investigadora del Affordable Housing Institute de Boston. La experta describió la relación entre demanda y oferta poniendo como ejemplo los casos de Nicaragua y Haití.
En Haití por ejemplo, un país dónde el 68% vive bajo el nivel de pobreza, sólo 300 personas tienen acceso a un crédito para financiar su vivienda. Y en el caso de Nicaragua, la Ley de vivienda 677 ofrece algunos beneficios, pero los préstamos son en dólares mientras la población con trabajo tiene ingresos en córdobas.
Para Brickman, en estos casos la función de los municipios y gobiernos locales pueden ayudar a hacer mas accesible el costo de la vivienda en asociación con el sector privado. «Hay tierra para desarrollar proyectos de vivienda, hay legislación, pero pero no se aplica», señaló.
Sin duda uno de los principales retos es la informalidad de la economía y los empleos en la región. De igual forma los procesos de titulación, registro de la propiedad y las dificultades de préstamos y créditos para vivienda son un obstáculo.
Marja Hoeck-Smit, directora del Programa Internacional de Financiamiento para Vivienda del Wharton School, destacó la transformación del sector financiero para préstamos de vivienda en países como Perú y Colombia, y la necesidad de fomentar el surgimiento de cooperativas y entidades microprestamistas para enfrentar el déficit de calidad en la vivienda.
Para Hoeck-Smit, la tecnología permite hoy expandir los derechos de propiedad y los gobiernos deben respaldar el sistema de registro de las propiedades y dar mayores protecciones legales.
El cambio climático y la vivienda en América Latina y el Caribe.
Los latinoamericanos y caribeños insisten en vivir cerca de zonas urbanas vulnerables. Según Michael Donovan, especialista senior de cambio climático y desarrollo sostenible del BID, más de 198 millones de habitantes y 58 millones de viviendas han sido afectadas por inundaciones o tormentas, en esta región en los últimos 20 años.
El costo de recuperación frente a desastres naturales tiene un impacto en la deuda externa, en la inflación y en la reducción del desempleo. De acuerdo a cifras del banco, 29 millones de personas viven en áreas costeras del pacífico y el caribe, de ellas, 4,2 millones tienen viviendas a 10 metros por encima del nivel del mar.
Exhibición itinerante
Una exhibición con pantallas que presentan información de 100 casos de vivienda ubicadas en economías emergentes, no sólo en la región, sino también en otras partes del hemisferio sur, abre la discusión sobre las alternativas frente al déficit en la calidad de la vivienda. La muestra itinerante partirá de la sede del BID en Washington DC hacia diferentes ciudades en América Latina en una fecha por determinar.
Luis Felipe Vera, comisario de la muestra, asegura que esta refleja la relación de la vivienda con el acceso a la salud, al trabajo y al confort ambiental que la vivienda le proporciona al usuario.