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Nunca listo

«¿Qué es un boy scout? Un niño vestido de gilipollas guiado por un gilipollas vestido de niño». Recordé este viejo chiste al leer la entrevista de Íñigo Errejón en Vanity Fair. El candidato de Podemos a la Presidencia de la Comunidad de Madrid -que fue boy scout y ahora viste de niño- confesó que «con los nudos nunca fui un hacha, pero el fuego y el morse se me daban guay». Guay. También demostró por qué se le considera una de las mentes más originales y esperanzadoras de la izquierda española. Por ejemplo, cuando le preguntaron, a la futbolera, «qué tiene Errejón que Madrid necesita», contestó: «Ganas; creo que el Gobierno de Madrid está un poco anquilosado y necesita aire fresco». Ambi Pur. Y cuando le pidieron un pronóstico sobre el impacto de Vox en Madrid, respondió con uno de esos sofisticados y sesudos análisis que le han hecho célebre, de Málaga a Cochabamba: «Estoy en política porque creo que las ideas que defiendo son las mejores para mis conciudadanos. Y como creo que son las mejores, quiero pelear para que salgan y estoy muy convencido de ellas. El día que no lo esté me voy a casa». Ya. Volando voy.

El cinismo de los dirigentes de Podemos es proporcional al peligro que representan para la convivencia. En la misma conversación, adelantándose a Pablo Iglesias –Bustos dice que ha madurado, yo creo que está Madurísimo-, Errejón declaró: «Quiero ser cristalino: la situación en Venezuela es desastrosa». No había pasado ni mes y medio -43 pequeños días y un trompazo electoral- desde esta entrevista en el digital chileno de izquierdas The Clinic. Perdonen la extensión de la cita, pero es un incunable de la miseria moral que hay que leer y difundir sin piedad.

P. ¿Por qué defiendes el Gobierno de Maduro en Venezuela?

R.- El proceso político en Venezuela ha conseguido inmensos avances en una transformación de sentido socialista, inequívocamente democrática, donde se respetan los derechos y libertades de la oposición, que dicen todos los días por casi todas las televisiones que viven una dictadura…

P.- Se le impuso una Asamblea Constituyente elegida sin la participación de la oposición que reemplazó en sus facultades a la Asamblea Nacional.

R.- Ah, no, no, eso no significa… yo creo que en la conducción económica, en la gestión de las relaciones con la oposición, en la gestión de la seguridad ciudadana… hay muchas tareas que el proceso político venezolano no ha resuelto bien y yo creo que es un proceso sumido en conflictos profundos.

P.- ¿Tú te sientes cómplice de ese proceso político a estas alturas del partido?

R.- Yo creo que ha habido importantísimos avances.

P.- Yo sólo veo retrocesos.

R.- No, no, no, en Venezuela la gente hace tres comidas al día.

P.- En Venezuela la población ha bajado alrededor de 10 kilos en promedio en los últimos años.

R.- Yo ese dato no lo tengo.

P.- Yo sí.

R.- No los he visto publicados en ningún sitio.

P.- Si quieres te los muestro.

R.- Se han hecho drásticos avances, por ejemplo, en conseguir que la gente tenga acceso a la salud pública, que tenga acceso a la educación…

P.- La gente emigra a Colombia y a los países vecinos cuando tienen parientes enfermos.

R.- No, no, yo conozco centros de salud gratuitos donde le hacen radiografías gratuitas a gente que antes no lo podía pagar.

P.- Pero si no hay medicamentos.

R.- Eso es otra cosa, no es que no haya medicamentos, además. Ahí, en parte, hay toda una derivación de medicamentos que están subvencionados en Venezuela, que se venden más caros en Colombia, y que se hace tráfico con cosas que están subvencionadas.

 

Esos «no, no, no», tan enfáticos, tan sinceros: yo sí te creo, hermano.

Estas declaraciones no son un calentón tuitero ni un telegram robado. Constituyen una defensa razonada, valga el adjetivo, de una tiranía atroz. Y, lo peor, son coherentes con la trayectoria de Podemos. Con la más remota, condensada en esta húmeda oda del bardo Monedero al agonizante Chávez: «He amanecido con un Orinoco triste paseándose por mis ojos y no se me quita. Fuerza, Hugo. Aguanta. Aguanta para ayudarnos a quitarnos este miedo de la soledad de cien años. Aguanta Presidente. Aguanta». Eso, Hugo, sé fuerte. Y con la más reciente: el pasado lunes -17 meses después de haberles prometido a la cara que organizaría un acto para reclamar la liberación de su hijo-, Manuela Carmena plantó a los padres de Leopoldo López en un homenaje a los cuatro Premios Sájarov que siguen encarcelados. La alcaldesa está muy ocupada. Casi más que Zapatero, que ayer en EL MUNDO logró el tres en raya: ¿cómo va a llamar golpista a Puigdemont un tipo que considera demócratas a Maduro y Otegi?

Pero volvamos a Errejón. Nuestro scout, nuestro boy, incluso nuestro it boy, también ha sorprendido esta semana con un vídeo sobre la Constitución y una serie de tuits de presunto alto voltaje patriótico. En el vídeo aparece paseando por Madrid mientras su voz en off hilvana perlas de plástico como las siguientes: «Hay para quienes la Constitución fue un punto y final, pero para mí es un comienzo». Esos «quienes» son su partido. «Algunos viven de sembrar miedo, desconfianza y división». Esos «algunos» son su partido. «La desigualdad y los privilegios casi nos rompen la convivencia». No, los que casi la destrozan son los separatistas y su partido. «Tenemos que volver a coser una España de igualdad de oportunidades y de igualdad entre hombres y mujeres». ¿Qué tal si empezamos por respetar la igualdad entre españoles?

Los tuits del scout también son dignos de admiración. Primero proclama, corajudo: «La mejor forma de celebrar la Constitución es cumpliéndola. En el #DíaDeLaConstitución me quedo con el Art. 47, que recoge el derecho de los españoles a una vivienda digna y adecuada». El Artículo 2 que lo defiendan los fachas del PP y Ciudadanos. Y luego, este gallo liberal: «El 11 de diciembre de 1831, el general Torrijos fue fusilado junto a sus 48 compañeros por intentar acabar con el absolutismo y restaurar la Constitución de 1812. La historia de España está llena de patriotas que lucharon contra los reaccionarios y por las libertades de todos». Reaccionarios, dices, mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. En Podemos no hay un solo patriota porque no puede haberlo. Si Errejón tuviera una sombra de un atisbo de un deje de algo mínimamente evocador de una conciencia patriótica jamás aceptaría representar a una fuerza política cuyo programa incluye este punto 277:

«Derecho a decidir: abriremos un amplio debate ciudadano sobre el reconocimiento y las formas de ejercicio del derecho a decidir en el marco del debate acerca del cambio constitucional. Reconoceremos constitucionalmente la naturaleza plurinacional de España, como también aseguraremos el derecho de los gobiernos autonómicos a celebrar consultas a la ciudadanía sobre el encaje territorial del país. Es decir, promoveremos la convocatoria de un referéndum con garantías en Cataluña para que sus ciudadanos y ciudadanas puedan decidir el tipo de relación territorial que desean establecer con el resto de España».

Esta última frase se añadió en noviembre de 2015 para que no cupiera ninguna duda. Para que todos los ciudadanos llamados entonces y desde entonces a las urnas tuvieran claro lo que promueve Podemos: la concesión a los catalanes de un privilegio que ni el Rey de España, quizá Franco, y la degradación del resto de los españoles a la categoría de proletarios. Cristalino: ¡Madrileños del mundo, uníos! Contra Errejón.

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