Ochoa Cuenca: Estados Unidos y Venezuela ¿cambio de programa ?
«El Cártel de los Soles, bajo el liderazgo de Nicolás Maduro, usó la cocaína como arma contra América e introdujo la mayor cantidad posible en los Estados Unidos«. Ésta es sólo una de las afirmaciones que recoge el escrito de imputación contra el dictador venezolano y sus principales colaboradores el pasado 26 de marzo del 2020 por tráfico de sustancias psicotrópicas y estupefacientes.
Esta acusación fue introducida por la Fiscalía del Distrito Sur ante la Corte Federal de Nueva York, en contra de cinco criminales, tres venezolanos y dos de nacionalidad colombiana. Como primer acusado aparece el sátrapa e inmediatamente después vienen nombrados Diosdado Cabello, Clíver Antonio Alcalá Cordones y dos ciudadanos de nacionalidad colombiana, Luciano Marin Arango, alias Iván Márquez y Seuxia Paucis Hernandez Solarte, alias Jesús Santrich.
De estos cinco maleantes Clíver Alcalá Cordones está preso en una cárcel americana y Santrich está muerto y enterrado. Ciertamente, apreciados lectores, estarán pensando que esta es una noticia vieja, de más de un año y medio, pero……
Pero lo que pudiera ser nuevo es que en los últimos días y ante la lentitud de la negociación de México, países como Colombia, Brasil y los Estados Unidos han expresado en forma más elocuente su preocupación ante un Maduro que continúa empujando a Venezuela hacia una debacle total, repercutiendo esto no solo en los Estados Unidos, Brasil y Colombia sino para muchos otros países. La diáspora no es solo las personas físicas, es todo lo que una movilización humana de esas características conlleva. Es una gravísima situación que toca la fibra humana y la seguridad de todo un continente.
Basta solo recordar la triste situación que viven miles de connacionales en los áridos desiertos chilenos. Según las Naciones Unidas, se calculan casi 6 millones de emigrados venezolanos en los últimos 7 años y con la noticia de que desde el 5 de octubre, se reabre la frontera con Colombia, tanto la terrestre como la fluvial.
La agencia de la Organización de la Naciones Unidas para los refugiados, ACNUR, calcula que hasta el final de este año y el próximo 2022 emigrarán otro 1.5 millones de connacionales. Y la acogida de ellos a los países receptores no es un problema de solidaridad humana, es simplemente un grandísimo drama social que se les crea a esos países, como es el caso de la República del Ecuador, que ha debido absorber en el lapso de un lustro 452.560 venezolanos. Significa que su población se incrementó en un 3 % en solo 5 años con todas las consecuencias socio económicas que eso conlleva. La tasa de su población por debajo de la línea de pobreza es el 32.2, según cifras oficiales de ese país.
El mundo entero no puede tener dudas que la emigración no es una decisión basada en criterio fútiles, es una decisión basada en el principio humano de la supervivencia.Y eso es un problema latente de gran importancia para muchos países, para los vecinos y para los no vecinos.
¿ Pero ante esta realidad acompañada de la inacción de las negociaciones de Mexico, es que podríamos pensar en un cambio en la política americana, hasta ahora marcada por las incumplidas promesas de Trump y por los reiterados llamados de la administración demócrata de conseguir una solución al caso venezolano vía el diálogo y la negociación diplomática ?
Se están dando una serie de hechos en los últimos días que me obligan a pensar que no obstante el show tragicómico que nos presentan cada 15 días los protagonistas de la negociación de Ciudad de México, varios países del continente americano muestran una preocupación in crescendo ante el visible y vertiginoso deterioro de la situación.
Como es el hecho de que en sus últimos visitas a Brasil y a Colombia el almirante Faller, potente jefe del comando sur de los Estados Unidos, institución esta que tiene como principal responsabilidad salvaguardar la seguridad del sur de esa nación, insiste en recordar el peligro que representa la dictadura venezolana, al acusarla repetidamente de haberla convertido en un estado propulsor de delitos de tal gravedad, como crímenes de lesa humanidad.
Craig Faller ha acusado en forma reiterada al gobierno de Venezuela de convertir parte de nuestro territorio como santuario de terroristas y guerrilleros, haciendo del territorio venezolano una tierra hostil y amenazante para la seguridad de la nación norteamericana. Me referiré a las dos visitas a Colombia en menos de 90 días del jefe militar americano quien reafirmó que la dictadura de Nicolás Maduro es socia y cómplice de los grupos narcotraficantes y de tráfico de personas que operan en la región.
“La lucha de Colombia y Estados Unidos es conjunta, está funcionando, está haciendo la diferencia y está haciendo presión en esas atroces organizaciones de asesinos”, resaltó el estadounidense en diálogo con el canal de noticias NTN24 el pasado 17 de agosto del año en curso. Faller no hizo distinción entre los grupos guerrilleros y el gobierno de Maduro. Crudo lenguaje.
Luego dijo que hay varias razones que les han permitido a estas organizaciones seguir operando, principalmente por la complicidad de la dictadura de Nicolás Maduro, que les posibilitó que puedan utilizar el territorio venezolano como un refugio y base de operaciones, donde pueden desarrollar sus negocios.
Subrayó que estos grupos conviven directamente con el régimen y tienen licencia para hacer lo que quieran y cuando lo deseen, al tiempo que explicó que los negocios de estos grupos ilícitos van más allá del narcotráfico: también lucran con el tráfico de personas y destruyendo el medioambiente con la minería ilegal. Ataque muy directo y poco usual cuando las potencias involucradas están, en teoría, discutiendo acuerdos.
Pero qué dijo Faller en Colombia el pasado día 20 de septiembre, tres meses solo después de su última visita a Bogotá: “El almirante Craig Faller, jefe del Comando Sur de EE.UU., anunció que se encuentra en Colombia, un aliado vital y confiable en seguridad, para reunirse con la cúpula militar de ese país, en medio de las tensiones con el Gobierno de Venezuela”. El Comando Sur informó que Faller se reunirá con «líderes militares» en Colombia, país que visitó en junio pasado, «para discutir la cooperación en materia de seguridad». Efectivamente, ese día el 21 de septiembre Colombia recibió de Estados Unidos dos aviones Hércules C-130 que serán empleados para combatir delitos transnacionales como el narcotráfico y también para transportar tropas y realizar misiones de salvamento.
Para finalizar esta nota, lo hago copiando las declaraciones que el almirante Craig Faller le dio a la periodista colombiana corresponsal de la cadena Caracol Diana Castrillón el primero de este mes de octubre.
Faller reiteró que Venezuela es promotor del crecimiento de delincuencia y de tráfico de estupefacientes en el hemisferio, y aseguró que es una amenaza regional.
«Ha habido un levantamiento de todo tipo de inseguridad saliendo desde Venezuela hacia el hemisferio. No solo con el reto que supone el tráfico aéreo de estupefacientes, ha habido un aumento significativo del flujo de drogas desde Venezuela a naciones caribeñas, así como un incremento en el tráfico de contenedores de embarcaciones al Caribe, Europa y Estados Unidos.» dijo Faller.
Y una frase de gran importancia en este tablero de ajedrez el cual algunos lo llaman geopolítica, ya que afirmó que hay un aumento muy significativo del flujo de «narcoterroristas desde Venezuela hacia Colombia», según el almirante para crear inseguridad y socavar los esfuerzos del gobierno colombiano y las fuerzas de seguridad, creando inseguridad e inestabilidad.
¿Podríamos pensar en un cambio de programa USA hacia Venezuela ?
Raúl Ochoa Cuenca, en Anfi del Mar el 6 de octubre del 2021.