En mi opinión, el flanco más débil de la dictadura es la crisis económica y social en que tiene sumido al país y a los nicaragüenses. Sin embargo, no hay estrategia, no hay posicionamiento, no hay discurso, ni hay práctica que capitalice el descontento y facilite la organización ciudadana alrededor de intereses directamente relacionados con el pan nuestro de cada día. En contraste, Ortega continúa campante aturdiendo a la gente con su campaña de que Nicaragua marchaba a la gloria con la economía cristiana, socialista y solidaria, hasta que llegaron los “golpistas”. El colmo es que hay opositores que así lo reconocen.
De acuerdo a las mismas cifras oficiales, la realidad es que la dictadura sigue empujando al país por el despeñadero. Examinemos la deuda externa: Ortega ya rompió el récord que estableció en los ochenta. Al cerrar el 2020, como país estamos endeudados en más de doce mil millones de dólares, según cifras oficiales del Banco Central y, en el año que corre, al ritmo actual con seguridad llegaremos a los trece mil millones de dólares.
¿Qué implicaciones tiene ese dato para las familias nicaragüenses?
Aunque no lo parezca, la deuda externa está en directa relación con la tortilla y el plato de frijoles que llega a nuestra mesa, o que no llega. Con el empleo que se tiene, o no se tiene. Con la tasa de interés que se paga a los bancos, bien se trate de empresas o deudores personales. Tiene que ver con el salario de maestros y personal de salud, con la modernización o el atraso en la educación o la productividad de las empresas. Y el listado podemos alargarlo más.
Vamos a barajarla más despacio. Comencemos con un ingrato recuerdo.
Una de las más pesadas cargas económicas que recibió el Gobierno de doña Violeta, en 1990, fue precisamente la deuda externa: aproximadamente once mil millones de dólares. Con el peso de la crisis llegó a superar los doce mil millones.
Fue necesario un complejo, arduo y sacrificado proceso para reducir ese monto, mediante renegociaciones y condonaciones. De este modo, al traspasar el Gobierno a Arnoldo Alemán la deuda se había reducido a la mitad, aproximadamente a seis mil millones de dólares. Alemán, durante su período, mantuvo la deuda más o menos en esos niveles. Con el gobierno del ingeniero Enrique Bolaños se produjo una nueva reducción, de manera tal que Ortega recibió una deuda de 3400 millones de dólares, en cifras redondas.
El proceso de reducciones y condonaciones no fue de gratis. Corría en paralelo al cumplimiento de condicionalidades impuestas por los acreedores, el otrora famoso Club de París, así como del Fondo Monetario, Banco Mundial y BID. Una de las esas condicionalidades era pagar y, como consecuencia, estrujar el presupuesto. Durante los tres Gobiernos el impacto de las reformas económicas repercutió en los más pobres, lo que significaba menos educación, salud y gasto social.
La paradoja es que Ortega utilizó como pretexto las reformas para montar asonadas y protestas con las organizaciones bajo su control: tranques, quemas de buses y edificios públicos, paros de transporte y hasta asesinatos, como el del jefe policial Saúl Álvarez. Y después resultó como el principal beneficiario del trabajo y desgaste de los Gobiernos que le precedieron.
La implicación más directa de la deuda es el pago de las amortizaciones o abonos al capital e intereses. Es algo muy parecido con la economía familiar. Mientras más debés, más altos los abonos, y mientras más altos los abonos menos queda para los gastos básicos del hogar.
Ahora pongamos numeritos
Dijimos que la deuda externa total superó los doce mil millones de dólares. Aclaremos que, a diferencia de 1990, cuando en su totalidad la deuda era estatal, ahora se divide en deuda externa pública y deuda externa privada. En 2020 la deuda pública ascendió a siete mil millones dólares y la deuda privada cinco mil millones de dólares. En el 2017 era al revés, la deuda privada era mayor que la deuda del Estado. Esto es resultado del endeudamiento creciente al que está sometiendo Ortega al país. Solo en el 2020 la deuda pública creció en casi 700 millones de dólares.
Una aclaración más: la mayor parte de la deuda privada proviene de los créditos petroleros venezolanos que al menos en términos formales, por ahora recae en la mafia gobernante en su carácter de empresarios. Debemos tener temores fundados de que están en curso artimañas para convertirla en deuda pública. Pero esa es otra historia.
Lógicamente, si crece la deuda, crecen los pagos. En el 2017 el servicio de la deuda ascendió a 225 millones de dólares. Y en el 2021 se pagaron 353 millones de dólares. O sea, la economía cayó, pero los pagos del Estado a los acreedores externos aumentaron en 125 millones de dólares. Y para los próximos años esa suma seguirá aumentando.
¿Y de dónde sale el pago?
Pues de las costillas de los nicaragüenses. De los impuestos. El pago va incluido en el presupuesto nacional: Si aumenta el pago, hay que recortar por otro lado. Por eso decíamos que la deuda está relacionada directamente con los frijoles, las tortillas, la inversión pública, la educación, las medicinas, etcétera, etcétera.
El monto de la deuda también tiene que ver con las tasas de interés bancario, debido a que al crecer la deuda de un país, el riesgo es mayor y por consiguiente los prestamistas externos elevan las tasas de interés a los créditos que otorgan a los bancos locales y a las empresas. Y por ahí nos viene otro latigazo.
Conclusión: En vez de estar en la pelotera de las candidaturas, las organizaciones y liderazgos opositores deberían poner atención a esta nefasta herencia que Ortega está descargando sobre los nicaragüenses y poner el dedo en la llaga para que la dictadura pague mayores costos políticos por su desgobierno.