Democracia y Política

Oscar Peña: Los cubanos podemos cambiar el futuro

per0522habanaUn automóvil norteamericano antiguo se destaca en una calle de La Habana, con el Capitolio, en proceso de reparación, al fondo. | Brian van der Brug TNS

Los cubanos no podemos cambiar la historia, pero sí podemos cambiar el futuro.

¿Cómo lograrlo?

Dejando de arrastrar los errores y la terquedad cubana en las diferentes partes. Buceando y sacando a flote cada hijo de Cuba su cuota de buena voluntad para ayudar a buscar una evolución del país con el concurso de todos.

Hay infantilismo político y deficiente visión de realidad en el gobierno cubano y en sus adversarios internos y externos. Ambas partes no “tocan la música”, ni sus acciones van por los caminos que anda el pueblo cubano.

Las autoridades de Cuba no acaban de entender que ya no funciona aquella vieja fórmula de veneno repartida nacionalmente de odio y división que se inculcó en la población cubana contra los que no eran fidelistas, o se iban del país. Ya hace tiempo esa toxina no funciona: no hay un hogar cubano que no tenga 1 o 2 de sus miembros residiendo fuera de Cuba y eso no ha logrado separar a las familias cubanas. Cuando las autoridades de Cuba limitan y ponen trabas a los cubanos que se han ido de Cuba, se están poniendo ellos mismos en contra de todos los hogares cubanos.

Idéntico sucede con los líderes, académicos y exiliados cubanos que siguen aferrados a viejas políticas y solo conciben, proyectan e inventan acciones que los aísla de su pueblo u orígenes.

¿No se supone que en cualquier país del mundo gobierno y adversarios luchen por atraer, complacer, servir y secundar los deseos de su pueblo? ¿Será Cuba la deslucida excepción? Hasta hoy ha sido dañino para la sociedad cubana el extremismo de la dirección histórica del gobierno cubano y el de la dirección histórica de sus exiliados. Ejemplos pasados sobran y los presentes no dejan de surgir. Hoy toda Cuba está contenta con las relaciones USA-Cuba menos el gobierno cubano y los exiliados que ya no saben qué condiciones y trabas poner y exigir para obstaculizarlas. Aunque ambas partes nunca lo reconozcan han sido siempre aliados indirectos en contra del pueblo. Y ahora para agravar más el cuadro nacional y patentizar que no existe mucho la diferencia entre cubanos, se suman notables disidentes pronunciándose contra las relaciones diplomáticas entre las dos naciones y rogando se mantenga el embargo económico.

¡Qué penoso cuadro nacional! El gobierno de Cuba y sus adversarios internos y externos ventilan y tratan los problemas del país con extranjeros, pero no entre ellos. El plattismo y la falta de decoro hoy son generales.

¿Qué hacer?

Acabar de entender todas las partes que la realidad cubana es como una bola de nieve gigante que viene rodando y nadie la puede parar. El pueblo cubano en ambas orillas quiere que se entierren las viejas recetas, las hachas, los discursos de consignas, las etiquetas y las insinceridades.

Valorar que es cierto que China y Vietnam no son países perfectos, pero –entender lo más importante y humano– hoy sus pueblos están mejor que ayer. Están en evolución. Hay que buscar arreglos y entendimientos prácticos entre cubanos y acabar de comprender que no hay soluciones instantáneas, perfectas, ni mágicas. Hay que ir desenredando nudos cubanos y en el camino ir enmendando las faltas que nuestra patria tiene.

¿Con qué podemos contar para ello?

Solo con la esperanza de la buena voluntad que busque cada cubano dentro de su ser. Es necesario un esfuerzo personal de todos para rebasar las predisposiciones, los prejuicios y lograr que las acciones pasadas de ambas partes no nos vuelvan a enfrentar. Hacerlo es retroceder y estancar más la casa nacional. Tenemos que mirar hacia adelante. No podemos cambiar la historia, pero sí podemos cambiar el futuro.

 

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