Con mucha preocupación notamos significativas desviaciones en la lucha actual por la libertad y la democracia. Lo importante es abandonar todo lo secundario y centrarnos en lo que realmente importa. No podemos darnos el lujo de perder más tiempo cuando ya deberíamos tener resuelta buena parte de la problemática nacional.
Una de esas desviaciones consiste en la comparación retórica entre esta dictadura socialista y comunistoide con los gobiernos de Juan Vicente Gómez y/o de Marcos Pérez Jiménez. Por supuesto que son cosas distintas, pero la creciente comparadera no ayuda en nada a la solución anhelada. Todos fueron dictadores, aunque cada uno con sus características distintivas, pero en lugar de estar mirando a un pasado que muy pocos venezolanos de la actualidad conocieron, debemos centrar los esfuerzos en el presente con una clara visión hacia el futuro. Si esto no lo tenemos claro seguiremos dando vueltas en un círculo vicioso que contribuye a demorar el cambio que el país necesita. Estamos en contra de todas las dictaduras, de cualquier régimen violador de los derechos humanos y de los principios fundamentales de la vida en democracia y libertad.
Otra de las cuestiones preocupantes es la tendencia de algunos opinadores, politólogos y hasta constitucionalistas -ahora hay sobreabundancia de las tres categorías de variada calidad y competencia- a atribuir la responsabilidad de esta tragedia a la “clase política” que gobernó e influyó de manera determinante por sus errores de acción y omisión, en el derrumbe de la mal llamada IV República. Según esta gente, de esa situación surgieron el castro-chavismo, el “socialismo del siglo XXI” y lo peor de todo, el régimen dirigido por Nicolás Maduro y el combo narcoterrorista. Por supuesto que estos análisis se hacen desde una supuesta perspectiva opositora, pero hace más daño que bien centrarse en estas consideraciones que en definitiva ayudan al régimen. Cuando todo esto termine, dejemos que los historiadores se ocupen de analizar la historia contemporánea de Venezuela. Habrá serias diferencias en esos estudios y serán muy útiles para la comprensión final de cuánto ocurre, pero en este momento no tiene sentido. El adversario está al frente, bastante debilitado por cierto, aunque algunos piensen que lo de la pandemia y la cuarentena lo ha ayudado. Falso. Sin luz, sin agua, sin gasolina, con hospitales, clínicas y centros de salud desmantelados, sin escuelas ni centros de educación activos, sin internet, sin alimentos al alcance de la familia para la vida diaria y paremos de contar para no hablar de la televisión con la salida de Directv, Maduro lejos de estar fortalecido se encuentra en plena decadencia.
El adversario, el enemigo si se quiere, está al frente y no a los lados, aunque puedan haber voces que por debilidad, ignorancia o cálculo oportunista le hagan el juego. No perdamos tiempo en ellos.
Lunes, 1° de junio de 2020
@osalpaz