Venezuela camina de mal hacia peor debido a la calculada política socialista-comunistoide del régimen que en mala hora controla la vida pública de la República. Más de dos décadas es tiempo suficiente para saber a qué atenernos. No está en desarrollo ninguna política que en lo social, en lo económico o en lo político camine en la dirección correcta para detener la desintegración del país. Llegó la hora de ponerle punto final a este desastre.
Hace unos meses La Conferencia Episcopal Venezolana planteó la refundación del país como un necesario objetivo. Queda en manos de la dirigencia definir la ruta y establecer los objetivos inmediatos. También a mediano y largo plazo.
A conciencia de ser repetitivo, diremos que es indispensable el cese de la usurpación, es decir, la salida de Nicolás Maduro y el combo que lo rodea, de las posiciones que detentan. Mientras estén será imposible alcanzar el propósito señalado. Necesitamos de la honesta unificación de todas las fuerzas y tendencias que se oponen al régimen dejando de lado las desviaciones electoralistas que el régimen estimula, la candidaturitis crónica de unos cuantos y la tendencia de algunos a la convivencia con el régimen. No incluyo en este esquema a los llamados alacranes. Tampoco a unos cuantos infiltrados del régimen en el campo honestamente opositor. Ya están bastante identificados por lo que su exclusión es necesaria en lo inmediato.
No sabemos qué pasará en Barinas el próximo 9 de enero. Lo sucedido hasta ahora confirma todo lo que estamos señalando con relación a lo electoral. Sin embargo aspiramos a que el candidato de la oposición pueda derrotar a los varios candidatos del oficialismo, especialmente a los inscritos violando normas elementales contenidas en nuestra estructura legal. De concretarse la recuperación de Barinas será un paso largo hacia la liberación nacional y una derrota aparatosa al régimen. Barinas no es un estado cualquiera. Su significado histórico y político por su vinculación al chavismo, trasciende lo normal. En la coyuntura actual y por vía excepcional llamamos a votar en la dirección correcta.
Por otra parte, con relación a los caminos a seguir están sobre el tapete dos posibilidades. Una la del referéndum revocatorio la cual, sin entrar en detalles, me parece insuficiente y poco probable debido al control del régimen de los organismos electorales, judiciales y ejecutivos del país. No se trata de revocar a un solo hombre, sino de liquidar integralmente un sistema perverso y dañino.
La otra es la convocatoria y desarrollo de un proceso constituyente originario, al margen del régimen, de iniciativa popular e independiente sobre la base del principio democrático y constitucional de que la Soberanía reside en el Pueblo quien puede ejercerla directamente de manera originaria. Es la vía.
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