Oswaldo Álvarez Paz: Formación moral y cívica
Los escándalos de las últimas semanas no nos sorprenden. Se empieza a hacer público lo que era conocido por casi todo el mundo, incluido el alto gobierno. Pero se comentaba en voz baja. Para nadie es un secreto que estamos ante el peor gobierno de la historia. Palabrero, ineficaz y muy corrompido. Impresionan las acusaciones entre los señalados por hechos imperdonables. Las acciones que en el mundo se adelantan ponen las cosas en su sitio. Resulta que la justicia de Estados Unidos, España, Colombia y algunos otros países se han convertido en los mejores y más eficaces aliados de la decencia y de la rectitud que se exige de todos cuantos tienen acceso al poder.
He recordado mucho las lecciones sobre Moral y Cívica que eran obligatorias empezando el bachillerato. Los curas jesuitas del Colegio Gonzaga, en Maracaibo, le ponían mucho empeño agregando lo relativo a la ética y el respeto a los principios fundamentales. Todo eso y mucho más fue inyectado en nuestros cuerpos y almas con vigencia plena hasta el día de hoy. Estoy seguro del drama interior que deben padecer quienes recibieron esta formación pero han caído en la tentación de delinquir para enriquecerse traicionando las lecciones recibidas. Vale la pena recordar que lo relativo a la formación Moral y Cívica también era de obligatoria enseñanza y estudio en los colegios y liceos públicos. Estos institutos eran buenos y algunos hasta mejores que los privados.
Nada funciona bien en la Venezuela de hoy. Todo camina hacia peor. Se ha tejido una sociedad de cómplices, como se calificaban antes, para saquear a un país que ya no aguanta más. Se le han agotado las riquezas disponibles y los anuncios que se hacen para superar la crisis son disparatados, empujan a la nación a un trauma sin precedentes cuyas consecuencias ya las está sufriendo el pueblo.
Es importante que todos los ladrones, peculadores y traficantes de cualquier género ilícito sean sancionados. En el exterior y aquí también por supuesto, pero llegó la hora de plantear con máxima seriedad la necesidad de cambiar al régimen actual. No hay solución posible mientras los mismos se mantengan. Esto tiene que hacerse a corto plazo. No hay tiempo para más demoras ni es posible caer en las conocidas trampas de conversaciones, diálogos y supuestas negociaciones todas marcadas por el fracaso con relación al objetivo del cambio.
Me muerdo los labios para no caer en la tentación de disparar hacia los lados. Pero, por favor, ya basta de seguir en la prédica de que cualquier salida tiene que ser “pacífica y electoral”. Quienes a estas alturas siguen con la misma prédica les diré que están al margen de las obligaciones constitucionales, morales y cívicas que estamos obligados a atender.