Oswaldo Álvarez Paz: Sobre el respeto
La intervención de Maduro el domingo pasado en su programa televisivo fue un canto a la mediocridad. Esa amenaza indeterminada es una grave acusación en su contra realizada por él mismo. ¡Claro que sabemos de qué es capaz de hacer y hasta adonde está dispuesto a llegar! Por supuesto no se trata de nada positivo, ni útil, para la nación venezolana. De un tipo que ha violentado la Constitución, liquidado el ordenamiento jurídico existente, desconocido la necesaria separación de los poderes públicos al desconocer la Asamblea Nacional, atentado contra necesidades elementales como la salud, la alimentación y la seguridad de las personas y de los bienes, podemos esperar cualquier cosa negativa. Ninguna positiva. La gente le perdió un respeto perdido por él mismo en su desesperación.
Las múltiples manifestaciones de rechazo al régimen concretadas a lo largo y ancho de toda Venezuela y en las principales ciudades del mundo, hablan por sí solas. Los ciudadanos respetan a las autoridades sólo al estar convencidos que quienes gobiernan también los respetan. Cuando se pierde el respeto la nación se coloca en situación altamente peligrosa. El régimen consume sus energías tratando de reprimir una conspiración subversiva absolutamente irreal. Copiando una figura de Julián Marías, utilizada en otras circunstancias, Maduro está como el profesor carente de autoridad intelectual y moral. Como nadie le para se siente obligado a amenazar y sancionar. Progresivamente hemos desembocado en un régimen totalitario. Para quienes lo dirigen ya no es posible el arrepentimiento, ni el propósito de enmienda.
El alto gobierno vive en medio de una espantosa inseguridad. Todos son enemigos, empezando por quienes están a su alrededor y, por supuesto, se sienten acechados por conspiradores propios y extraños.
Jamás imaginamos que podríamos llegar a esto en pleno siglo XXI, pero nunca es tarde para reaccionar en la dirección correcta. Los sectores democráticos venezolanos lo están haciendo. Sin embargo, hay que tener mucho cuidado con los encantadores de serpientes para evitar obstáculos graves en la lucha por la libertad. La batallas de hoy son pensando en el futuro que ya empezó y no en un ayer que no volverá jamás.
En estos días debemos insistir en cosas dichas en múltiples oportunidades. Lo electoral es un instrumento de la democracia, pero no es el único y ni siquiera el más importante. No hay derecho a caer en trampas calculadas con ofertas desde la cúpula para supuestamente hacer elecciones regionales o convocar a una constituyente con la mancha manipuladora de quien la convoca. No se trata de eso. Queremos un cambio integral de régimen para ir, entonces sí, a una Asamblea Nacional Constituyente Originaria que dirija la reconstitución institucional de la República en lo político, en lo económico y en lo social.