Oswaldo Páez-Pumar: Admitamos que dicen verdades
Me voy a abstener de acompañar mis comentarios con citas textuales sobre lo que quiero comentar porque me temo que al colocarlas entrecomilladas, como corresponde, me haría prisionero de lo que expresan y desviaría mi atención hacia ellas, en lugar de exponer lo que quiero hacer llegar a quien me lea.
Con motivo de lo que ya en otro artículo llamé “la plomamentazón” al referirme al enfrentamiento de las fuerzas que secundan al “Koki”; y centré la atención acerca de la utilización “de los niños de la calle” que haría desaparecer Chávez Frías y que efectivamente los hizo desaparecer, pero para engrosar bandas que prestan sus servicios al gobierno como fuerzas de represión de los actos y manifestaciones políticas de la oposición, para otros fines igualmente ilegales, o para emigrar porque la vida de “niños de la calle que padecían”, era mejor que la de “niños de la patria que les ofrecieron”.
Esa función se encuentra agotada en buena medida por el éxodo provocado por la miseria que impera en el país, pero la sobrevivencia de esas bandas no se ha agotado porque la vida de sus integrantes no se agota sino con la muerte. Ahora ellos tienen una necesidad de supervivencia que no encuentra otra forma de lograr el objetivo sino a través de la actividad comercial, tal como lo hacen los que venden ropas, zapatos, o prestan servicios de peluqueros, pedicuros, manicuristas y desde luego hasta asistencia médica o jurídica. Se me quedan en el olvido muchas otras actividades, pero no lo que quiero transmitirles que es más bien conceptual.
Las actividades comerciales que les quedan son sin duda las que están prohibidas, como las drogas, o el servicio de protección “ciudadana” que no lo presta en el barrio la policía, sino “las bandas”; y no prosigo porque derivaría hacia otro tema que no es el objetivo de este artículo.
El objeto es referirme a la voz del gobierno que dice que “la derecha, que la fuerza armada colombiana, que el imperio están todos coordinados para combatir la revolución” que desde luego representa la liberación del pueblo. Es la razón del título que escogí para decirles lo que expongo.
En la Cota 905, en La Vega, en “…agregue el lector cualquier otro sector del área metropolitana de Caracas” operan las fuerzas “de la derecha colombiana” y sus Fuerzas Armadas; y el gobierno nos anuncia que las han derrotado bajo la dirección nada menos que de la “Almiranta” devenida en Ministro (a) que ha logrado el éxito que sus compañeros de la Fuerza Armada no lograron en Apure.
Gracias a Dios, porque si un grupo de acompañantes del “Koki” pueden derrotar a la “Almiranta” en la capital de la República, como ocurrió en Apure, nada menos que en un pueblo llamado La Victoria, no quiero pensar sobre lo que puede pasar en Miraflores. Los militares que se han acostumbrado a combatir con armas a los civiles inermes que con su manifestación colectiva reclaman respeto a los derechos que la Constitución les otorga, no parecen capacitados para enfrentar a nadie que esté armado, ni siquiera en la forma precaria como lo está el “Koki”. ¿O acaso está mejor armado? ¿Será que nuestra fuerza armada se acostumbró a combatir civiles desarmados y ha perdido práctica en relación con el enfrentamiento a otro grupo o fuerza armada?
Explica las preguntas que me hago a mí mismo, sin saber la respuesta, lo que está ocurriendo, o es que mi ignorancia en cuestiones militares es tan enciclopédica que todo lo que escribo es disparatero y que tanto el padrino como la almiranta nos pueden explicar lo que ocurre; y que si no lo hacen es porque la “explicación misma” es como revelarle la estrategia al “enemigo”.
Caracas, 11 de julio de 2021