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Oswaldo Páez-Pumar: El hediondo no se huele

 

La expresión, un tanto soez, que utilizo como título del presente artículo, es equivalente a otras muchas de nuestra lengua, más finas, que ponen de manifiesto como algo que encierra una verdad evidente no es advertida, sino negada y tapada por aquellos a quienes los mueve un interés específico. Es equivalente su significado al que deriva de la expresión “no hay peor ciego que el que no quiere ver” o “…peor sordo que él que no quiere oír”.

Me ha impulsado a compartir estas reflexiones con quienes me lean haberme encontrado con unas advertencias emanadas de la boca, aunque no las oí sino simplemente las leí ya puestas por escrito en el texto de un correo electrónico que hoy cumple de manera mucho más eficaz y expedita la función que en un lejano pasado cumplían los pregoneros. Hacer de público conocimiento lo que le ocurrirá a quien realice o deje de realizar un determinado acto. Hemos sido advertidos por el teniente Cabello (hoy, ascendido a Capitán después de haber cesado en el servicio) que “si aquí un día tropas extranjeras entran al suelo patrio, aquellos que han llamado a invadir la patria deben ser juzgados por traidores” a lo que agrega sin solución de continuidad, aunque la frase es como un corolario de la que le antecede, lo siguiente: “si ocurre algo los buscaremos donde se metan”. Nada dijo de los que no han llamado a invadir, pero sí le han dado la bienvenida a los invasores.

De lo expuesto de manera tan categórica ¿debemos entender que la solicitud de Simón Bolívar a la “Pérfida Albión” (léase Inglaterra) para que lo apoyara en su lucha y la presencia de la Legión Británica y de su más connotado representante el general Daniel Florencio O´Leary es , o fue, una traición? Quizá no, pero por eso no es bueno andar lanzando proclamas, sino más bien escribirlas, para lo cual es necesario primero, pensar. ¿Podríamos también decir que fue una traición de Chávez decir que Venezuela limita al oeste con las FARC? Porque Colombia que era nuestro vecino no había cedido parte de su territorio a esa FARC y el territorio de ese nuevo vecino no podía existir sino a expensas del de Venezuela. También aquí podríamos recomendar, aunque es irremediable porque está muerto, que es necesario pensar primero.

Pero ahora tengo que preguntarme ¿acaso el teniente Cabello tan imbuido como está en los logros y los fracasos del gobierno iniciado el 2 de febrero de 1999 ignora la presencia cubana en Venezuela? Desde luego no todos visten trajes militares, ni mucho menos, pero incluso el embajador asiste en Miraflores al consejo de ministros del usurpador Maduro. En el propio Fuerte Tiuna, centro de la Fuerza Armada Nacional en el Distrito Capital, hay tropas extranjeras (elementos militares cubanos) que aunque no entraron disparando tiros, disparan las ideas que han venido repitiendo Chávez, Maduro y desde luego un grupo más amplio en el cual está incluido Cabello que disfruta de lo que está vedado al 90% de la población.

Y ahora viene mi pregunta. ¿Lo declarado por Cabello es una confesión y hay que buscarlo donde se meta? No lo creo. ¿Lo declarado es que no han entrado tropas cubanas? Sí lo creo y no. Finalmente lo declarado es que hay dos entradas de tropa: una buena y otra mala. Eureka, eso es lo que nos quiso decir; y a pesar de todo lo que Dios le ha dado y lo que le ha dado la revolución no nos lo pudo explicar claramente. “Lo que natura non da, Salamanca non lo presta”.

 

 

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