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Oswaldo Páez-Pumar: Importancia del orden

 

Son demasiados los siglos que llevamos repitiendo la enseñanza de los matemáticos de la antigüedad, según la cual “el orden de los factores no altera el producto”; y de la aplicación práctica que los ingenieros constructores en el siglo XX le encontraron al formular la ley según la cual “el orden de los tractores no altera el viaducto”; y es tal el impacto que ya en el siglo XX y más aún en el XXI ha tenido el dar más que prioridad, preeminencia, a lo práctico sobre lo teórico, que el manejo de la política se nos ha venido convirtiendo en un concurso de éxitos de los actuantes sobre el diario acontecer, en lugar de un pequeño paso, seguido de otro con el propósito de poder recorrer el camino, pero no para llegar a la “meta”, sino para tomar conciencia de que lo que estimábamos como meta era solo una etapa; y que como lo dijo Machado “el camino se hace al andar”.

Una visión del largo camino a recorrer no para llegar a la meta, sino para hacer el camino mientras andamos, lo resumió “el encargado de la presidencia” Juan Guaidó al presentarlo en tres términos: 1) cese de la usurpación, 2) gobierno de transición y 3) elecciones libres.

De esa simple enunciación se evidencia que las elecciones libres no son un mecanismo para hacer cesar la usurpación, sino el resultado que se deriva de haberla hecho cesar, por lo cual un gobierno de transición que sustituya al gobierno usurpador y al usurpador Maduro que lo ejerce, puede convocar unas elecciones efectivamente libres, pero las que puede convocar el gobierno usurpador cuyo objetivo es perpetuarse en el poder, no lo son.

Se trata de dos visiones: Una entiende el proceso eleccionario como fórmula para que se exprese libremente la voluntad mayoritaria del pueblo; la otra se origina en la visión de “redentores” que tienen de sí mismos quienes ejercen el poder, para quienes el ejercicio del poder no resulta de un mandato dado por el pueblo por vía electoral y que como todo poder es “esencialmente revocable”, sino de una misión que están llamados a cumplir por lo que las elecciones “necesarias” para “guardar las apariencias”, no son definitorias de quien debe ejercer el poder. Esa definición viene dada por ellos: Son Stalin, Mao, Kim Il  Sun, Castro, Gadafi y desde luego aunque parezca insólito Chávez y Maduro y hasta Díaz-Canel. Si acaso muchos de esos nombres se los tragó la historia y no parecen representar la realidad de hoy, ahí están, desintegrada la Unión Soviética, Putin en Rusia y Lukashenko en Bielorrusia, sin olvidar a Erdogan en Turquía.

Si usted lector quiere encontrar una prueba evidente de lo expresado le diré que sus palabras expresan exactamente lo contrario de lo que ellas significan por sí mismas. Esto no lo digo yo, ya lo expresó George Orwell en su extraordinaria novela profetizadora “1984”. Quiere una prueba. Tome la constitución de 1999 y lea que las tierras de los indios son “inalienables e imprescriptibles” y es por eso que están ocupadas por quienes no son indios y explotan oro, diamantes, coltán y cualesquiera otras riquezas minerales; y por eso a la frase tradicional de nuestras constituciones que reconocían que la soberanía reside en el pueblo le agregaron el adverbio “irrevocablemente”, como advirtiéndonos que se proponían “apropiárselo”. Lo que quiere decir es que residiendo en el pueblo la soberanía y siendo ellos la encarnación de ese pueblo se lo apropian de modo tal que no vaya a caer en las manos de los “enemigos del  pueblo” que somos todos nosotros. ¿Hemos ido a México para no desairar a los noruegos? Nos satisface el acuerdo de paz en Colombia que el pueblo colombiano rechazó, y su presidente obtuvo un Óscar de la Paz, porque eso no fue un Nobel, ¿o es que acaso cesó la guerrilla de las FARC y del ELN? No, no cesó sino que se amplió y ahora opera desde Venezuela porque Chávez les dijo que Venezuela limitaba al oeste con las FARC. No tienen que estar en Colombia porque le cedieron parte del territorio de Venezuela; y salen a firmar un acuerdo en solidaridad con el gobierno del usurpador en relación con el Esequibo, después que ese gobierno abandonó nuestras posiciones por la guía de Castro, no de Raúl, sino del difunto.

 

Caracas, 12 de septiembre de 2021

 

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