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Oswaldo Páez-Pumar: No más antier

 

Si, antier escribía sobre la efervescente multitud que en Chile cree encontrar en la convocatoria de una Asamblea Constituyente el remedio de sus dolencias. Hoy me encuentro con un artículo de Sebastián Edwards un economista, chileno, de notable reputación que con presentación de numerosa data, echa por tierra los imaginarios paraísos a donde se quiere conducir al pueblo chileno y lo compara con lo que sucedió en Argentina hace un siglo y de donde no ha salido todavía, lo cual me ha motivado a volver a escribir sobre lo que ocurre en Chile, pero esta vez para comenzar reclamando de un autor de tanto renombre, que haya omitido hacer referencia a la convocatoria en Venezuela de una Asamblea Constituyente, hace 22 años.

Acababa de ser electo el teniente-coronel Chávez Frías y promovió la convocatoria de una “asamblea constituyente”, a diferencia de la convocada en Chile que fue legítima, ésta era al margen de la constitución vigente, pero encontró eco hasta en los magistrados de la Corte Suprema de Justicia y los recién electos senadores y diputados al Congreso Nacional. Estos últimos serían desalojados no solo de su sede, sino de la representación que acababan de recibir por cinco años, a los seis meses. Los magistrados de la Corte Suprema con el deslave que se produjo el mismo día del referendo que aprobó la “nueva constitución” serían arrastrados por las aguas a sus residencias, salvo unos pocos, “de cuyos nombres no quiero acordarme”, que engranaron y medraron en el nuevo Tribunal Supremo de Justicia por unos cuantos años, aunque creo que ya ninguno de ellos medra en ese organismo “constitucional”, no obstante que un hijo de los nuevos magistrados heredó el cargo, como si estuviéramos en una monarquía.

Presentado ante quienes me lean el escenario de lo que está ocurriendo, no tengo otro camino que tratar de describir cual es el argumento de la obra a cuya representación estamos asistiendo. Dios me ayude. No soy Shakespeare, ni Lope de Vega, ni Calderón, ni Ibsen, ni tantos otros que con su genio le mostraron no solo a sus contemporáneos, sino a quienes nacimos después, cual es, no la obra, sino la vida que vamos transcurriendo, porque fue su propósito enseñarnos a través de sus comedias, dramas y tragedias a captar la cotidianidad de nuestra propia existencia. Vale decir de la vida que estamos viviendo.

La información que nos presenta Sebastián Edwards sobre lo que está ocurriendo en Chile es dramática, solo que él se limita a ponerla en cifras; y no acude como Darío a describir “los motivos del lobo”, que cuando se sintió “lobo malo de repente” fue “siempre mejor que esa mala gente”.No quiero desde luego hacer la más mínima crítica a cuanto Sebastián Edwards expone, lo suscribo todo; y el único propósito de estos párrafos es recordar que, aunque pueda estar equivocado, como tantas veces lo he estado, espero que quienes me lean recuerden que el lobo le dijo a Francisco que en “todas las casas estaban la Envidia, la Saña, la Ira».

 

 

 

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