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Oswaldo Páez-Pumar: No me sorprendería

 

Cualquiera que sea el resultado del atropello perpetrado por Putin contra Ucrania, pareciera que Rusia -después de una recaída en el sueño, más bien en la pesadilla, de la sovietización del mundo que significó y sigue significando la llegada al poder en Rusia de la KGB de manos de Vladimir Putin-  deberá volver a retomar la “desovietización”, que le permitirá integrarse a Europa.

Desde luego, la visión amenazante que percibe Putin es porque habiendo vivido bajo la prolongación del estalinismo hasta la llegada de Gorvachov y la desintegración de la URSS, él que ya había tenido bajo su mando la KGB no puede ver su presidencia sino como la restauración de la URSS.

Si Rusia vio en Europa, primero con Napoleón en tiempo de los zares y luego con la Alemania nazi en tiempo de Stalin y los soviets, dos grandes amenazas a su integridad, no resulta extraño que miren a la OTAN como amenaza y que el crecimiento de esa organización hacia el este, con la incorporación de países que sin ser parte de la Unión Soviética estuvieron sometidos a ella. Menos extraño debe resultar que la incorporación a esa organización de un país que como Ucrania integró la URSS, no sea visto como una amenaza a su seguridad.

Rusia no solo se apartó del colectivismo económico, sino de la estructura totalitaria del poder político, pero apenas duró diez años y la llegada de Putin desde luego no la hará volver al colectivismo económico, que hasta la China abandonó ya en la década de los ochenta del siglo pasado, pero si a la estructura totalitaria del poder político como se mantiene en China y lo pretende Putin.

La metida de pata de Putin que puede provocar su salida del poder político, es una gran oportunidad para retomar la “desovietización” que junto con la desintegración de la URSS se produjo entonces, aunque duró apenas diez años; y Rusia puede venir en compañía de Bielorrusia donde actúa al modo de Stalin otro ex-miembro de la KGB.

Apartarse del colectivismo económico es bueno pero no es suficiente, lo fundamental es que la conducción política regrese al pueblo que es su depositario. Allí está China, que a pesar de haber abandonado la economía socialista de Mao desde las dos últimas décadas del siglo pasado, se muestra transcurridas dos décadas del siglo XXI como una potencia económica capitalista, pero sin abandonar la estructura política del comunismo.

Quizá Rusia, que es vecino de China, puede mañana sentir atractiva su participación en la OTAN.

 

 

 

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