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Oswaldo Páez-Pumar: ¿Será acaso posible?

 

Aunque tengo una inquietud que me atormenta, que es que de lo que escribo pueda sacar provecho la persona a la cual me referiré en este artículo, no puedo resistir la presión que la idea una vez en mi mente ejerce sobre mí mismo y me impulsa no solo a ponerla por escrito sino a hacerla circular. Hace muchos años un viejo y sabio colega me recomendaba para librarme de una presión como la que siento así: “Escríbelo y lo guardas en una gaveta”. No puedo seguir ese consejo, necesito decir y que se sepa lo que ha pasado por mi mente para librarme de ese peso.

Resumo brevemente lo ocurrido, quizá no con toda exactitud pues ha pasado ya  algún tiempo y la memoria es frágil.

El Diario El Nacional reprodujo un artículo de opinión, o quizá fue un reportaje, que un diario español cuyo nombre es irrelevante había publicado, relacionado o referido al teniente Cabello, que según él le causó un daño de carácter moral e introdujo una demanda contra El Nacional, para que el daño moral que se le había causado le fuera reparado de modo material.

Entiendo que es uso corriente en los medios de comunicación, no solo impresos sino también en radio y televisión la reproducción de informaciones, opiniones, críticas y juicios de valor, que emanan de otros medios siendo responsable de su contenido la fuente original, sin que yo pretenda que no se puede encontrar responsabilidad en quienes los reproducen.

Lo cierto es que el reclamo del teniente Cabello para que se le reparase  en términos materiales el daño moral que se le había causado fue acogido en los tribunales venezolanos, imagino que hasta nivel del TSJ porque dada la entidad de la pretensión se han debido cubrir todas las instancias posibles del proceso, que ha terminado (ignoro si hay todavía alguna otra instancia) con la determinación de unos daños que serán resarcidos con un inmueble de muy respetables dimensiones ubicado en la urbanización Los Cortijos donde se levanta el edificio propiedad del diario, de la empresa periodística.

Del resultado de esa empresa judicial acometida con éxito por el teniente Cabello ha venido a mi mente la idea de que como el daño moral no conoce límites territoriales, y siendo la publicación reproducida en el Diario El Nacional causante de una reparación mil millonaria, pues ese es el valor del inmueble en los Cortijos y no precisamente en bolívares, ni en bolívares fuertes, ni mucho menos en bolívares soberanos; con una “jurisprudencia” favorable el teniente debería pensar, o acaso es mucho pedir, en dirigir su acción contra quien es el verdadero causante de los daños, que está allá en España, sin temer que por el hecho de ser venezolano, un extranjero allá en España, los jueces vayan a sentirse proclives a dictar una sentencia “nacionalista”.

No puedo concluir estos pensamientos que me han atormentado, sin traer uno nuevo que me atormenta más; ese pensamiento es que el teniente no puede, o mejor dicho no debe, darse por satisfecho con la reparación económica obtenida aquí en Venezuela, porque el daño moral no conoce de límites territoriales y podría causarse a sí mismo un daño moral, si da todo por concluido.

Por esto que escribo, no quiero que mis lectores me malinterpreten como si estuviera dando consejos profesionales al teniente; lejos de mí tal aventura, pero mi visión de más de medio siglo de ejercicio profesional me dice que el daño moral reparado por la sentencia “local” siempre será vista como complaciente y el daño moral si lo hubo, persistirá. Si no lo hubo, lo creará.

 

 

 

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