Dictadura

Oswaldo Páez-Pumar: ¿Será posible un daño mayor?

 

Hace un par de días escribía sobre la reparación, en términos materiales, del daño moral que se le había causado al teniente Cabello por la reproducción de una información relativa a unos  hechos que había recogido el Diario El Nacional, pero originados en el diario ABC de España.

La cuantía de esos daños es señalada en la sentencia condenatoria a El Nacional en “petros” y en mi opinión debió ser en bolívares  -por ser constitucionalmente la moneda de curso legal-, aunque la condenatoria pueda ordenar también el pago efectivo en moneda extranjera (dólares, libras, euros etc.) o en cripto monedas como el petro, que no parece tener mucha aceptación, aunque desde luego algo más que el bolívar, a pesar de que cuando Chávez lo debilitó quitándole tres ceros lo llamara fuerte y prescindiera luego del uso del apellido, quedando con el solo nombre de bolívar; ni tampoco importa que el usurpador Maduro entregada la soberanía de la nación a Cuba, remedara a Chávez apellidando al bolívar “soberano”, y quitándole nada menos que cinco ceros, para luego olvidar el nuevo apellido.

Lo cierto es que la condenatoria a El Nacional, convirtiendo los petros a dólares y los dólares a bolívares es por un monto de: 31.843.014.940.710,00 bolívares que dicho en palabras y no en números es treinta y un billones ochocientos cuarenta y tres mil catorce millones novecientos cuarenta mil setecientos diez bolívares, sin céntimos. No sé si podría darle a los lectores la expresión en palabras del monto involucrado, si le añado a la cifra dada los ocho ceros suprimidos en el tránsito de bolívar a bolívar débil, llamado fuerte, y de este al soberano que abdicó de la soberanía. La cifra es: 3.184.301.494.071.000.000.000,00. Seguramente el distinguido matemático venezolano Francisco J. Duarte podría expresarla en palabras con solo verla, pero ya falleció y yo renuncio a hacer el esfuerzo.

En mis muchos años de ejercicio profesional una sentencia condenatoria a pagar “daños y perjuicios” se hacía tomando posesión de los bienes de la parte perdidosa, pero no para ser entregados a la parte ganadora, sino para sacarlos a remate y desde luego ésta, la parte ganadora,  podía participar en el proceso de puja y ofrecer en pago el crédito originado en la sentencia. Mucha agua ha corrido bajo los puentes y lo que pasó ahora con el teniente Cabello y El Nacional, lo viví con un cliente cuyo nombre me reservo para evitarle mayores perjuicios, si acaso pudieran causársele, que habiendo sido expropiada su empresa fue desalojado de ella por fuerzas militares que acompañaron al juez ejecutor del fallo y todavía mi cliente espera el pago de la indemnización que de acuerdo con la constitución debe efectuarse en forma previa.

Este artículo lleva por título una pregunta y todo cuanto he narrado es para preguntarme a mí mismo y a quienes me lean acerca de la posibilidad de causar un daño mayor. He encontrado la respuesta en un escenario a varios kilómetros de distancia del inmueble de El Nacional ubicado en Los Cortijos, que es parte de la zona metropolitana de Caracas pero situado en el Estado Miranda. Mucho más allá del Estado Miranda, en el estado Apure hay unos militares capturados por, hasta donde llega mi información, grupos disidentes de las FARC de Colombia y golpea mi cabeza la pregunta de si los capturados alguna vez participaron en algún enfrentamiento similar al que tuvo lugar en Los Cortijos y se “acostumbraron” a ver la toma de control de una posición como un paseo, o a enfrentarse a las marchas de civiles desarmados, y ya eso los predispuso a ver sus movilizaciones como “ejercicios” de exhibición y no combates reales. Les han dañado y les siguen dañando el alma.

 

 

 

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