CorrupciónDictadura

Oswaldo Páez-Pumar: Sin mencionar al autor

 

Me llega entre tantos correos uno portador de un anatema contra el usurpador Maduro, pero que no proviene de la oposición, sino más bien de la fuerza originaria que lo llevó allí, es decir, del chavismo. Nos informa el remitente de una confrontación interna que desplaza a ciertos seguidores de Chávez, entre los cuales desde luego figura el denunciante, y ese desplazamiento es la causa de su protesta que encuentra en las propias palabras de Chávez la base y fundamento para formularla: “Dejémonos de sectarismo. Vistámonos de humildad.”

Yo desde luego no recuerdo haberle oído esa frase al difunto, pero debo confesar que nunca pude resistir más de 10 a 15 minutos su verborrea ramplona, insultante y engreída por lo que no tengo ningún argumento que esgrimir para negarle la autoría de ese par de frases que hoy invoca un seguidor suyo para enrostrárselas al usurpador, como argumento para participar en el nuevo régimen.

Lo que creo es que el desarrollo natural de toda dictadura conduce necesariamente a un proceso de concentración por el cual se hace cada vez más exclusiva y por lo tanto más excluyente. Es un proceso inverso al que realiza quien aspira alcanzar el favor popular como modo de acceder al gobierno, por lo que eso no significa que quien es recibido con beneplácito en el momento cuando se persigue su voto, sea bienvenido siempre, menos aun cuando su voto ya no es necesario porque se ha alcanzado el poder; y de él lo único que se espere es su respaldo a quienes están encargados de ejercerlo.

Desde luego si quienes están ejerciendo el poder tienen necesidad de recibir para sí o para otro de los miembros de la misma causa el respaldo recibido al tiempo de acceder al poder, porque hay el peligro de perderlo, entonces la conducta se modifica no para atender lo que reclama el protestatario que dio su apoyo, sino para ofrecerle esa atención una vez reafirmado en el poder, quizá hasta para manifestarle su arrepentimiento por no haberlo atendido y ofrecerle alguna explicación, que puede ser desde alguna imposibilidad real o inventada, o hasta la insólita de no haber podido escuchar su reclamo, porque había quienes para su propio interés impedían que voces como las del reclamante llegaran a sus oídos.

El poder es un polo de atracción que como imán atrae con fuerza a quienes lo quieren para servirse de él y a quienes lo quieren para servir a través de él. Los que contemplan o los que contemplamos esa lucha por alcanzarlo, no somos ajenos a la misma, pero si creemos que nos mueve más la idea de servir a través de él y no la de servirnos de él, debemos cargar con la culpa de que el poder caiga en manos de quienes se servirán de él, es decir, de los peores. Esto no es un invento mío. Lo dijo Sócrates hace más de 2400 años.

Pero lo peor que se oculta en este mensaje que envío a través de este pequeño artículo es que nuestro informante, que invoca a Chávez para reclamar que “cese el sectarismo, que nos vistamos de humildad”, no se detiene ahí, sino que citando al teniente-coronel (r) nos mostró el vestido de humildad que tenía puesto y lo volvió a citar “Nadie tiene por qué estar erigiéndose en caudillo, porque aquí mando yo, porque aquí se hace lo que yo mando, que aquí se hace lo que yo diga…”. Y ¿saben otra cosa? Dicen que dijo, que desde el fondo de su corazón había elegido a Maduro, cuando el que eligió a Maduro fue Castro.

 

 

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