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Oswaldo Páez-Pumar: Todavía algo más sobre Ucrania

 

Los hechos, desde luego, siempre han expresado con más claridad lo que las palabras intentan explicarnos. Cuando Ucrania dio a conocer su interés en acercarse a la OTAN no se expresaba con la misma claridad que lo hizo Rusia cuando acometió la invasión. Cuando los países integrantes de la OTAN manifestaron su rechazo a la invasión rusa (estuve tentado de escribir soviética) no se expresaban con la misma claridad que lo hacía Vladimir Putin.

Cuando la “Unión Europea” nacida en ese trío de Alemania, Francia e Italia con Adenauer, Schumann y De Gásperi fue recibiendo las solicitudes de incorporación de tantos otros países europeos,  la U.R.R.S. vio el proceso como algo molestoso que no podía detener.

Cuando los países que a pesar de su “hipotética” independencia de la Unión Soviética, experimentados por haber padecido la intromisión no verbal sino real, como fueron Hungría, Checoslovaquia (hoy las repúblicas Checa y Eslovaca) y Polonia se acercaron al tiempo de la unificación alemana a la Comunidad Económica  Europea era incuestionable que ellas se integrarían también a la OTAN pero no parecía adecuado a la U.R.S.S., “todavía no desintegrada”, pretender impedir la adhesión de estas naciones a una organización nacida para contener su propósito de tomar Europa.

Pero ahora después de la desintegración que siguió a la caída del muro de Berlín, son los países ex-integrantes de la U.R.S.S. los que buscan en la OTAN el respaldo frente a las apetencias de un vecino ambicioso, que nació no solo por la revolución de Lenin y Stalin hace ya un siglo en el siglo XX, sino muchos años antes con los zares, Pedro en el siglo XVII y Catalina en el siglo XVIII.

La resistencia ucraniana expresa con más elocuencia que las palabras de Volodimir Zelenski, que la vocación del pueblo ucraniano es ser ucranianos y no rusos, ni están interesados en construir un nuevo imperio, como Putin, que se cree un nuevo Stalin, pues aunque era muy niño cuando éste murió fue formado y forjado en la KGB, y está predestinado, dígase lo que se diga, a creerse que es la reencarnación de Stalin.

Caracas, 2 de mayo

 

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