Si comienzo advirtiendo a quienes me lean que se trata de un mal pensamiento, no es para desestimular la lectura, sino para franquearme con quienes lo hagan impulsado por ese viejo dicho no carente de razón que dice “piensa mal y acertarás”.
Han transcurrido al momento cuando escribo 22 años 4 meses y 12 días desde que Chávez Frías asumió la presidencia, pero la recomendación de Castro sobre el trato al “lumpen proletario”, porque podrían ser de ayuda cuando ni las policías ni la fuerza armada estaban “catequizadas”, no se produjo a raíz de la toma de posesión sino tiempo después y desde luego antes de los sucesos de abril de 2002, cuando comenzó la complacencia con esos cuerpos, que participaron activamente en el ataque a los manifestantes. Tiempo después se les llegó a entregar zonas para que fungieran de autoridad y a las cuales se les calificó con el título de Zonas de Paz. Un testimonio inaudito lo representa “Cotiza” en San Bernardino que fue resguardo de la policía, cuando no existían tantas policías.
Acabamos de ser informados de una batalla campal que se desarrolló en La Vega entre “las fuerzas del orden” y las “fuerzas que también pudieran llamarse del orden”, si tenemos en cuenta que en las prisiones son los “pranes” quienes mandan y en múltiples zonas, en donde las fuerzas policiales y desde luego militares no hacen acto de presencia para imponer el respeto a la ley, éstas otras fuerzas si lo hacen para imponer el respeto a “su ley”.
Y yo me pregunto, no por mal pensado sino por sorprendido con la acción desarrollada con tanta firmeza contra esas autoridades existentes en La Vega, de las cuales se habla con toda naturalidad desde hace bastante tiempo y no viene a ser sino ahora cuando se intenta recuperar para las fuerzas “digamos revestidas de un manto de legalidad”, la autoridad para imponer el orden por cuenta del gobierno; y no que sea impuesto por una autoridad que deriva su facultad de hacerlo, no de ley alguna, sino de la fuerza para imponerse sobre sus vecinos.
En medio de esas dudas, o más bien llamémoslas inquietudes o angustias, por no poder descifrar qué es lo que está pasando, vino a mi memoria, el recuerdo de un “pran” así como éste de La Vega que sin embargo no está recluido, como si lo estaba nada menos que en nuestra preciosa Margarita el pran que lo antecedió y murió, aunque a lo mejor, ¿debo quizá corregirme y decir a lo peor? tampoco lo estaba, pero lo cierto es que sus compañeros del “pranato” sí lo estaban y se dieron a la tarea de despedirlo como se despide a un “general”, con el disparo de sus armas en eso que en su argot llaman “salvas”.
¿Cómo pudieron esos presos proveerse de ese poder de fuego dentro de la cárcel? ¿Cómo no lo utilizaron para salir? ¿Cómo es posible que un “elemento” de la Guardia Nacional respondiera a la pregunta de un periodista “nosotros no tenemos nada que ver con lo que hay adentro, sino únicamente del acceso de personas a la cárcel, Dios bendito, no de las armas, ni de las municiones que “de bola” que entraron.
Y fue ese recuerdo lejano, ni siquiera el nombre del fallecido lo recuerdo, en realidad ni su nombre lo reportó la prensa, o acaso sí, pero se le conocía por el mote, el apodo, como a este “nuevo líder” de La Vega, lo que me hizo preguntarme ¿por qué ese ataque contra quien hasta ayer operaba con la tolerancia del gobierno? Fiat Lux, dice la Biblia, creo que me vino, aunque desde luego puedo errar. Luego de lo ocurrido en Apure con las FARC, la Fuerza Armada “dizque bolivariana” necesitaba una acción gloriosa.