Oswaldo Páez-Pumar: Una manera de coincidir
Hace unos años, cuando también como ahora se planteó la divergencia entre dos grandes sectores de “la oposición” (gratia argüendi) sobre si debíamos o no concurrir al acto de votación convocado por el gobierno y por lo tanto validarlo “porque los espacios no se ceden” y porque “la única ruta de una “oposición democrática” no es otra sino la que es pacífica, legal y electoral, abordé este tema. Sugerí entonces, en un artículo como este, concurrir a los centros de votación no para votar, sino simplemente para dejar constancia de que somos más y nos debíamos colocar en fila en la acera opuesta a quienes concurrían a votar.
El 16 de julio de 2017, al margen del CNE y de “Tibisay”, sin que mediara palabra mía, hicimos una demostración contundente de nuestra mayoría y unos cuantos días después, el usurpador desplegó una votación para elegir una “inconstitucional asamblea constituyente” cuyo resultado fue desmentido por los propios directivos y dueños de la empresa que había provisto al CNE de los equipos “hardware” y los programas “software” para las elecciones desde el referéndum revocatorio del año 2004. ¡Cómo sería de grueso lo que hicieron! que la empresa que había disfrutado por 14 años de un contrato en exclusiva se “vio obligada a desmentir el resultado”, quizá pensando en nuevos clientes no quebrados económicamente, o pagando con fondos no provenientes del narcotráfico, pero tenía para eso que marcar distancia.
Ahora puede la oposición intentar una acción concertada entre los abstencionistas y los partidarios de no ceder espacios. Vamos a votar todos.
Si los abstencionistas aceptamos ir a votar, los partidarios de no ceder espacios ¿aceptan ir a votar en las urnas que se usaron el 16 de julio del 2017, colocadas en la acera en frente de los centros de votación que abrirá el CNE? Yo, así iría a votar por ellos y cuántos más como yo. Es verdad que perderán la oportunidad de obtener una curul, y aunque no serán muchas, acaso no es verdad que “bien vale París una misa”.
Por otra parte, son muchos los venezolanos en el exterior. Por lo que me parece que si las dos oposiciones quieren marchar unidas, condición sin la cual no se participará, es que los venezolanos en el exterior voten. En consecuencia, toda embajada y todo consulado debe estar preparado para recibir a quienes decidan ejercer su derecho al voto; y todo aquel que decida ejercer su derecho al voto podrá concurrir a la calle donde está ubicado el consulado o la embajada y votar en lo que tenga dispuesto para tal fin la embajada o el consulado, o en las urnas que se usaron en Caracas el 16 de julio de 2017, desde luego colocadas en la acera “de enfrente” a la embajada o al consulado, ya que de lo que se trata es de “enfrentarnos”.
La propuesta es sencilla, como todo lo que ofrece la democracia, o más bien como todo lo que espera el ser humano de su vida en sociedad. Solo falta la seguridad para los electores. En el exterior no hay problema. En Venezuela, sí lo hay y para eso está la fuerza armada y el plan república, aunque ya no seamos República. Pero que pueden hacer ¿matar a los de la acera enfrente, como han hecho en algunas manifestaciones? ¿Entregar a los colectivos el control de los centros de votación?