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Oswaldo Páez-Pumar: Una noticia anticipada

 

En realidad no puedo tratar lo que escribo como noticia, ni siquiera anticipada, es más bien un pronóstico que me llega a través de un artículo de Anne Applebaum sobre la guerra en Ucrania que puede leerse AQUÍ, cuya traducción de Marcos Villasmil recibí junto con el texto original en inglés.

Debo comenzar por decir que la actitud asumida por los países miembros de la OTAN, incluido desde luego Estados Unidos de América, al tiempo de la invasión en febrero del corriente año, me pareció inadecuada y hasta diría cobarde, especialmente cuando unos meses después la petición de Suecia y Finlandia, fuera acogida de modo tan diferente.

Desde luego ni Suecia ni Finlandia formaron parte de la U.R.S.S. como si lo fue Ucrania, pero en ese norte de Rusia y en la salida al Atlántico a través del Báltico están situadas Lituania, Letonia y Estonia que sí lo fueron y han sido admitidas en la Unión Europea.

La paralización de la OTAN ante la invasión rusa a Ucrania se puede atribuir a la verborrea de Putin sobre la capacidad nuclear de Rusia y al hecho de que su persona es reconocida como, digamos “fantasiosa”, para que su verborrea sobre esa capacidad nuclear no sea algo a lo que no se deba prestar atención, aunque no tanto como para que esa verborrea origine una paralización.

Pero regresemos al tema, ¿qué es lo que produce en la mente de los analistas de esa desigual guerra, el que se comience a hablar de una derrota del ejército ruso? Creo intuir que la  simple observación de lo ocurrido es la causa única y definitoria de una opinión que comienza produciendo no solo sorpresa, sino estupor a medida que los hechos llenan los días, y las visiones optimistas comienzan a abrir paso al desencanto que causa el transcurso del tiempo sin ver los resultados.

Creo recordar que al iniciarse la ofensiva en febrero se estimaba que podía concluir en marzo, pero no fue así, porque marzo pasó y luego abril, mayo, junio, julio, agosto y la mitad de septiembre y se aproxima el invierno que por supuesto será igual para rusos y ucranianos; y no puedo menos de recordar que, aunque carecía de la capacidad nuclear que hoy pregona Rusia, en ese entonces con el ejército mejor dotado y por qué no decirlo, tenía también a quien era considerado el general más diestro, Bonaparte, que para mí carece de la gloria que se le atribuye, pero al cual la historia le ha dado ese puesto, aunque se da por sentado hoy que mejor General que Napoleón fue el General Invierno, porque luego de que el francés acometiera la invasión de la Rusia de los zares, tuvo que retirarse como una advertencia de lo que luego sería Waterloo.

Pero no fue el invierno, fue el pueblo ruso resistiendo la invasión y en la otra punta de Europa los españoles, sin invierno, ya que supimos que iban “…roncas las mujeres empujando los cañones…” resistiendo la invasión.

El pueblo ruso que resistió la invasión napoleónica recibe de retruque del pueblo ucraniano una réplica que no está en capacidad de resistir, porque es algo muy distinto lo que ellos hicieron allá en 1812, y que inmortalizó Tchaikovsky, que lo que pretenden hacer en 2022.

Quizá Putin es el único que cree en Stalin. Por algo fue el último jefe de la KGB. Los soldados rusos enviados al combate no se tragan esa fantasía de Putin ni con bombas nucleares.

 

 

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