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Otra victoria de Uribe

En un país de ciegos el tuerto es rey. Por eso el próximo presidente de Colombia será Germán Vargas Lleras. O el que diga Uribe.

Estamos a pocos meses de las elecciones, y ninguno de los otros candidatos despegó. Mejor dicho, no despegó ninguna de las tres banderas que los antiuribistas intentaban levantar: la de la corrupción, la de la paz y la del hambre.

1. Con la cadena de escándalos de corrupción que hoy por hoy son la única noticia de Colombia, mis amables lectores seguramente votarían por el candidato o candidata que pueda sacarnos de este lodazal.

Pero mis lectores son la inmensa minoría, y las minorías no ganan elecciones. Estamos llenos de políticos corruptos porque la mayoría de la gente vota por políticos corruptos. Y no lo hace por bruta o ignorante, sino porque esos políticos les sirven para algo.

Además de lo cual no es para nada claro quién sería el que logre acabar el lodazal, porque tenemos varios aspirantes, porque en todos los bandos hay cosas que esconder, y porque no basta con que el presidente sea honrado para acabar con los políticos corruptos.

2. Si las mayorías fueran más inteligentes, votarían sin duda contra el hambre. Es la bandera que alguna vez ha ganado en el resto de América Latina y en Colombia va a ganar algún día porque nada se hace contra el hambre.

Pero la izquierda no va a ganar ahora porque está dividida. Y porque Gustavo Petro tiene el bloqueo impenetrable de los medios y de los organismos de control.

3. La bandera de la paz se hundió porque la paz que se podía ya se hizo. Elegir a Humberto De la Calle para que acabe de cumplir lo que a nadie le interesa que se cumpla sería el imposible de una segunda reelección de Santos.

La paz no pondrá votos, pero el odio a las Farc se ha trasmutado habilidosamente en otra cosa que sí pondrá votos: el “castrochavismo”. Este es el nuevo nombre del sentimiento que moviliza más a los colombianos, la añoranza o la exigencia de autoridad, familia y religión contra la oscura amenaza de guerrilleros, delincuentes, comunistas y gais. La bandera que sí mueve opinión, y cuyo nuevo paladín es… Vargas Lleras.

Lo que no es opinión es maquinaria, y ya sabemos quién tiene maquinaria. Así que el enemigo de Vargas es Vargas porque a la gente no le cae bien. Pero tiene al fiscal para tapar o destapar corruptelas, tiene a los empresarios y a los contratistas, tiene a los medios que ya empezaron a empaquetarlo, tiene a los políticos profesionales, y es de derecha dura por convicción.

Tiene además a Uribe, aunque la gente no se acuerde de que fue su peón de brega en el Congreso y en el horror del acuerdo con las Auc. Como tampoco notaron que fue Uribe el senador que impidió prohibir la elección del vicepresidente en la reforma constitucional de hace dos años.

Solo que Uribe preferiría no elegir a otro traidor, y por eso entre la primera y la segunda vuelta verá si puede montar a alguien que crea más seguro.

Así que —al paso que vamos— la campaña consistirá otra vez en esperar a que Uribe resuelva “la encrucijada del alma” que tanto —y en mi opinión tan mal— marcó y sigue marcando la historia de un país donde el tuerto es el rey.

* Director de la revista virtual Razón Pública.

 
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