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Otzi tiene herederos

Otzi – Así lucía el hombre de hielo. Foto ABC

El hallazgo de científicos del Instituto de Medicina Legal de Innsbruck en las muestras de ADN, de que 19 de los 3.700 habitantes de una región del Tirol son descendientes de Ötzi, ha sido otra sorpresa del  fascinante ancestro apodado el Hombre del Hielo, que vivió hace cinco mil años.

Helmut y Erika Simon, un matrimonio alemán, lo descubrió en el otoño de 1991 a 3200 metros de altitud cerca del Similaun, en el Alto Adigio de los Alpes entre Austria e Italia, y creyendo que se trataba de un homicidio o algún explorador extraviado dieron aviso a la policía y se sorprendieron cuando las investigaciones revelaron que era un hombre de la Edad del Cobre, conservado de manera estupenda gracias al manto glaciar.

Erika y Helmut Simon. Foto © Claus Felix/epa/Corbis

Lo bautizaron Ötzi, cariñosamente, y desde entonces su acartonada humanidad se halla entronizada en una sala especial del Museo Antropológico de Bolzano, para frenar la descomposición y extraer el máximo de información y conocer cómo vivieron y murieron nuestros ancestros en aquellos tiempos de permanente combate contra la naturaleza implacable y su entorno tribal, todavía más cruel.

Ötzi en Bolzano

El hurgaje de sus patologías interesó notablemente a biólogos y antropólogos porque en su tiempo no estuvo Ötzi expuesto a los riesgos de la obesidad o el sedentarismo que hoy asociamos a los achaques del corazón, y los estudios revelaron que los antepasados de la momia emigraron del Cercano Oriente en el periodo neolítico y podía vincularse con habitantes de regiones tan remotas como Córcega y  el Cáucaso.

Ahora sabemos que el cuerpo pertenecía a un cazador prehistórico de 1.60 centímetros y 50 kilos de peso, su apariencia física fue recreada por una pareja de artistas holandeses especializados en paleontología, con ojos marrones y el rostro ya cruzado de arrugas, aunque apenas había cumplido 45 años, y el mapa genético reveló que su grupo sanguíneo era O+ (muy extraño en Europa), que era propenso a una enfermedad cardiovascular, sufría horrores por el mal de Lyme y fue flechado y rematado de un garrotazo para robarle su magro bagaje de hierbas y granos secos mientras atravesaba por un sendero montañés.

Creían que era una osamenta de un asesinato reciente, pero en realidad era Ötzi, la momia. Foto cortesía http://palaciosiciar.tumblr.com

Y mueve a compasión imaginarlo, herido y solitario, refugiándose bajo una saliente de la montaña para conservar al máximo su calor, resignado a una plácida muerte por hipotermia que imaginó anónima, erróneamente; porque cincuenta siglos más tarde reapareció para contribuir con sus andrajos y el contenido de sus vísceras al conocimiento de nuestra azarosa historia.

Varsovia, diciembre de 2025.

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