Panamá: Una Cumbre, dos tiempos
Comenzamos a escribir esta nota apenas concluir Raúl Castro su naftalínica intervención este sábado pasado por la mañana, en la llamada Cumbre de las Américas. Salvo por alguna mención a Hugo Chávez, Lula y Kirchner, a las conversaciones actuales entre Estados Unidos y Cuba, o a su descubrimiento de que “el Internet es un invento maravilloso”, sus palabras podrían perfectamente haber sido dichas hace diez, veinte, o treinta años. Y es que los Castro quieren mantener lo fundamental del régimen en el pasado, administrando con mucha mano izquierda el presente y el futuro. Su apuesta es que pueden lograr cambios y aperturas que rindan beneficios a la golpeada ciudadanía cubana, sin ceder el monopolio del poder. Que Cuba avance, pero con la mirada siempre puesta en el pasado.
Las palabras de Raúl Castro, mostrándose en su intervención como todo un personaje shakesperiano –a ratos de sus comedias, por momentos, de alguna de sus tragedias- se dieron luego de lograr el objetivo fundamental buscado en su viaje a la Cumbre: la foto con Obama.
Una sola gran verdad afirmó: “los venezolanos están pasando por lo mismo que pasamos los cubanos; están sufriendo lo mismo.” Claro, él se refería al embargo –que él llama bloqueo- norteamericano, pero cualquier lector informado sabría que la realidad de lo que afirmaba hoy está representada por las graves tribulaciones que sufren los venezolanos ante las medidas económicas a la cubana que está empecinado en implementar Maduro.
En claro contraste, están las palabras de Obama acerca de los tiempos futuros. Destacó que desde que llegó a la presidencia el intercambio comercial de su país con América Latina aumentó en un 50%. Él sí hizo referencia a lo que podría pasar, no a la que ya pasó: avances en tecnología, promoción y búsqueda de una educación de calidad, desarrollo integrado de las infraestructuras.
Dos visiones temporales, dos apuestas, dos estrategias, dos legitimidades: el futuro representado por las propuestas norteamericanas, y el pasado, con los “países del ALBA”, los denominados socialistas del siglo XXI, velando sus fallecidas ideas. En el medio, un buen grupo de presidentes en teoría demócratas que muestran una gran indiferencia ante los temas realmente importantes, y que no actúan cohesionadamente, como sí lo hacen los autoritarios.
Castro, con su coro de albistas, tratará por todos los medios de obtener beneficios y ventajas de las nuevas relaciones con EEUU, intentando mantener como sea la bota totalitaria. Eso lo saben todos, incluyendo Obama. Los que aspiran a ver resultados inmediatos en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba, deben tener en cuenta que unas relaciones tan complejas nunca admiten escenarios simples. Y veamos esta paradoja: los que critican a Obama porque los resultados de su acercamiento a Cuba –que no solo al régimen- no son inmediatos, no son instantáneos, son los mismos que defienden que se mantengan unas medidas que han fracasado por medio siglo. Increíble.
Lo importante de esta Cumbre no fue solo el retorno de Cuba al tablero regional, sino la forma en que Estados Unidos ha regresado al tablero interamericano, con una nueva legitimidad en sus relaciones con los vecinos del sur. Del resto poco que decir, ya que lamentablemente hay que recordar una vez más las carencias de muchos de los actuales mandatarios latinoamericanos, expresiones cabales de la más importante diferencia entre un político de campaña y elecciones, de intereses y ambiciones, y un estadista: ir más allá de la mera palabrería, de la foto y el apretón de manos, y practicar con sus acciones de gobierno los valores sustantivos de la democracia, de la defensa de los derechos humanos, del respeto a la dignidad de la persona humana.
Quien haya pensado que de verdad estos señores jefes de gobierno de América Latina discutirían la agenda de fondo, es decir la mejora en la cooperación en educación, salud, energía, medio ambiente y seguridad ciudadana, debería recordar que ninguno de los presidentes latinoamericanos está particularmente interesado en una cooperación que implique atacar la celosamente guardada soberanía de los estados, es decir, la soberanía de sus gobernantes. Porque la verdad es que todos estos escenarios de reuniones de altos políticos latinoamericanos, si por los presidentes fuera, serían meras reuniones de socios de un club privado, donde nadie más debería meter sus narices. Y ello es así debido a que estos señores y señoras, en sus eternas reuniones sin resultados concretos, en Panamá una vez más parecían un grupo de viejitos jubilados del Rotary Club. Ancianos en sus ideas y en sus visiones del mundo. Al lado de ellos, los presidentes del hemisferio que impulsaron la creación de la OEA fueron unos auténticos visionarios.
En estas reuniones tendría que hablarse, por ejemplo, de la protección a la libertad de expresión, amenazada en Venezuela, Ecuador o Argentina, e inexistente en Cuba; la defensa del pluralismo, de los derechos humanos, así como de la unificación de los servicios de inteligencia nacionales para luchar contra los enemigos transnacionales, como el narcotráfico, y no para servir de verdugos de sus ciudadanos, como es el caso venezolano.
Debería discutirse el grave problema que significa que los avances que se habían obtenido sobre todo en economía están dando paso de nuevo a la incertidumbre, a la duda, con un crecimiento previsto en la región para este año de 1,3% según el FMI (casi la mitad al de las economías avanzadas), y que sin embargo ello no va a conducir a la disminución del escandaloso e indefendible gasto en compra de armas –encabezado por el gobierno de Maduro-.
Habría que haberse tocado asimismo el tema de los avances tecnológicos necesarios en la región, como propuso el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, quien destacó, en la Cumbre Empresarial de las Américas, la necesidad de lograr el acceso global a la red por parte de todos los latinoamericanos.
Por ello, de esta Cumbre lo que en realidad merece señalarse, como un hecho no de tiempos pasados, sino del actual siglo XXI, es la serie de reuniones programadas para la sociedad civil latinoamericana, que son de derecho los auténticos representantes de sus países. No importan los intentos de saboteo por parte de las bandas castristas y chavistas; eran de esperarse y los medios se encargaron de mostrarlos en su inmensa villanía. Porque es importante que la disidencia cubana interna pueda salir al mundo, pudiendo defender sus ideas en foros fuera de la isla. Y a pesar de los ataques, de la violencia que el régimen cubano quiso imponer como si estuviera en su territorio, pudo contactarse con sus hermanos del exterior, y con los demócratas venezolanos. Y el reconocimiento de la oposición cubana en las cumbres llevadas a cabo paralelamente a la cumbre oficial representa una clara victoria sobre el oficialismo cubano, que siempre ha negado su existencia.
Obviamente, hay que destacar el documento de apoyo a la democracia venezolana firmado por los ex-presidentes iberoamericanos; la iniciativa, que comenzó con sólo algunos de ellos, creció y creció, hasta que no pudo ser obviada, y ha comenzado a romper el bloque de hielo de la indiferencia de algunos de los jefes de gobierno de la región, como Dilma Rousseff, o el presidente de Uruguay, Tabaré Vásquez.
Vásquez, por cierto, compartió la mesa con Obama en la cena de gala ofrecida por el presidente panameño a sus colegas invitados. ¿Quiénes faltaron a la cena? Raúl Castro, Cristina Kirchner, Evo Morales y Nicolás Maduro.
Las palabras de Castro, junto a las de Correa, Kirchner, Maduro o cualquiera de los representantes de los tiempos pasados, en su extensión y vacío de ideas de avanzada, son una excelente muestra de parte del liderazgo político actual de la región caribeña, centro y sudamericana. Fueron, en palabras de Shakespeare, un auténtico “cuento dicho por un idiota, lleno de ruido y furia, y sin ningún sentido.” No solo por su mala oratoria, sino porque en términos de legitimidad, ni el castrismo ni el chavismo lograron mejorar las percepciones que de sus regímenes tiene la opinión pública. Los únicos “trends” que Maduro logró activar en las redes sociales se debieron a la ridiculez de llevar un supuesto doble, al cacerolazo recibido la noche de la apertura de la Cumbre, y a su supuesta admiración por el gran guitarrista “norteamericano” Eric Clapton, quien en realidad es más inglés que un plato de fish and chips.
Los socios latinoamericanos de este peculiar Rotary Club, en su silencio e indiferencia frente a las violaciones a los derechos humanos y a la Carta Democrática por parte del régimen chavista, siguen desoyendo la opinión de los ciudadanos, que se expresa desde el cacerolazo que recibió Maduro la noche de la inauguración del evento, o mediante los constantes resultados de la encuesta Latinobarómetro, donde los Castro y Chávez siempre han quedado como los presidentes más impopulares y rechazados, o la reciente encuesta realizada en Cuba, donde Obama emerge como el líder más popular, los Castro bastante quebrantados –no sólo físicamente-, y según la cual más de dos millones de cubanos escuchan Radio Martí.
La presencia de Maduro evidenció una vez más su pleito perenne con la realidad, con la cultura, con el sentido común. Increíble su visita a El Chorrillo (que él llamó Chorrillos), donde pidió justicia para los fallecidos durante la invasión norteamericana, lo que lo convirtió en el hazmerreír de la prensa panameña –un periodista le recordó que en vez de estar pidiendo justicia en Panamá, debería darla en Venezuela, y que “si va a defender a los panameños, comience por pagar la deuda que su país tiene con la Zona Libre y con la aerolínea Copa-.”
Maduro tampoco logró apoyos para incluir en una Declaración Final que finalmente no se dio una condena a los EEUU por sus medidas contra los funcionarios del régimen. Y es que cada día está más solo. Hasta los beneficiarios de PetroCaribe se reunieron con Obama, que representa para ellos el futuro, mientras Maduro tiene rostro de pasado. Raúl Castro lo manipula y lo usa, y él a su vez no entiende por qué Castro el Menor se abre y fraterniza con los mismos Estados Unidos que condenan a su régimen.
Por cierto, toda el circo de los millones de firmas se quedó en nada. Ni una mención en Panamá a ellas.
La verdad es que si no se hubiera dado la reunión Castro-Obama, si los ex-presidentes iberoamericanos no hubieran firmado la condena a los abusos del chavismo, si no hubiera habido el encuentro de la sociedad civil, esta Cumbre hubiera recibido menos seguimiento mediático que un juego de cricket en Milwaukee.
Gracias a estos pasivos liderazgos de barro y cartón piedra, oportunistas y faltos de visión, es que se da la paradoja de que una América Latina y un Caribe que como ya decíamos ha obtenido en los últimos años claros logros sobre todo en resultados económicos, sigue siendo uno cero a la izquierda en la arena mundial. Estos jefes de Estado dicen expresar la voluntad de sus pueblos, pero ¿en verdad lo hacen? Ejemplifican un liderazgo que prefiere estancarse en el pasado, indiferentes a las violaciones a los derechos humanos del régimen de Maduro, en vez e intentar la travesía hacia el futuro, oyendo las propuestas de cooperación económica que expusiera Obama en Panamá. Como diría un fanático del béisbol: estos miembros del Rotary Club presidencial latinoamericano no tienen nada en la bola.
Bueno…a causa de la des legitimación de Venezuela para ser el vocero de América Latina ,ahora sale a paso de trote de animal grande el Presidente de Ecuador -lanza en ristre- proponiendo dividir el continente en dos bloques:por una parte USA -quizá acompañado de Canadá y de arrastre México -para que la división quede mas coqueta geográficamente…. y por otra el resto del pedazo de planeta: América Latina -Caribe .
Y conste : esto planteado en el siglo XXI cuando ya ha nacido la consciencia de que somos un punto miserable en el vasto espacio sideral y luego de la creación de las Naciones Unidas :todas de distinto tamaño,color,olor y sabor , y de que cada 18 minutos una nave tripulada por los antiguos enemigos irreconciliables:USA-URSS le dan una miradita a los que acá abajo aun padecemos de ceguera ideológica cargada de cinismo, amargura y vista chata. De seguro la segunda ponencia ecuatoriana ha de ser que ni le va a hablar,ni a vender nada a USA para ser absolutamente consecuente con su postura de que los de allá son rubios,ojos azules, speak in English,mientras los de acá todos somos indígenas, hablamos en lenguas antiguas y somos de seguro nacidos de otro Adan y otra Eva primigenios. Aviados estamos con las ocurrencias del Socialismo del siglo I nacido en las postrimerias del XX.