DictaduraÉtica y MoralPolítica

Paola Bautista de Alemán: Intereses torcidos

Paola Bautista de Alemán | Red Forma

 

 

En días recientes, he escuchado voces que promueven con vehemencia la participación en la farsa electoral del 27 de abril. Abren noticieros e inundan los medios de comunicación masivos. Dan ruedas de prensa y ofrecen entrevistas. Están solos en el “espacio público” (o en lo que queda de él). Sorprende la soltura, la ausencia de censura y el tono complaciente. No confrontan al opresor, pero son implacables con los oprimidos. Los conozco. Son los de siempre: los que aseguraron que las primarias serían una chapuza, los teóricos de la candidatura potable, los profetas del desastre electoral… son ellos y ¡No nos representan!

Apelan a argumentos extemporáneos. Disfrazan de cientificismo sus abismos intelectuales. Dejan de lado lo obvio, al tiempo que escudriñan razones que no convencen a nadie. Porque debemos reconocer que este país no es pendejo y advierte sus torcidas intenciones. Cuando los escucho, me pregunto: ¿A quién representan? ¿A quién le conviene esta agenda? ¿Tienen legitimidad? De tenerla, ¿cuál es su origen? Animada por estas inquietudes, escribí estas reflexiones. Como siempre, son ideas abiertas al tiempo y a sus consideraciones.

Comencemos por el principio: la representación política. Es un fenómeno asombroso. Es ese momento en el que pueblos enteros encuentran su voz en la de una persona. Se dice fácil, pero no lo es. Es esa sincronía que permite la acción colectiva y el desarrollo de la historia. En democracia, se formaliza a través del voto. En dictadura, es diferente. Al no existir mecanismos de representación formal, se apuesta a la construcción de una representación real que derrote la opresión y abra puertas a la libertad.

Entre 2023 y 2025, los venezolanos creamos mecanismos de representación formal al margen del Estado… ¡El 22 de octubre encontramos nuestra voz! En rebeldía, rehabilitamos la capacidad de representación de nuestro liderazgo. Esta hazaña nos debe llenar de orgullo. Fue y es un extraordinario logro ciudadano. De esta manera, se reseteó el tablero opositor. Después de casi un cuarto de siglo de lucha democrática, el país votó por María Corina Machado y le dio la espalda a los partidos políticos que habían marcado el ritmo hasta ese momento.

Esa foto renovada de la oposición venezolana aún está vigente; así lo revelan las encuestas y el sentir popular. Esa impronta carcome a quienes se niegan a aceptar que el país les pasó por encima y, desde que dejaron de ser nuestra voz, hacen del resentimiento y la frustración sus coordenadas políticas.

María Corina Machado y Edmundo González Urrutia son nuestra voz: ¡Ellos nos representan! Aún con las incertidumbres propias de la lucha democrática y con los desafíos por venir… ellos son los portadores de la representación formal —más de siete millones de votos— y de la representación real en nuestro país. Y, desde ese sitial de honor que fue ganado a pulso, han dicho que participar en la farsa electoral del 27 de abril no abona a nuestros fines de liberación. Entonces, ¿a cuenta de qué o de quién vienen a torcer el rumbo que juntos hemos escogido? ¿Por qué se esfuerzan en quebrar la unidad lograda? ¿A quién le conviene eso?

Esta posición solo beneficia a Nicolás Maduro. Detrás de quienes hoy nos desoyen está la perversidad del régimen. Es una forma sofisticada de cooptación. Las fuerzas y los liderazgos que llaman a la participación entienden que su supervivencia política depende de las concesiones del poder central. Saben que solo podrían triunfar en una elección si avanzan sobre los cadáveres de sus competidores, quienes están presos, exiliados o muertos. Y ahí es donde radica el verdadero problema del llamado a participar: difícilmente, quienes llevan ese estandarte lucharán por la liberación y la democracia de nuestro país.

Los mueve una lógica de poder que se agota en sus intereses particulares. Están conscientes de sus limitaciones y saben que en democracia jamás ganarían una elección. En un tarjetón que reciba a todas las opciones electorales y en donde podamos votar en libertad, ganarían quienes hoy no pueden competir. Me pregunto: en democracia, cuando Juan Pablo Guanipa sea el candidato a la gobernación del Zulia, ¿quién ganará esa elección? Ustedes y yo sabemos la respuesta. Lo reitero: esos espacios no aportarán a la causa de liberación nacional y serán una espada de Damocles que reposará sobre el pescuezo de quienes hoy viven de las burusas que deja caer la dictadura.

Entonces, me vuelvo a preguntar: ¿a quién representan? ¿A quién le conviene esta agenda de división y de desconocimiento del liderazgo escogido en las primarias? ¿A quién le conviene pasar la página? Quienes hoy llaman a participar en la farsa electoral del 27 de abril no representan los intereses de los venezolanos y son operadores fieles de la agenda normalizadora de la dictadura. Por eso, se esmeran en estabilizar y perpetuar el ecosistema autoritario que les da vida y les permite gozar de algunos privilegios.

La coyuntura que enfrentamos es existencial. La dictadura ha creado un horizonte sin matices. Y demanda posiciones personales e institucionales. Como es evidente, Primero Justicia lidia con este desafío. Lo hacemos con la misma disposición que nos ha caracterizado hasta el momento. Con profundo orgullo, afirmo que siempre hemos hecho todo lo posible por impulsar la mejor versión de nosotros mismos al servicio del país.

El testimonio de lucha de María Beatriz Martínez y de Juan Pablo Guanipa, entre tantos, así lo evidencia. Por eso, declaro con firmeza que la gran mayoría del partido, la que no sale en televisión abierta y ha dado lo mejor de sí en todo momento, es fiel al país y a sus deseos de libertad. Las voces que la dictadura amplifica en el espacio público no nos representan. Son los mismos de siempre. Los conozco y los he padecido.

Primero Justicia debe decidir entre reafirmar su decisión de acompañar al país o colaborar con la agenda de consolidación autocrática de Maduro. Lamentablemente, solo tenemos esas dos opciones… Sé que es difícil y que el régimen acude a formas perversas de presión para doblegar la conciencia de nuestros dirigentes, especialmente de quienes integran nuestro Comité Político Nacional.

Aun así, en medio de las coacciones indebidas adelantadas por quienes deberían ser nuestros compañeros de lucha democrática, me atrevo a decir que veo el futuro con esperanza. Admiro a ese pueblo resiliente y honesto que es capaz de sacudirse el polvo y seguir adelante. Este país va a avanzar, con o sin nosotros… de la mano de quienes sí nos representan.

Al final, como ha ocurrido en otras latitudes, la historia recordará el testimonio de quienes hemos decidido resistir… el obrar de quienes optaron por claudicar, no quedará ni para el recuerdo.

 

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Botón volver arriba