Para el “Grupo de Puebla” hay protestas malas y protestas buenas
Así como existe dentro del nuevo grupo una concepción diferente dependiendo del lugar y de los gobernantes, existe también una coincidencia, y es que lo mismo que se plantea dentro de las bases del “Grupo de Puebla” es lo que plantea Nicolás Maduro: Que en Chile y Ecuador hay que protestar, pero hacerlo en Bolivia está mal.
Durante el fin de semana se celebró en Buenos Aires, la segunda reunión del “Grupo de Puebla”, una coalición internacional -si cabe el término- creada hace muy poco, pero que coincide casualmente con el intento de resurgir de la izquierda latinoamericana cuando parecía estar más debilitada. El encuentro comenzó con las palabras del recién electo presidente de Argentina y anfitrión del evento, Alberto Fernández, quien inició celebrando la salida de la prisión de Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil, pero terminó condenando lo que según este grupo fue un “golpe de Estado” en Bolivia este domingo 10 de octubre.
Para comprender parte de lo que está sucediendo en Latinoamérica, es importante conocer lo que significa -y más aún, lo que puede llegar a significar- el “Grupo de Puebla”; pero también sucede al contrario, porque no se puede entender esta unión de dirigentes políticos sin ubicarnos en el complicado contexto actual de la región.
Entonces, ¿qué es el “Grupo de Puebla”? Es un foro político creado el 12 de julio de este año (pocos días antes de la reunión del Foro de Sao Paulo en Caracas realizada en julio) que tiene como fin “hacer que los espacios políticos progresistas se adueñen del mañana”, tal y como está expresado en su propia página web. Para lograr ese fin, proponen como ejes principales la redistribución de la riqueza, la inclusión social, el debate del cambio climático, etc. Las banderas con las que llegaron al poder todos los líderes de la izquierda que gobernaron durante buena parte de lo que va de este siglo.
El encuentro realizado en la capital argentina tuvo como razón principal discutir sobre las ideas y acciones progresistas, buscando “evitar que la derecha siga ocupando espacios”, pero también enviar un mensaje claro sobre la concepción de la política que ellos plantean, y es que los principales referentes fueron el propio Alberto Fernández y Marco Enríquez-Ominami, político chileno que maneja los mismos conceptos que tanto se han escuchado los últimos años de los gobiernos más radicales de la izquierda latinoamericana: Izquierda-derecha, socialismo-capitalismo salvaje, revolución-oligarquía, soberanía-imperio.
Fernández y Enríquez-Ominami estuvieron acompañados de nombres altamente conocidos, como los ex presidentes: Dilma Rousseff, de Brasil; Ernesto Samper, de Colombia; Fernando Lugo, de Paraguay; José “Pepe” Mujica, de Uruguay, entre muchos otros. Al observar los nombres que aparecen, y ampliando los muchos otros que conforman el “Grupo de Puebla”, queda bastante claro el origen y las ideas que puedan ser expresadas.
En las diferentes exposiciones que se dieron a lo largo de los tres días del foro, se tocaron los temas de Chile, Ecuador, Bolivia, Brasil y de la realidad de la región en general; realidad que, según varios de los discursos escuchados, es producto de “los últimos cuatro años de conservadurismo en Latinoamérica”, y con esa afirmación, marcaron sus posturas ante situaciones importantes, pero claramente sin medirlas con la misma vara. Repudiaron los hechos en Ecuador, pero fueron tibios con Venezuela. Condenaron lo sucedido en Chile, pero apoyaron a Evo Morales en lo que, según la Organización de los Estados Americanos (OEA), fue una elección viciada. El comunicado emitido desde el foro catalogó como golpe de Estado lo ocurrido en Bolivia, obviando lo que había ocurrido anteriormente en ese país.
“Una vez más, la constitución y el Estado de derecho de Bolivia fueron violados interrumpiendo un mandato constitucional. Los graves hechos ocurridos en los últimos días se intensificaron en Bolivia. Fuerzas de la oposición desencadenaron movilizaciones políticas acompañadas de actos de violencia, humillación de autoridades democráticamente elegidas, invasión, saqueo y quema de casas, secuestro y amenazas de familiares para llevar a cabo un golpe de Estado y forzar la renuncia del presidente Evo Morales y su vicepresidente Álvaro García-Linera, legal y democráticamente elegidos”,
Así comenzó el comunicado del “Grupo de Puebla” sobre lo ocurrido en Bolivia, replicado en las cuentas de Twitter de la mayoría de los firmantes y ampliado en diferentes canales de televisión. Tal fue el caso del ya mencionado Marco Enríquez-Ominami quien, en una entrevista con el canal Todo Noticias (TN) de Argentina profundizó sobre su pensamiento, y el que parece ser el proyecto general del grupo al que representa.
El chileno mencionó que “la derecha no permite a la izquierda gobernar”, pero parece extraña esa aseveración, pues habló desde Argentina, país que gobernó el kirchnerismo durante 12 años ininterrumpidos y quien acaba de elegir a Alberto Fernández, candidato kirchnerista como su nuevo presidente. Habla de un “complot” internacional liderado por la OEA, pero es extraño también, pues el Secretario General de dicha organización es Luis Almagro, quien fue miembro del Frente Amplio en Uruguay, partido de izquierda que tiene 15 años gobernando ese país.
Enríquez-Ominami (y el propio comunicado señalado más arriba) trata como golpe de Estado lo ocurrido este domingo en Bolivia, pero no hace referencia a que Evo Morales se presentó a las elecciones cuando el pueblo había votado en un Referendo para que eso no sucediera. También le restó importancia a la interrupción de los resultados emitidos por el cuerpo electoral boliviano, y reiniciado 24 horas después otorgándole los 10 puntos de diferencia que necesitaba el presidente Morales para evitar la segunda vuelta.
Así como existe dentro del nuevo grupo una concepción diferente dependiendo del lugar y de los gobernantes, existe también una coincidencia, y es que lo mismo que se plantea dentro de las bases del “Grupo de Puebla” es lo que plantea Nicolás Maduro: Que en Chile y Ecuador hay que protestar, pero hacerlo en Bolivia está mal. La coincidencia se hace más significativa, pues nunca hubo una posición clara sobre el régimen venezolano, autor de más de 7.000 ejecuciones extrajudiciales (verificado en el Informe sobre Venezuela de la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas) y si bien no hubo referentes del chavismo en el foro realizado en Argentina, tampoco existió una condena a la dramática situación que se vive en Venezuela.
El “Grupo de Puebla”, entonces, surgió con la meta de devolverle a la izquierda regional el poder que tuvo durante más de 10 años, y de ser un contrapeso del “Grupo de Lima” y de los principales gobiernos “de derecha”, comenzando por el de Jair Bolsonaro en Brasil. “El Grupo de Puebla va a ser la voz que se levante para contar lo que pasa en América Latina y de donde salgan los dirigentes que van a poner a la región de pie…” expresó el presidente electo de Argentina; y no existen dudas de la voz que van a querer levantar, de lo que sí quedan dudas es de las formas que usarán.