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Patricio Navia: El desafío de administrar las expectativas

Para mantener el entusiasmo a favor del proceso constituyente, los líderes políticos que se identificaron con esa opción deben buscar alguna forma de mostrarle a la gente que su voto produce resultados. De lo contrario, nuevamente, serán superados por la fuerza de la calle que se sabe aplastantemente mayoritaria.

 

La aplastante victoria del Apruebo en el plebiscito del 25 de octubre terminó siendo tan amplia como anticipan las encuestas. Con una victoria así de aplastante, el prolongado proceso constituyente que se inició ayer enfrenta el complejo desafío de administrar adecuadamente las altas expectativas de cambios concretos que existen en el país. La promesa es que la nueva Constitución traerá los cambios que la gente quiere en pensiones, salud y educación. Pero ahora viene un proceso prolongado y complejo para elegir a los miembros de la convención constitucional y para determinar las reglas que regirán su funcionamiento. Como pasarán dos años antes de que tengamos una nueva Constitución, los políticos que busquen conducir el proceso constituyente deberán ser muy cuidadosos en la forma en que administran las altas expectativas de cambio que ahora tiene la población nacional.

Por cierto, contrario a lo que sugerían los sondeos, la participación electoral no aumentó sustantivamente. Una parte importante de los chilenos no consideró relevante sumarse al esfuerzo por redactar una nueva Carta Fundamental. Precisamente porque el proceso constituyente fue la respuesta que entregó la clase política al estallido social, la baja participación en el plebiscito del 25 de octubre debe ser interpretada como una advertencia a que la paciencia de la gente pudiera agotarse antes de que culmine el proceso constituyente. Es más, precisamente porque casi uno de cada dos chilenos en edad de votar no se presentó en las urnas, el esfuerzo por canalizar institucionalmente el descontento popular no fue del todo exitoso.

Con todo, como toda victoria electoral implica consecuencias concretas en un plazo prudente, el Apruebo necesita identificar ahora algunos cambios que se puedan materializar en las próximas semanas. No se le puede decir a la gente que ahora se tiene que ir a la casa y esperar hasta que se elija a la Convención en abril de 2021. La gente quiere ver que su aplastante voto a favor del Apruebo tendrá consecuencias observables. Para mantener el entusiasmo a favor del proceso constituyente, los líderes políticos que se identificaron con esa opción deben buscar alguna forma de mostrarle a la gente que su voto produce resultados. De lo contrario, nuevamente, serán superados por la fuerza de la calle que se sabe aplastantemente mayoritaria.

Una forma de demostrar consecuencias concretas es pedir que se adelanten las elecciones presidenciales y legislativas para el mes de abril de 2021. Es verdad que el cálculo político chico probablemente lleve a los partidos a desechar esa opción. Pero va a ser difícil pedirle a la gente que se arme de paciencia y espere 5 meses para escoger a los miembros de la convención constituyente. Ya que una de las razones más poderosas que explican el amplio apoyo al proceso constituyente fue precisamente las expectativas de mejores pensiones, más salud y mejor educación, los líderes del Apruebo deberán buscar alguna forma de demostrar que la votación del 25 de octubre ha producido un cambio en el rumbo del país.

Aunque el gobierno del Presidente Piñera no tomó partido ni por el Apruebo ni por el Rechazo, es evidente que ha sido superado por los hechos. Habiendo ganado las elecciones de 2017 con un discurso opuesto a un proceso constituyente, el gobierno hace rato que perdió su hoja de ruta y su rumbo. Si bien ahora buscará ser garante del proceso constituyente, Piñera dejará el poder varios meses antes de que la convención constituyente termine su trabajo. Sin agenda, sin apoyo y liderando una coalición dividida, Piñera ya resulta más un estorbo que un activo para los partidos de derecha.

En las filas del oficialismo, las fuerzas del Apruebo han salido fortalecidas. Es verdad que un 20% de la gente votó por el Rechazo, lo que muestra la fuerza que tiene la derecha más dura del país. Pero ese 20% no alcanza para ganar elecciones. El intento de José Antonio Kast de realizar una toma hostil de la derecha desde su militante defensa del Rechazo ha fracasado. Los aspirantes presidenciales del oficialismo tendrán que salir de los líderes que estratégicamente se ubicaron en las filas del Apruebo. Pero ellos también estarán presionados para mostrar resultados concretos relativamente pronto. Ellos serán los primeros que marquen distancia del gobierno de Piñera y se dediquen a hablar del proyecto de país que quedará plasmado en la nueva constitución. Los principales promotores de minimizar a Piñera y hacerlo desaparecer de la arena pública serán los presidenciables de derecha.

El 25 de octubre los chilenos votaron mayoritariamente Apruebo, señalando una clara voluntad de canalizar las demandas sociales por vías institucionales. Pero precisamente porque el diseño institucional obliga a una espera demasiado larga entre esta votación histórica y el momento en que se empiece a redactar una nueva Constitución, los líderes del Apruebo deberán ser cuidadosos en manejar las altas expectativas para evitar que el entusiasmo de la gente que salió a votar termine por hacer que el proceso de cambia se vuelva a salir del cauce institucional.

 

 

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