Juan Guaidó no es un improvisado. Tampoco un paracaidista o un naive de la política. Por el contrario, ha demostrado ser “un extraordinario jugador de ajedrez”, en opinión de la abogada, escritora y excongresista venezolana, Paulina Gamus.
¿Cómo interpreta la reacción de la gente frente a Juan Guaidó tomando en cuenta la volubilidad de nuestra sociedad?
El 23 de febrero, con el fracaso del ingreso de la ayuda humanitaria, se esparció una cierta decepción. Pero Juan Guaidó ha demostrado ser un extraordinario jugador de ajedrez, movió las piezas de una exitosa gira por varios países del continente y regresó triunfal al país. Fue un desafío que dejó en ridículo al régimen usurpador de (Nicolás) Maduro e incrementó el apoyo al Presidente interino.
Ahora, su estrategia se ha dirigido a viajar hacia otras ciudades del país. Su acto de masas en Valencia, el viernes 16 de marzo, fue apoteósico. Mientras siga estudiando y cuidando cada movimiento en sus planes para el fin de la usurpación, creo que no disminuirá la esperanza que representa para millones de venezolanos y para las naciones amigas que lo han reconocido como el Presidente legítimo de Venezuela.
¿Guaidó se convirtió en un líder? Por ahí hablan del efecto Guaidó. ¿Cómo evalúa su gestión?
El joven ingeniero Juan Guaidó no salió de la nada, ocupaba el cuarto puesto en la línea dirigente de Voluntad Popular. Quienes lo antecedían en esa especie de jerarquía partidista, estaban inhabilitados, exiliados o asilados. Esa circunstancia es lo único que podemos atribuir al azar. No es un improvisado, un paracaidista o un «naive» de la política. Se formó y se forjó en el campo minado de la oposición al chavismo. Y ha sido un diputado de brillante actuación además de un luchador de calle. Prefiero llamarlo revelación porque es el mejor mentís a la letanía de muchos opositores sobre la carencia de líderes en nuestro lado. Juan Guaidó es uno de ellos y lo que más sorprende y entusiasma, además de su inteligencia, es su madurez y el aplomo con que se ha enfrentado a las pruebas más difíciles, sin abandonar su sencillez y espontaneidad.
¿Qué opinión tiene sobre la aplicación del artículo 187, numeral 11, de la Constitución?
El problema no está, en mi opinión, en que la Asamblea Nacional autorice o no la intervención extranjera sino en que la misma sea autorizada por el Congreso de los países que supuestamente la emprenderían. Ya hemos visto que no es nada fácil, no hay unanimidad de criterio entre países amigos que apoyan la gestión de Juan Guaidó y de nuestra Asamblea Nacional. Ni siquiera en los Estados Unidos a pesar del compromiso que el presidente Donald Trump y sus más importantes colaboradores han asumido con el rescate de la democracia en Venezuela, hay condiciones para una intervención militar. Lo deseable y creo que al final ocurrirá, es que el fin de la usurpación sea negociado y pacífico.
Efectos del apagón: ¿marca el fin de un proyecto político de despojo y dominación, como señalan algunos analistas?
Ha sido la más grave y patente demostración de su incompetencia, latrocinios y de su insensibilidad ante el sufrimiento colectivo. Procuraron dar la vuelta a la tortilla, buscando culpables en el “Imperio”, en el mismo Juan Guaidó y hasta en periodistas críticos de la gestión usurpadora. Nadie les ha creído. Han sido patéticos en su ignorancia y crueles en su indiferencia ante las pérdidas de vidas y de bienes. Son sospechosos de haber estimulado los saqueos que se produjeron en distintos sitios y especialmente en la ciudad de Maracaibo. El discurso de Maduro y sus cómplices va dirigido al 10% de la población que aún lo apoya y a sus socios y acreedores internacionales. Y su invocación pública para que lo defiendan, a los Colectivos y a otros grupos paramilitares francamente delictivos, parecen una confesión involuntaria de su pérdida de confianza en las fuerzas del orden público.
¿Hay una salida política pronta?
Imposible dar una respuesta sin tener una bola de cristal. Lo único recomendable en nuestro caso es tener paciencia y confianza. Nunca, en los últimos veinte años, hemos estado tan cerca y tan seguros de que habrá un cambio definitivo y vendrá el fin de la pesadilla en que nos sumió el chavismo. Pero no creo que alguien pueda fijar fecha y hora de ese final.