El motivo de la tardanza da igual. No haberse presentado el día acordado, más allá de la falta de respeto, dice mucho sobre la seriedad con la que el chavismo-madurismo asume unas negociaciones, cuya importancia reside en que son una bocanada de esperanza para quienes quieren recuperar el bienestar y la paz en el país. Los escépticos se anotaron un punto.
Pero que toda la delegación del oficialismo se fotografiara muy sonriente con una foto de Alex Saab es una provocación. A lo mejor el proveedor de los carteles no entregó a tiempo y ese fue el motivo de la demora. Ridiculez aparte, desde que empezó el proceso los voceros de Maduro y él mismo han hecho lo imposible por sabotearlo dejando en evidencia que acuden obligados por la presión internacional. Puede que, entonces, valga la pena ignorar su juego y forzarlos a que cumplan su palabra de que, además de hablar de la recuperación de activos de la República se tiene que hablar de democracia y de derechos humanos. O de asuntos como el central de esta ronda, la Mesa de Atención Social para promover programas de nutrición infantil, trasplantes y vacunación
¿Será que el país mediador o alguna de las naciones acompañantes -excluimos a México, pues ya está visto que no hará nada al respecto- pueden pedirles a los representantes de Maduro un poco de sensatez o por lo menos un comportamiento menos vergonzoso? Si están buscando una excusa para levantarse de la mesa de negociaciones hay que recordarles que asumieron un compromiso para abrir caminos a la solución de la crisis, ruta que pasa, entre otras cosas por unas elecciones presidenciales libres y transparentes y el respeto a los derechos humanos. Ya Noruega les envió esta semana un mensaje claro sobre este último asunto: son delitos que deben ser castigados.
Son precisamente la cantidad de denuncias, de informes sobre crímenes de lesa humanidad y persecución a opositores lo que motiva a países como Noruega a mediar entre los dos bandos. Otro incentivo para intentar facilitar conversaciones entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición es la preocupación por la crisis de refugiados y la situación humanitaria, que también requieren acciones inmediatas que el gobierno chavista no puede seguir ignorando.
Ya basta de aparentar que están dispuestos a dialogar en pro de mejorar la calidad de vida de los venezolanos. Las soluciones tienen que ser concretas. Y el mundo debe mantenerse atento frente al cinismo y la irresponsabilidad, cualidades que los venezolanos detectaron desde hace años pero que a lo mejor para otros sean una novedad. Si lo que se busca no es un nuevo rumbo para el país, ¿a qué jugamos?