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Pedro Campos: ¿Quién está armando la «tormenta perfecta»?

 

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Karina Marrón, la sud-directora del periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista levantó revuelo con su aseveración de que “se estaba armando la tormenta perfecta”, la cual podría dar lugar a un nuevo Maleconazo como el de agosto/1994.

Aunque arriesgada y nada agradable para sus jefes, su declaración dejó caer una gran verdad desde el mismo oficialato. Pero no abordó, no podría abordar, con precisión qué podría significar esa tormenta, quién la estaba armando, dónde y cómo se gestaba…en fin esas y otras interrogantes que hacen que una información sea más o menos precisa.

Sí, porque dependiendo de las respuestas a estas preguntas, la tormeta se puede enfrentar o puede no comprenderse por dónde va a pasar y cuáles puedan ser sus consecuencias.  Si se sigue creyendo que la culpa la tienen “el imperialismo, el bloqueo, la mafia de Miami y la holgazanería de los trabajadores cubanos”, pues estamos achicharrados como país y poco nos quedaría para convertirnos en otro estado fallido más.

Sin embargo, los que llevamos ya decenios analizando la situación cubana y buscando encontrarle una salida que permita a nuestro pueblo evitar el agujero negro al que nos lleva el estatal-socialismo, sus líderes y defensores, hace tiempo venimos aportando respuestas a estas interrogantes que no salen, no pueden salir, en el prensa oficial por razones obvias.

Para nosotros está muy claro que la tormenta, la revuelta popular (qué) se está armando desde la alta dirección del gobierno cubano (dónde)  y específicamente lo que queda del fidelismo terminal (quién), el cual se aferra intolerantemente a morirse en el poder bajo cualquier circunstancia , sin cambiar nada esencial en el modelo de centralización de la política y la economía del país (cómo), para lo cual acude a la aplicación más consecuente de las recetas estalinistas sobre el papel del estado, el partido y la represión en su aberrado “socialismo”, puede implicar (para qué) un desastre aún peor para la nación cubana.

Y quede muy claro que la responsabilidad no va a ser solo del anciano recalcitrante:  será compartida también por toda la dirección del gobierno-partido-estado que sabe perfectamente y desde hace muchos años, que el país debe cambiar, debe democratizar sus estructuras, diversificar sus formas productivas, abrir el mercado y socializar su economía, para evitar un colapso masivo.

Pero no lo hacen porque no quieren contradecir al máximo líder, le tienen miedo y también porque temen perder el control del país y todos los beneficios que recibe la nomenclatura por su lealtad a una causa que saben perdida. No saben que quien encabece la transición seguirá jugando un papel importante en la sociedad cubana, sea quien sea y a pesar de anteriores disparates, tendrá el honor de figurar en la historia como el iniciador de la apertura democrática.

El fidelismo apostó al petróleo venezolano y, a costa del agotamiento del propio proceso político de Venezuela, logró mantener un tiempo sus políticas voluntario-populistas que le permitieron seguir contando con el respaldo interesado de una parte del pueblo. Pero la situación en Venezuela se hace cada vez más insoportable y son menores las posibilidades de poder seguir suministrando el petróleo que necesita el gastón modelo estatalista para su funcionamiento.

Fuerzas chavistas y funcionarios del propio gobierno madurista están conscientes de que ya no pueden seguir aferrados al modelo estado-céntrico copiado del fidelismo ni continuar aportando al gobierno cubano. Si la oposición venezolana llegó a controlar ampliamente la Asamblea Nacional, fue precisamente por la arbitrariedad y los errores de las políticas económicas de Maduro.

El grifo del petróleo y la ayuda soviética se cerró de momento y el venezolano lo está haciendo poco a poco, pero es muy probable que se cierre totalmente en breve tiempo, sea porque se celebre el referendo revocatorio o porque a Maduro y a los suyos no quede otra alternativa dada la grave crisis económica venezolana.

El pueblo cubano demanda a gritos libertad para poder enfrentar autónomamente las soluciones a sus problemas, pero el estadocentrismo, los monopolios estatales, las regulaciones arbitrarias siguen limitando el trabajo por cuenta propia y al asociacionismo que permita a los cubanos organizarse para producir, intercambiar sus productos y vivir de su esfuerzo propio.

El fidelismo paternalista y autoritario no admite que los cubanos podamos vivir independientes de su subordinación, de sus absurdas imposiciones y de su manera de concebir la vida y la sociedad.

Ante tanta ignominia a la gente solo quedan tres caminos: 1-adaptarse a la nueva esclavitud estatal y sus regulaciones, 2-enfrentarse inerme a un estado represor todopoderoso a costa de ser constantemente hostigado, perseguido, golpeado o encarcelado o 3-escapar como los cimarrones, pero en vez de monte adentro, mar afuera como sea posible, porque para más desgracia los cubanos vivimos en una isla y arriba de eso, ahora los gobiernos latinoamericanos nos cierran sus fronteras.

Y precisamente uno de los resultados de la tozudez gallega de la dirección fidelista está siendo ese éxodo masivo incontrolable que amenaza con convertirse en un problema grave en el Estrecho de la Florida, cuando no en una explosión social de incalculables consecuencias. Esa sería la “tormenta perfecta” que organiza y alimenta el fidelismo. No se está fabricando en Miami ni en Washington.

El pueblo cubano debe precaverse y prepararse para enfrentarla.  La oposición y el pensamiento diferente, deben  echar a un lado diferencias,  protagonismos personales y sectarismos y estructurar una concertación democrática amplia y plural, capaz de enfrentar el mal tiempo y organizar la reconstrucción que tendrá que ser con todos los cubanos de buena voluntad, de dentro y de fuera.

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