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Pedro contra Pedro

«La estrategia de los sanchistas no puede competir con su gran adversario: la hemeroteca. El Pedro de hoy tiene a su mayor enemigo en el Pedro de ayer»

Como a cualquier persona no fanatizada, me generaron cierta inquietud las imágenes de la reunión de Pedro Sánchez con los diputados y senadores socialistas en el Congreso para hacer balance de los resultados de los comicios autonómicos y municipales y justificar el adelanto de las generales al próximo 23 de julio. El tono monocorde y compungido con el que pretendió presentarse como la víctima de una campaña de desprestigio, humillación y desinformación de la extrema derecha -llegando a comparar a Feijóo con Trump o Bolsonaro- no se correspondía ni con sus gestos, ni con sus expresiones: daba la sensación de que oteaba el recinto para localizar cualquier atisbo de disidencia o crítica entre los asistentes.

Los socialistas presentes en el acto se afanaron mucho en aplaudir las palabras del líder con impostado e hiperventilado alborozo, temerosos de ser los siguientes guillotinados políticamente por el que todavía es su secretario general. Fue un espectáculo con reminiscencias norcoreanas, en absoluto edificante, que evidenció que algo no funciona como debiera en la psique presidencial. Bien es cierto que tal conclusión no cabe fundamentarla únicamente en ese discurso, sino en el errático diseño de la estrategia electoral del PSOE para el 28 de mayo que, sin pretenderlo, enfrentaba a Sánchez consigo mismo. Y todo indica que, para el 23-J, apuesta por tropezar otra vez con la misma piedra.

El lema socialista de la precampaña para las recién celebradas elecciones fue: «Defiende lo que piensas». Según la web del partido, este eslogan hacía «un llamamiento a la reflexión, a confrontar los hechos frente a los bulos y la política útil frente al insulto vacío y la descalificación». Vamos, exactamente lo mismo en lo que están ahora: adjetivar a la oposición con toda clase de improperios mientras visibilizan a su paladín presidencial como la sufrida víctima de una cruzada de bulos y de insultos. Un absoluto desatino que, como apuntaba el lunes Antonio Caño en un artículo para este medio, no sólo profundiza en la indeseable polarización que paraliza a nuestro país, sino que en modo alguno puede competir con el gran adversario al que se enfrentan los sanchistas que pretenden construir relato aprovechando el cortoplacismo del votante: la hemeroteca.

«No hay en España un ejemplo mejor de trumpismo que Sánchez arremetiendo contra los trumpistas»

Basta con invertir un poco de tiempo en buscar vídeos o noticias de lo que opinaba Pedro sobre una determinada cuestión hace apenas tres años -y compararlo con lo que sostiene ahora- para concluir que nuestro presidente, o bien es un mentiroso compulsivo capaz de casi cualquier cosa con tal de mantener el poder, o bien sufre algún tipo de trastorno de la personalidad que yo no soy quién para diagnosticar.

Porque claro, escuchar a Pedro denunciar las mentiras o las desinformación es tan contradictorio y absurdo como la defensa de la propiedad privada por un comunista. Mas como apuntó Thomas Moore, los hipócritas son como las manecillas de las encrucijadas, señalando a los demás el camino que ellos no siguen. O dicho de otra forma: no hay en España un ejemplo mejor de trumpismo que Sánchez arremetiendo contra los trumpistas.

Para demostrarlo, no es necesario recordar cuando el Pedro candidato a presidente renegaba de cualquier acuerdo de gobernabilidad con Podemos porque no le dejaría dormir por las noches debido a que, entre las exigencias del líder morado, estaban las de controlar la Fiscalía General del Estado, el CNI o Radio Televisión Española. Ni cuando aseguraba que jamás pactaría con Bildu. Tampoco las veces en las que afirmó que la sentencia del Tribunal Supremo que condenaba a los líderes del procés por un delito sedición se cumpliría en su integridad y que no habría indultos. Cosas que prometió que no haría y que hizo, confiando en que no le pasarían factura.

En línea con lo anterior, y como no podía ser de otra forma, el Pedro que en junio de 2023 propone al actual líder de los populares nada menos que seis debates, contradice al Pedro que en 2019 únicamente aceptaba un debate electoral con todos los candidatos y rechazaba el cara a cara con Casado. Y dice seis como podría decir diez, porque con este tema -como con todos los demás- ha asumido que hallará la victoria en la hipérbole.

«Vago, ignorante y cínico fueron algunos de los apelativos que 11 ministros socialistas dedicaron a Feijóo el pasado verano»

Y cómo olvidar la estrategia orquestada por Moncloa -y ejecutada obedientemente por los socialistas- de denunciar las ofensas que padece Su Persona a manos de los medios de comunicación y la oposición. No hay ministro o alto cargo del PSOE que no haya tenido que publicar un tweet plantilla lamentando los ataques injuriosos sin precedentes dirigidos contra Pedro. Ni que decir tiene que, amén de un exceso rayano al ridículo, la maniobra demuestra nuevamente confiar en la memoria de pez de los votantes: vago, ignorante, cínico, mentiroso, sectario o inmaduro fueron algunos de los cariñosos apelativos que nada menos que 11 ministros socialistas dedicaron a Núñez Feijóo el pasado verano.

Por ejemplo, Miguel Iceta aseveró que «Feijóo actúa como un ignorante, un sectario y un incompetente». La titular de la cartera de Ciencia, Diana Morant, tachó de «mentiroso» a Feijóo y le reprochó parecerse cada día más «a líderes antidemocráticos como Trump». Por su parte, la ministra de Educación y portavoz del PSOE, Pilar Alegría, dijo de él que era «el primo de Rajoy pero vago en conocimientos» animándole unas semanas después a «estudiar un poco más». Reyes Maroto, por entonces responsable de Industria, manifestó que el líder popular estaba en un discurso «pesimista y negacionista», lo cual remató la portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, tildándolo de «obstruccionista» y «frívolo».

Difícil encaje tiene este rosario de descalificaciones e improperios del equipo sanchista con el discurso oficial de su mesías: «No al ruido, la crispación, las descalificaciones o los insultos de aquellos que pretenden con su actitud sumir a la política en eso, porque no tienen otra cosa que ofrecer o lo que tienen no lo pueden mostrar porque no conecta con las necesidades, demandas y anhelos de la mayoría social». Esto dijo Sánchez el pasado mes de marzo en un mitin en Huelva. Ya ven que una cosa es predicar, y otra dar trigo: el Pedro de hoy tiene a su mayor enemigo en el Pedro de ayer.

 

 

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