Pedro Pérez Castro: El privilegio de estar en Venezuela
“Vine a Venezuela. Tenía poderosas razones para hacerlo; era un luchador social en mi Patria, por más señas, sindicalista, enfrentado al castro-comunismo, en una batalla que perdí y que me costó 10 años tras las rejas de las ominosas cárceles castristas”.
Queridos amigos, no podía faltar una nueva crónica en esta fecha a la que considero una cita con la Historia porque gracias a la generosidad de Dios, que me ha permitido existir por muchos años, me encuentro hoy participando orgullosamente de un proceso inédito en los anales de América Latina y el Caribe, que me impele a hacerles llegar a ustedes, mis apreciaciones de esta jornada que quedará grabada en mi memoria hasta el último día de mi existencia.
Quiero mencionar mis últimos días en Cuba, cuando tomé la decisión de marchar al exilio y tuve la oportunidad de escoger entre viajar a E.E.U.U. o a Venezuela, eligiendo ésta última como destino junto a mi familia. Tenía poderosas razones para hacerlo; era un luchador social en mi Patria, por más señas, sindicalista, enfrentado al castro-comunismo, en una batalla que perdí y que me costó 10 años tras las rejas de las ominosas cárceles castristas.
Tomé la decisión porque conocía la historia de la tierra de Bolívar y lo que nuestro apóstol Martí pensó y escribió al estar en este país; también sabía de sus luchas sociales, de su sólido sindicalismo humanista cristiano, que era solidario con nuestro proyecto histórico político y porque aún no se había apagado en mí la pasión de luchar por Cuba y los trabajadores. Venezuela era un terreno fértil, con una democracia profundamente arraigada en su pueblo. Y así me realicé y pude insertarme dentro de la lucha social que me permitió recorrer el mundo y divulgar en los foros internacionales la verdad de Cuba, aunque no me fue fácil entre instituciones y personas que aun consideraban el mito cubano como el ideal de la justicia social y el paraíso socialista del Caribe. Ni por asomo soñé que iba a asistir a la descomunal debacle que estoy sufriendo en carne propia aunque tan temprano como en 1959, fui testigo de excepción de aquellas palabras del propio Fidel Castro, cuando dijo:– “Si tuviéramos las riquezas y el petróleo de Venezuela, dominaríamos la América Latina”. Y la historia lo ha demostrado con creces.
No es esta crónica para calificar hoy el sistema, régimen y gobierno que impera en Venezuela, y que todos conocen ya que es sencillamente un engendro del mal, y sus malas acciones ya lo han demostrado. Pero por encima de todo esto, se yergue un pueblo rebelde que a costa de la sangre derramada de sus hijos, se empina, como las más altas cumbres de Los Andes para enfrentar con singular arrojo y valentía, la tiranía de nuevo cuño que hoy como sea pretenden consolidar, la banda de forajidos que detentan el poder. (¡Por ahora!)
No soy un oráculo que pueda predecir con certeza lo que va a suceder en las próximas horas o en los próximos días pero sí puedo asegurar que a este bravo pueblo no lo arrodilla nadie, sabiendo que debemos contar con un sector famélicamente comprometido, que no va más allá del 15% de la población. Cuando lean esta crónica, ya estaremos en el ojo del huracán y si no sucede un milagro por una negociación justa y equitativa, la confrontación entre el gobierno y quienes lo adversamos, será de antología. Hoy la trampa está armada y la suerte está echada. Amanecerá y veremos.
Debo terminar elevando una oración a Dios, porque encontremos el camino de la paz perdida, de la justicia y la reconciliación.
Es por eso que en esta desigual contienda, tengo el maravilloso privilegio de vivir en Venezuela. A Dios gracias, junto a mis seres queridos. Nunca fue la noche más oscura que antes del amanecer.
Pedro Pérez Castro
Caracas 30 de julio de 2017