EleccionesÉtica y MoralPolítica

Iribarren: Pedro Sánchez, finalmente, ha dicho la verdad

La buena noticia es que ya sabemos sus objetivos y debemos defendernos en consecuencia. 

 

Pedro Sánchez por fin ha dicho la verdad. El proceso ha sido como un esparadrapo blanco que se humedece tanto por las segregaciones de la llaga subyacente, que la verdadera gravedad de la herida emerge con total claridad. Esta verdad ha sido expresada por el propio Pedro Sánchez en sus acuerdos de coalición, en sus acuerdos con todas las fuerzas nacionalistas minoritarias y en la sesión de investidura.

Sánchez es un caballo de Troya

Pedro Sánchez siempre ha sido un caballo de Troya o lo que se conoce en informática como un troyano, es decir, un programa informático que parece legítimo pero que en realidad tiene intenciones maliciosas. Un troyano implica un engaño, una finalidad maliciosa y que alguien víctima del engaño abra las puertas del objetivo. El troyano sabe explotar las vulnerabilidades del sistema y lo va colonizando, tal como ha hecho Sánchez con su partido y con parte del Estado.

Este sujeto es en sí mismo un artefacto para el engaño. Se ha presentado como un individuo socialdemócrata, primero ha colonizado al PSOE y luego ha usado sus siglas. Es un engaño porque la socialdemocracia siempre ha defendido la igualdad ante la ley, la justicia social y un Estado liberal fuerte, mientras que este artefacto viene diseñado para hacer todo lo contrario.  

En efecto, una vez dentro del sistema, Sánchez se ha entregado a la derecha supremacista más primaria, es decir, aquella minoría que defiende señas de identidad racial, superioridad cultural, fueros y privilegios propios del Antiguo Régimen. Ha pactado una amnistía que implica la desigualdad de los españoles, incluyendo la de los propios socialistas, y por la otra, ha pactado el vaciado del Estado liberal tanto de sus bienes como de sus atributos más básicos, incluyendo la separación de poderes. Una regresión. 

Mientras tanto, las víctimas del engaño – su parroquia electoral – rebozan de alegría al pensar en su aspecto físico, en su templanza y en su voz pausada de sacerdote progresista. Piensan ¡ha erigido un muro de contención para defendernos de la ultraderecha (VOX) y del franquismo inmortal (PP) que quieren arrebatarnos todos nuestros derechos sociales! Este grave problema sociológico ha dejado entrar al troyano en el parlamento. Es una masa radicalizada por la mentira y totalmente impermeable a la discusión crítica de las ideas. 

Tras el engaño surge la realidad. La intención maliciosa del artefacto es llevar a cabo un proyecto político según el cual España debe organizarse como una República plurinacional – no dicen si de naciones políticas o naciones étnicas – donde él sea hegemónico. El objetivo de este troyano es la mutilación de España como nación histórica, su negación como nación política, y la caída del Estado social y democrático de Derecho de 1978 cuya forma es la monarquía parlamentaria. Es totalitarismo. 

El peligro de las interpretaciones complacientes de la Constitución

El cambio de régimen debe hacerse, así lo deja entrever, sin consultar a quienes ostentamos la soberanía nacional, es decir, el pueblo español, y siguiendo la vía de la interpretación constitucional para evitar un procedimiento parlamentario de reforma de la Constitución que necesariamente debe ser negociado con partidos políticos que no permitirían esta deriva. El troyano sabe que no cuenta con la mayoría social necesaria para acometer la demolición del régimen por los medios establecidos en la Constitución de 1978. 

Para sortear este obstáculo insalvable el troyano podría contar con el Tribunal Constitucional. Los magistrados de origen socialista deben ser consientes de que una interpretación “flexible” que produzca una metamorfosis de facto de nuestro régimen político convertiría al Tribunal Constitucional en un órgano ilegítimo usurpador de la soberanía nacional.

Guardando las distancias, un ejemplo paradigmático del peligro que entrañan las interpretaciones constitucionaleselásticas es la sentencia número 17, de 19 de enero de 1999, de la Corte Suprema de Justicia de la República de Venezuela mediante la cual los magistrados hicieron una interpretación “progresista” del concepto de soberanía nacional alejada totalmente de la letra de la Constitución democrática de 1961. 

Esta sentencia fue el inicio de un proceso político que derrumbó las defensas de Troya. La Constitución acabó siendo derogada por medos distintos a los establecidos en ella misma. El resultado fue un cambio ilegal de régimen cuyas consecuencias materiales han sido el hambre, el exilio, la cárcel, los asesinatos políticos y la destrucción física de una nación hispana. 

Cómo defendernos 

Nadie puede claudicar. 

Los abogados tienen que definir estrategias para defender la Constitución del propio Tribunal Constitucional, de ser necesario. El Poder Judicial, los magistrados, los jueces, los fiscales, los abogados del Estado, tienen que resistir, actuar y hacer cumplir la Constitución. 

Los políticos de la oposición tienen que resistir, dirigir y presentar una alternativa para que esto no vuelva a ocurrir. Los ciudadanos tenemos que resistir, protestar y votar en contra. Los empresarios tienen que resistir y defender el régimen que les ha permitido prosperar. 

Es justo hacer un análisis de las vulnerabilidades explotadas por el troyano para convertirse en una amenaza para el sistema. Todos los miembros de la nación española tendríamos que plantearnos seriamente la forma de mejorar la tecnología democrática, los procedimientos, empezando por revisar el concepto de primarias que permite a una minoría radicalizada de activistas secuestrar un partido político como el PSOE, revisar la representación electoral exagerada de las minorías nacionalistas en el parlamento, actualizar las causas de ilegalización de partidos políticos que busquen la destrucción de la nación española, revisar la forma en que se relacionan los diputados con sus electores, revisar las funciones del Senado, revisar las competencias de las comunidades autónomas para evitar el saqueo y el expolio de bienes indivisibles del Estado en las negociaciones políticas, y limitar los cargos políticos en las instituciones. Muy importante, revisar la forma en que se nombran magistrados y se gobiernan los jueces para garantizar su idoneidad e independencia y evitar que comisarios políticos decidan sobre las actuaciones de su propio partido. 

 

Guillermo Iribarren Carrasco es un ciudadano español de origen venezolano.

 

Madrid, 19/11/2023

Botón volver arriba