Gente y SociedadOtros temasPsicologíaSalud

Pensamientos desagradables y su relación con el sueño

Ya sabemos que dormir poco hace que perdamos la capacidad de concentrarnos, incluso de poner atención. Obviamente, se disminuye la capacidad de estar alerta y de responder eficazmente a estímulos importantes. Dormir menos de siete horas hace que ganemos peso, en otras palabras, dormir poco engorda. Dos hormonas, la leptina y la grelina, regulan el apetito y se afectan, si no dormimos lo suficiente. El cortisol, que es la hormona del estrés, aumenta. Parece ser un círculo vicioso, dormimos poco porque estamos estresados, y con ello empeoramos la situación. Pero, hay más. Se ha investigado, y dormir poco hace que no seamos capaces de controlar pensamientos disruptivos desagradables.

Muchos estudios confirman que, para aprender, para presentar un examen con éxito, es fundamental dormir bien. La memoria no se fija si pasamos la noche despiertos estudiando. Es recomendable estudiar durante el día y reservar la noche para dormir. Muchos jóvenes estudian por la noche. Son los mismos que no van a obtener muy buenas calificaciones en los exámenes del día siguiente; en promedio, claro está.  A la gente se le olvida que estos estudios hablan de la regla, no de las excepciones.

 

De Elizabeth Burton

 

Dormir poco hace que pensamientos desagradables invadan la mente. Súbitamente, nos sentimos mal, deprimidos, bravos o angustiados. Si unos segundos más tarde buscamos entre los pensamientos, nos damos cuenta de que repasábamos experiencias dolorosas, vergonzosa o tristes, o, simplemente, nos sentimos odiando a diestra y siniestra. Incluso, puede ser que sin quererlo traemos a la memoria noticias espantosas que hemos leído o visto en los medios de comunicación. De cuántas noticias tenemos que defendernos, tipo la del perrito atropellado por un automóvil cuyo conductor no mostró piedad, la del niño violado y torturado por su padrastro, la de los alimentos contaminados que se repartieron en una escuelita, la de los robos de los corruptos. Se puede hacer una lista interminable de asuntos que tratamos de olvidar o, al menos, de poner a un lado para ser capaces de tener un día productivo, sin demasiada angustia. No es que sea bienvenida la indiferencia o la indolencia; pero el exceso de pensamientos sobre lo que no funciona tampoco resuelve esos problemas, y puede afectarnos, volvernos amargados, deprimirnos y valor ni esperanza.

Cuando llegan esas memorias o pensamientos a la cabeza, tratamos de sacarlos. Nos damos la orden de no pensar en ellos. Bueno… el problema es que si dormimos poco perdemos esa capacidad, o la fuerza que se necesita para controlarlos. Como maleza, nos invaden, nos atan y nos asfixian.

Las personas que sufren de desórdenes psiquiátricos, tales como depresión, estrés postraumático o esquizofrenia, son más susceptibles de sufrir un grado alto de pensamientos indeseados. En un estudio hecho en la Universidad de York se notó que la habilidad de poner a un lado o de suprimir estos pensamientos era doblemente difícil para quienes habían tenido insomnio que para quienes habían tenido una noche de sueño normal.

Surge entonces la pregunta: ¿Las canciones que se pegan y reverberan en la mente cuentan como pensamientos indeseados? Algunos estudios dicen que el trastorno obsesivo-compulsivo puede ser la causa de este fenómeno, que todos hemos experimentado en algún grado. He leído que repetimos canciones en la cabeza para distraer la mente de pensamientos que no deseamos tener (sin estudios), como si se tratara de mecanismo de defensa. Por tanto, la estrategia para anular el sonsonete que suena en nuestra mente tal vez sea intentar enfrentar lo que esquivamos; pero, surge otra pregunta: ¿cómo saber de qué otro pensamiento se trata?

 

 

Botón volver arriba