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Pero el loco es Milei

Ellos, que llevan décadas llamando a los demás fascistas

Que Javier Milei haga campaña con una motosierra que hace «raaantantantan» ofende a quienes se presentaron en la esfera pública con una guillotina. El secretario del Partido Comunista, diputado y exsecretario de Estado para la Agenda 2030, Enrique Santiago, que a estas horas debe de estar pidiendo las sales por la visita del presidente argentino, dijo que «si se dieran las condiciones», iría al Palacio de la Zarzuela como fueron al Palacio de Invierno cuando la Revolución Rusa. Este diputado y otros se quejan de que Milei hable tan despectivamente de «los zurdos», ellos que llevan décadas llamando a los demás fascistas. Los que por votar al PP señalaban al otro como a un facha, por ir a misa, por ir a los toros, por cazar, por correr el encierro, por comer carne, por creer en la cochina y alienante institución del matrimonio, por tener tres hijos y una furgoneta diesel. Los que por todo eso te catalogaban como un perfecto fascista ahora se escandalizan porque la generalización del término zurdo aplicado al que vota a la izquierda supone un ataque intolerable.

Se ríen de las teorías económicas de Milei los que sostenían que el límite en la proporción entre deuda pública y PIB era un constructo. Y los que pretenden que seamos un 15 o 20 por ciento menos de población en el mundo. Los que creen en un paraíso decrecentista en el que heredamos la ropa de nuestro primo muerto, que vivimos en aldeas, cultivamos nuestra huerta, vivimos del trueque, viajamos en carreta, que nuestros hijos, al fin, conocieran Nueva York por las postales y nuestros nietos nacieran con una esperanza de vida de 46 años a costa de cuidar del planeta. Los que defienden que un cachorro tiene más derechos que un feto con síndrome de Down. Esos dicen que el loco es Milei.

Los que dicen que el capitalismo mata. Esto es, que mata a propósito. Los adoradores de Maduro, de Castro, los defensores de Irán, los justificadores de las atrocidades de Hamás, Hizbollah, los hutíes y otras hierbas. Esos se alarman porque Milei es un villano. El propio Gobierno está que fuma en pipa porque insultó a España y porque, no habiéndolo recibido el Rey, la medalla de Ayuso incurre en una suerte de traición a la Corona. Yo creo que Milei no insultó a España, sino a Sánchez, pero el Gobierno mantiene excelentes relaciones con presidentes que nos pintaban como un país de esclavistas, colonialistas y maltratadores de indígenas.

Clama contra los gestos de Milei María Jesús Montero y contra sus formas, Óscar Puente, Greystoke del pedrismo. Gritan «¡Traición!» los que asientan el Gobierno en el respaldo de los independentistas catalanes que dejan a mi Españita como un país fascista poblado por bestias taradas. Los que pretenden mantenerse en el poder gracias a los que buscaron usar el poder de Putin contra España. Pero esos insultos no molestaron. La medalla de Madrid es un peligro para la democracia según los que pactaron con un movimiento político heredero de una banda terrorista que dejó 850 muertos y cientos de crímenes sin esclarecer. Pero el loco es Milei.

 

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