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Peronismo en riesgo

Miguel Angel Pichetto junto a Florencio Randazzo, Juan Manuel Abal Medina y referentes del peronismo Foto:Gentileza Parlamentario.com

Durante toda su trayectoria el peronismo ha sido una enorme experiencia adaptativa. Se adaptó al poder creando su partido y quebrando alianzas, se conoció en nuevo formato fuera del poder “resistiendo”, expandió su estilo sindical con Onganía, paseó por la Revolución, sufrió la persecución y desaparición de militantes, instauró el neoliberalismo en los 90, jugó al regreso a las bases con el kirchnerismo y otro poco a la militancia revolucionaria, y con su propia autodestrucción generó las condiciones de una experiencia nueva de centroderecha. Nada es solo una cosa, pero es probable que para el peronismo, bastante más que otros partidos, la rotación haya estado en su genética. Sin embargo, al tiempo actual de una necesidad renovada de cambio, parece no entender las condiciones sobre las cuales convertirse nuevamente en una alternativa aceptable para la ciudadanía. Nunca el peronismo estuvo en tanto riesgo de extinción.

Las imágenes que ofrece el justicialismo no van en sintonía con los días actuales. La experiencia Cambiemos crece sobre el uso de nuevas tradiciones, es decir sobre prácticas propias que van nutriendo de un perfil de partido cuya repetición sistemática y ordenada logra establecer una forma propia del hacer política y con la cual el peronismo no rivaliza, solo las denuncia. Pocos actos, pocos cantos y cortos del “Sí, se puede”, timbreos con rostros cálidos, redes sociales dirigidas, creatividad publicitaria innovadora, capacidad de corrección táctica y una determinación estratégica casi inmóvil. El peronismo contraataca con actos de unidad con olor a viejo. Actos grandes, discursos largos, Marcha Peronista y dedos en “V”. En tiempos en que debería exponerse a otra innovación y cambio, parece aferrado a lo que cree conocer.

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