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Petro, la propaganda rusa y la guerra en Ucrania

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¿Podría un reciente trino del presidente Petro dándole apoyo tácito a la invasión rusa de Ucrania generar un embrollo diplomático? La pregunta no es descabellada. Un examen atento de ese trino revela lagunas sociológicas y geopolíticas en el pensamiento del presidente, así como la ausencia de una política de Estado.

Vamos por partes. El trino de Petro del viernes 28 de octubre, en el que difunde un video de la propaganda rusa (originalmente puesto en línea por Russia Today, al parecer ha sido retirado.

No me detendré en los errores de redacción o de ortografía (algo frecuente en los trinos del presidente). Tan sólo en el contenido: nos presenta a un combatiente colombiano como a un “revolucionario”. Se siente cierta nostalgia del que otrora fuera guerrillero, es decir revolucionario. Armarse con un fusil para derrotar a una dictadura es un derecho perfectamente legítimo del ciudadano. Fue lo que hicieron las brigadas internacionales en España combatiendo a la dictadura franquista. Fue lo que hicieron los resistentes comunistas y gaullistas franceses combatiendo el nazismo. Fue también lo que hicieron Fidel y el «Che» en Cuba combatiendo a Batista, o lo que hicieron los sandinistas combatiendo a Somoza.

Pero nada de esto es lo que está haciendo el joven enrolado en el Ejército ruso. El presidente Petro no puede ignorar varias cosas: por un lado, el hecho de que existe un gran mercado de mercenarios en el mundo, y el hecho de que muchos colombianos sin oportunidades ven en esos ejércitos de mercenarios una forma de salir de problemas económicos.

Sobre lo primero, es bien conocida en Colombia la empresa Blackwater, que enroló a colombianos que fueron a dar a Irak, donde por lo demás, fueron abusadoscomo lo documentó la prensa colombiana en su momento. Tal vez el presidente Petro ignore que Putin también tiene su ejército de mercenarios, que estos son particularmente activos en África y Asia (estoy hablando del tenebroso escuadrón Wagner, formado por un tipo de filiación pronazi). Y para no ir a continentes tan lejanos, basta con mirar los recientes hechos de Haití: asesinato del presidente con la participación de un comando de mercenarios colombianos, hechos ampliamente investigados por la prensa colombiana e internacional y que aún son tema de investigación por parte de la justicia.

Por otra parte, el presidente Petro no puede ignorar que muchos jóvenes colombianos sin oportunidades ven en las guerras una forma de hacer dinero rápidamente, o al menos dejarles una herencia a sus familiares. Lo vi con mis propios ojos en España ya hace más de diez años: jóvenes migrantes pobres decidían enrolarse en el Ejército español para combatir en Irak. ¿Por qué lo hacían? No por amor a la democracia o a la libertad, sino por un problema más pequeño pero más acuciante para ellos: en primer lugar, necesitaban ser regularizados (ver esta página oficial destinada a ellos) y, en segundo lugar, sabían que si morían (el riesgo era grande), al menos algo (una compensación económica) le quedaría a su familia.

El presidente Petro parece ignorar que en todas las guerras actuales, los colombianos viajan por miles tratando de hacer parte de los escuadrones que serán premiados con una buena recompensa económica, en vida o póstuma. No son los bellos ideales los que los animan, sino el mero lucro o la necesidad. No son “revolucionarios”, son mercenarios. De hecho, en los ejércitos ucranianos están peleando actualmente muchos colombianos, y algunos han perecido en combate, como es el caso de Christian Márquez, expolicía nacional de 32 años, miembro de la Legión Internacional de Defensa Territorial y muerto en julio pasado.

Otra serie de preguntas se refiere a la forma como el presidente Petro entiende la guerra en Ucrania. Contrastan sus posiciones personales con la declaración oficial del Gobierno colombiano. Luego de la visita del secretario de Estado Anthony Blinken, el Gobierno firmó un comunicado conjunto de condena a la invasión rusa. Se lee en esa declaración: “Cualquier anexión del territorio de un Estado por parte de otro Estado como resultado de la amenaza o el uso de la fuerza es una violación de la Carta de las Naciones Unidas y el derecho internacional y no tiene efectos jurídicos en virtud del derecho internacional».

Sin embargo, este documento no va en la misma vía que las afirmaciones del presidente, ya sea las que expresa en Twitter o las que dice en ruedas de prensa. El enfoque de Petro sobre la invasión rusa a Ucrania parte de una premisa falsa. Él ha afirmado en varias ocasiones que la guerra es para acceder al gas, que es una guerra por los recursos mineros que destruyen el planeta. Ignora toda la geopolítica de Rusia con respecto a Ucrania; ignora las ambiciones imperialistas de Putin, la anexión de Crimea; ignora sobre todo que Ucrania no es un departamento de Rusia, sino un país tan soberano como cualquier otro (como Colombia, por ejemplo), así tenga estrechos vínculos históricos y una frontera común con Rusia. Ignora también que el costo mayor de esta guerra lo están pagando los europeos, y en particular Alemania, que dependía altamente de los recursos energéticos de Rusia.

¿Por qué el presidente tiene un enfoque tan limitado sobre Ucrania? Dos hechos lo explican. El primero es que lo que dice Petro sobre Rusia es lo mismo que dice Russia Today, la agencia de propaganda de Putin. De hecho, el trino de Petro que vengo comentando es un reenvío de una “información” de Russia Today. Tal vez por informarse por esa vía, y no contrastar con otras fuentes, el presidente Petro ignora que la prensa libre en Rusia ya no existe (Reporteros sin fronteras), que quien dé informaciones sobre la guerra es apresado, que los opositores a Putin son perseguidos y encarcelados, que desde 2012 Putin ha perseguido a 60 mil manifestantes. Tal vez ignore también que esta semana Putin prohibió cualquier forma de apoyo a la población Lgbt.

El segundo hecho que explica que Petro tenga esa visión angelical de Putin es su antimperialismo gringo. Como todos los hombres y mujeres politizados de su generación y situados en la izquierda del espectro político, Petro ha sido antimperialista, pues ha sido testigo de la injerencia de Estados Unidos en los países de América latina, desde el golpe a Allende con ayuda de la CIA, pasando por el bloqueo a Cuba o la invasión a Panamá.

El problema, para esta generación, es que se imaginan que otro imperialismo, y más si viene de la “antigua Urss”, es preferible. Hay un error de comprensión histórica acá, que omite entender que la Rusia de Putin no es la Urss, que la Urss no fue una democracia comunista, sino un régimen totalitario y, sobre todo, que es preciso analizar la situación específica antes de tomar partido. Esto precisamente es lo que se esfuerzan en hacer analistas de izquierda, críticos anticapitalistas, muy conocedores del contexto particular ucraniano/ruso, cuando le escriben a la izquierda antimperialista y le piden que dejen de justificar la invasión.

Colombia hace hoy parte de la Otan (tras una decisión medio absurda y que no fue discutida en el país, como tantos temas importantes sobre los que la deliberación es nula o baja). Colombia tiene una agenda con Estados Unidos (de la que hace parte la ayuda militar, helicópteros gringos recién llegados de Afganistán para ayudar a “cuidar la Amazonía”). En suma, Colombia está más inserta de lo que se cree en el sistema de relaciones internacionales, pues nuestra inserción en el mundo no se limita al tema de las drogas.

La política exterior de Colombia con respecto a la guerra que se libra en territorio ucraniano debe ser analizada y discutida de forma más responsable que mediante trinos generados por la agencia de propaganda de Putin. Colombia merece una política exterior seria.

 

 

 

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