Petro quiere incendiar a Colombia e impedir el trabajo del presidente Duque
A Gustavo Petro se le salió el guerrillero. Por lo visto, las intenciones pacifistas que esgrimió en los años de gobierno de Juan Manuel Santos le duraron poco. Hoy es claro que, con sus discursos violentos, quiere incendiar a Colombia.
Petro está dedicado a hacer toda clase de convocatorias a paros estudiantiles, paros indígenas, de afrocolombianos, de centrales obreras, de FECODE, de cuanto grupo se le ocurre y ve que puede manipular y usar a su favor.
Así pretende lograr su máximo objetivo, impedir la gobernabilidad Iván Duque, paralizar el país, prender la mecha de la confrontación, al mejor estilo guerrillero.
Lo peor es que las manifestaciones estudiantiles, que habían comenzado ordenadas y sensatas, se han ido convirtiendo en fogonazos de furia irracional y destructora.
Jóvenes encapuchados arrojan bombas incendiarias contra la policía, destruyen buses, insultan y agreden a transeúntes que nada tienen que ver con su protesta, bloquean la movilidad de miles de ciudadanos que se ven obligados a caminar por horas para retornar a sus hogares, después de cumplir con su jornada laboral.
Sabrá Dios si estos encapuchados son estudiantes, o son hampones contratados o adoctrinados por fuerzas oscuras para crear el caos.
Creo que Petro arengará a los estudiantes, a los indígenas, a los afrocolombianos, hasta que suceda una tragedia. Hasta que haya un muerto, algún joven revolucionario, romántico, iluso. Algún indígena, que en un momento de desconcierto resulte muerto, algún niño o anciano que resulte atropellado en una manifestación, y así se convierta en “la víctima” que busca. Un “mártir” que prenda la mecha. Viejo truco de la izquierda, muy usado y efectivo.
Petro no solo incendia con sus arengas llamando a bloquear las calles. El ex guerrillero incendia también con sus constantes mentiras contra cualquiera que no pertenezca a su grupo o se le oponga.
Constantemente le hemos oído toda clase de acusaciones, hasta contra quien eran, hasta hace poco, uno de sus mejores amigos, Juan Manuel Santos, a quien hoy llama traidor, cínico y mentiroso.
De sus mentiras y truculentos entuertos no escapa nadie. Aunque bien sabemos se ensaña contra los que más teme. Todo el que no sea su seguidor cae en la red de sus enredos y la de los columnistas que lo acompañan detrás del biombo. (¡Adivinen quienes!).
¿Por qué Petro no arengó para hacer todos estos paros durante el gobierno de Santos? ¿Acaso los problemas que denuncian hoy los estudiantes, los maestros, los indígenas, los afrocolombianos, ocurrieron durante los primeros 100 días de gobierno de Iván Duque?
¡No, absolutamente no! Estos problemas vienen del gobierno anterior y bien lo sabe Petro. Pero a él le convenía dejar a Santos hacer su juego izquierdista. Él sabía, muy bien, cuanto le encajaba la entrega del país a la izquierda, las concesiones a las Farc, la desmoralización y la corrupción que se vivía.
Cínicamente Petro asegura que respaldó a Santos porque consideró que lograría la paz. ¿Entonces, qué hace hoy creando conflictos? ¿Por qué mejor no apoya el dialogo? ¿Por qué no propone soluciones razonables en vez de estar citando a paros arrebatados? ¿Qué pasó con su amor por la paz?
A Petro se le salió el guerrillero y queda claro, busca incendiar al país y no cejará en su intento de destruir la paz en las calles de las ciudades colombianas.