Podemos: honestidad variable
Podemos ha encontrado una senda que transitará hasta el final, obviando que forma parte del Gobierno de la nación: la del ataque permanente a la Corona por el comportamiento de Don Juan Carlos. Bajo ese argumentario viene basando su invectiva contra el régimen del 78. El problema es que el partido liderado por Pablo Iglesias no está ni mucho menos libre de pecado.
Por ello, resulta paradójica -y muy significativa- la campaña de los populistas contra el Emérito después de que trascendiera que estaba dispuesto a regularizar con el fisco los fondos percibidos como donaciones del empresario Allen Sanginés-Krause.
Campaña republicana
Fue esta filtración manipulada, conocida el mismo día de la Constitución, la que sirvió a Podemos para orquestar toda una campaña republicana. Al portavoz de la formación, Pablo Echenique le faltó tiempo para interpretar el asunto como una «confesión» del anterior Jefe del Estado. Huelga decir que dicha regularización aún no se ha consumado.
Lo que los populistas parecen olvidar es que la regularización que sopesa el Emérito es muy parecida a la que en su día realizó Juan Carlos Monedero, una operación que fue defendida por la cúpula del partido como el paradigma del buen hacer o, en palabras de Pablo Iglesias, «un ejemplo de honestidad». En el caso de Monedero se trataba de la declaración complementaria ante el Fisco para normalizar el montante de 425.000 euros recibidos por la asesoría de gobiernos latinoamericanos.
Pena de hemeroteca
La pena de hemeroteca es, pues, especialmente dura para Podemos. De exigir la máxima ejemplaridad de la clase política llegaron al extremo de poder «elegir los tiempos» (Echenique dixit) con los que dar explicaciones sobre su patrimonio. Es decir, que practican la doble moral con una facilidad pasmosa y cualquier sombra de duda sobre sus cuentas son atribuidas a elementos difusos: las cloacas del Estado, la derecha y venganzas oscuras en las que se amparan para eludir explicaciones.
En el fondo, esta honestidad variable de Podemos revela que ni vinieron a regenerar la política ni son más puros que el resto de formaciones. La hipocresía sí que parece cotizar al alza mientras, para justificarse ante sus bases, agitan un republicanismo muy particular, laxo con sus irregularidades e implacables con las de los Borbones.
Otra contradicción que cabalgar…