Poderes y debilidades de Putin
Un hombre desesperado en esta situación es un peligro para todos
En estos momentos, Vladímir Putin es el hombre más poderoso del planeta y el más amenazado. Así de complicadas están las cosas por su culpa, por lo que no puede quejarse. Digo que es el más poderoso porque es el que tiene mayor número de megatones nucleares. Y le considero el más amenazado porque ha tenido la mala suerte de estar enfrentado no solo a sus enemigos de siempre sino también a quienes eran sus amigos e incluso aliados. Claro que no se trata solo de mala fortuna, sino también de falsos cálculos como debe de estar lamentando, poniendo en peligro el planeta, que no teniendo bastante con la crisis climática y los últimos coletazos del covid, le cae encima este peligro nuclear que amenaza a todos.
Creo que a estas alturas incluso los defensores de Putin están de acuerdo en que todo empezó con lo que llamó ejercicios militares en el Donbass, la región este de Ucrania lindante con Rusia, cuando era una invasión a lo bestia, con columnas kilométricas de tanques y Kiev como objetivo, donde instalar un gobierno títere. Se trataba de completar la anexión de Crimea, en 2014, y tampoco hay ser malpensado para imaginar la de la entera Ucrania, preludio tal vez de recuperar la media Europa que el tocó al Kremlin en el reparto de la II Guerra Mundial. En cualquier caso aquello se hundió ante la fiera defensa de los ucranianos, que se hallan en plena ofensiva para recuperar su territorio. Algo que nadie puede reprocharles, pero que plantea un dilema peliagudo: dada la diferencia en tamaño, recurso, potencial humano y bélico de ambos contendientes, la posibilidad de una derrota rusa es inimaginable.
Si se le une que el Grupo Wagner, compuesto por soldados de fortuna y mandado por un amigo de Putin, se rebeló contra él y a punto estuvo de tomar Moscú, parece el momento ideal de dar el golpe definitivo. Hay, sin embargo, quien prefiere el «a enemigo que huye, puente de plata», si no se le deja alternativa. Con las armas nucleares a mano. Un hombre desesperado en tal situación es un peligro para todos. Aunque dejarle ir de rositas, tampoco. Tiene que pagar el mucho mal que hizo.