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Poemas para la vida: ‘Oda a mi hermana’, de Sharon Olds

Sharon Olds (San Francisco, 1942) es una de las voces más destacadas de la poesía estadounidense contemporánea. Libre y muy personal, accesible y directa, precisa y versátil, su obra aborda temas cotidianos basculando entre el amor, el erotismo, las inquietudes, los afectos y, en definitiva, todo aquello que a la condición humana atañe.

De su libro Odas rescatamos esta Oda a mi hermana, una incondicional declaración de admiración y entrega:

 

Sé por qué dicen que el corazón está en

el corazón. Cuando piensas en la gente que quieres,

justo ahí se calienta. Quiero dar las gracias

a mi hermana por quererme, es quien me enseñó a querer.

No sé qué es lo que amaba de mí,

además de mi amor por ella  -quizá

es que era una copia suya, la mitad,

después tres cuartos, finalmente entera-. En las

fotografías, se la puede ver

con un ojo puesto en mí, yo era un poco salvaje

y decía tonterías, y ella soltaba una carcajada seria

de las suyas. Mi hermana sabía cosas,

a veces lo sabía todo,

como si hubiera nacido sabiendo. Y yo

no sabía nada, mi asombro venía

conmigo a donde quiera que fuese,

como si lo llevara en un cinturón de herramientas,

no entendía casi nada y me encantaba predicir, y me encantaba ir al

jardín y bailar con las flores, que bailaban

conmigo sin apenas mover sus piernas

verdes, como si hubiera una cajita de música

en mi cabeza. Y era mala,

pero no creo que mi hermana pensara que era mala

de verdad, era un poco como su pequeña

compañera, ni que necesitara

mi maldad para crear su bondad. Y era

preciosa, con una belleza moral, se deslizaba

por el pasillo como una reina

en una lancha en el Nilo, tenía el pelo negro y liso

y lo movía como una cascada oscura, como

si fuera sólo una cosa, como una falda de seda negra.

Era la humana. Yo aspiraba a ser ella.

Y ella se quedaba entre dios y yo.

Y su pelo era como el ala

de la noche, y en mi sueño lo sostenía

por encima de mí y me escondía. Por supuesto,

al llegar el día, si el dios te quería para algo,

ella te acogía. Creo que el dios hubiera sabido cómo

quitarme los rizos de la cabeza,

ella lo hubiera hecho. Y creo que no había nada que mi

hermana

me hubiera quitado. ¿Por qué

lo haría si tenía todo?

En nuestra habitación controlaba la puerta,

cerrada o abierta, y la luz,

apagada o encendida. Y si me hubiera

pasado algo, creo que mi hermana

no hubiera sabido quien era ella misma, pues yo era casi

tan esencial para ella como ella para mí.

Si le hubiera pasado algo a ella,

creo que no estaría viva hoy

y nadie me recordaría,

como si no hubiera existido.

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EL ORIGINAL INGLÉS:

 

Ode to My Sister

I know why they say the heart is in

the heart. When you think about people you love,

you get warm there. I want to thank

my sister for loving me, which taught me

to love. I’m not sure what she loved in me,

besides my love for her — maybe

that I was a copy of her, half-size —

then three-quarters, then size. In the snapshots, you see her

keeping an eye on me, I was a little wild

and I said silly things, and she would laugh her serious

laugh. My sister knew things,

sometimes she knew everything,

as if she’d been born knowing. And I

so did not know — my wonder went

along with me wherever we’d go,

as if I had it on a tool belt —

I understood almost nothing, and I

loved pertinding, and I loved to go into the

garden and dance with the flowers, which danced

with me without hardly moving their green

legs, I was like a music box

dropped on my head. And I was bad —

but I don’t think my sister thought I was actually

bad, I was her somewhat smaller

littermate — nor did she need

my badness to establish her goodness. And she

was beautiful, with a moral beauty, she would

glide by, in the hall, like a queen

on a barge on the Nile, she had straight black hair

that moved like a black waterfall, as

one thing, like a black silk skirt.

She was the human. I aspired to her.

And she stood     between     the god     and me.

And her hair (pertind) was like a wing

of night, and in my dreams she could hold it

over me, and hide me. Of course,

by day, if the god wanted you for something,

she took you. I think if the god had known how to

take my curly hair from my head,

she would have. And I think there was nothing my sister

wanted to take from me. Why would

she want to, she had everything —

in our room she had control of the door,

closed, or open, and the light switch,

dark, or bright. And if anything

had happened to me, I think my sister

would not have known who she was, I was almost

essential to her, as she to me.

If anything had happened to her,

I think I would not be alive today,

and no one would remember me,

as if I had not lived.

 

 

 

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