¿Por qué algunos países se estrellan?
¿Por qué ante condiciones semejantes en unos lugares, como Nogales en México y EE UU, hay pobreza y en otros lo que más se aproxima al concepto de bienestar?
El título de esta fantástica obra de –Why Nations Fail– es ambicioso pero el libro, en sus más de 500 páginas, es serio y motivador. Arranca con algunas preguntas sobre Nogales, para “entrar en materia”. Cortada en dos por la frontera entre Estados Unidos y México, en su lado norte, Nogales se encuentra en Arizona y es una ciudad próspera, tiene un sistema de salud que funciona y los índices de criminalidad son manejables. Al sur de la frontera -el Nogales en Sonora, México- es todo lo contrario: pobreza, altos índices de mortalidad infantil, inseguridad ciudadana y otros males.
Me obsequió el libro uno de sus dos autores (el cientista político británico James Robinson; el otro, Daron Acemoglu, economista turco-estadounidense) hace un tiempo y la verdad que su dimensión me retrajo de “meterle el diente”. Lo hice hace algunas semanas y quedé fascinado por la forma inteligente en que se aborda problemáticas complejas y relativiza respuestas simplistas usuales. Cualquier respuesta facilista para explicar la pobreza y la falta de bienestar, acaba siendo tautológica y nos remite, en el análisis, a lo que es la esencia de la interrogante del libro: ¿Por qué ante condiciones semejantes en unos lugares hay pobreza y en otros lo que más se aproxima al concepto de bienestar?
Desmenuzando ejemplos y situaciones, a lo largo de un recorrido histórico en el que se tocan situaciones que van desde Perú/Bolivia a EE UU, Europa, Asia, África o el Medio Oriente, el análisis muestra que no hay determinantes en factores como los recursos naturales disponibles o las características étnicas de la población. Tampoco caen en el simplismo de explicar todo por generalidades sobre políticas económicas determinadas o interpretaciones ideologizadas. La clave la ponen en una disyuntiva medular: construir instituciones políticas y economías inclusivas contra instituciones políticas excluyentes y lo que llaman “extractivismo”.
No dan todas las respuestas, por cierto, y dejan planteadas varias preguntas. Pero con base en un amplio análisis histórico apuntan a que la clave del éxito –o el fracaso- está, primero, en la existencia o no de una institucionalidad. Y, segundo, en la naturaleza inclusiva o excluyente de esa institucionalidad.
Dentro de todas las situaciones que analizan, es particularmente contundente el análisis comparativo de cómo se organizaron luego de la independencia sociedades como las de México o Perú en comparación a la de Estados Unidos y por qué mientras este se desarrollaba, México y Perú sucumbían ante el caudillismo, autoritarismo y la corrupción. ¿Cómo entender, por ejemplo, que al imperio azteca o incaico le sucedieran sociedades con tremendas desigualdades, feudalizadas y una extendida pobreza? O, que a las llanuras con “pieles rojas” en carpas elementales le sucediera una sociedad –la estadounidense- que empató –y superó- a la revolución industrial de Gran Bretaña.
La clave la sitúan en la disyuntiva institucionalidad/carencia de institucionalidad. Así, mientras la mita o la encomienda se imponía en los Andes o, posteriormente, la independencia generaba una sucesión de militarismos corruptos y autoritarios, en el país del norte una institucionalizada emergente repartía más el poder y generaba el esbozo de pesos y contrapesos de lo que sería después una democracia.
El libro tiene carencias; silencio, por ejemplo, frente al exterminio de los pueblos indígenas en lo que es hoy territorio estadounidense. Gente brillante como Fukuyama o Jeffrey Sachs han cuestionado alguna de las tesis de Acemoglu/Robinson. Pero nada de esto le quita su gran utilidad y la conveniencia de leerlo para hacernos algunas preguntas de cuya adecuada respuesta depende hoy el futuro de muchas sociedades.