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¿Por qué con Trump el Partido Republicano está más muerto que vivo?

Mezclar personalismos autoritarios y formaciones políticas ahuecadas no aventura nada bueno para cualquier democracia

La inevitable nominación presidencial de Donald Trump debe interpretarse no solamente como el triunfo de la ansiedad sobre la experiencia sino como un fracaso letal para el Partido Republicano de EE.UU. Mezclar personalismos autoritarios y formaciones políticas ahuecadas no aventura nada bueno para cualquier democracia, empezando por la referencia americana.

La esquela de los republicanos debería recordar que un día fueron conocidos como el Grand Old Party (GOP), por su papel decisivo en la política de EEUU. Las necrológicas tendrían que explicar que el agonizante partido fue resultado de la «nueva política» americana a mediados del siglo XIX. En 1854, una coalición de grupos opositores a la esclavitud cuestionó el bipartidismo entonces formado por el Partido Demócrata y el Partido Whig.

Aunque ni tan si quiera en sus orígenes, el Partido Republicano fue una formación monotemática. Su programa apelaba a amplios sectores del electorado. Desde el mundo de los negocios interesado en las promesas de construir un ferrocarril transcontinental y elevar barreras proteccionistas. Hasta el sector agrícola interesado en la distribución gratuita de tierras propiedad del gobierno federal.

Con su transversalidad, el éxito del Partido Republicano tiene muy pocos precedentes en la marginal historia americana de terceras formaciones políticas. Al segundo intento, los republicanos lograron la elección de Abraham Lincoln como presidente. Una victoria seguida de una terrible Guerra Civil, que al saldarse con la derrota de los secesionistas otorgará a los republicanos décadas de control político en Washington. Hasta perder la iniciativa con Franklin Delano Roosevelt en los años treinta para volver a recuperarla con Ronald Reagan en los ochenta.

A la vista de los resultados en Iowa y New Hampshire, todo el mundo parece consolarse: que si Donald es el candidato preferido de Joe, que si Nikki va a seguir hasta el final por si acaso, que si hay un 35% de republicanos que nunca votarán a Trump… Pero la realidad es que el Partido Republicano empieza a tener más historia que futuro y cada vez mayor responsabilidad en el declive de la democracia americana.

 

 

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