MIAMI/Hay movimientos allá arriba. Poco más de una docena de altos funcionarios han sido destituidos de sus puestos en lo que va de año. En la lista predominan cuadros del partido y gobernadores de La Habana, Santiago de Cuba, Matanzas, Holguín, Las Tunas y Cienfuegos.
Aunque cambiar dirigentes es algo habitual, el volumen de cuadros caídos recientemente sugiere un proceso causal. Así que la razón podría estar en que algo común a todos ellos molestó a la cúpula militar que decide en el país. Y teniendo en cuenta que los móviles de esa élite son el dinero y el poder para ganar más dinero, hay indicios de a qué intereses pudieron estorbar los defenestrados.
El proceso económico más importante ocurrido en Cuba recientemente fue la formalización de la pequeña empresa, ya sea privada o estatal, aunque predominan las primeras.
Esa apertura, de cara a la economía interna, redujo la centralización económica. Desde su legalización en 2021, las pymes privadas han hecho numerosos contratos con instancias estatales, que van desde la compra de materiales y medios, arrendamientos y entrega de locales, prestación de servicios, entre otros. A esto se suma la formalización de muchas de estas alianzas bajo el manto legal de los Proyectos de Desarrollo Local (PDL). Todo ello ocurre como cooperación, negocio y alianza público-privada, donde lo “público” lo componen, en buena medida, los Gobiernos y autoridades del Partido provinciales.
Las ‘pymes’ se fortalecieron como actores económicos y alcanzaron mayor peso estratégico dentro del funcionamiento de la vida local
Así, se potenció la creación de riquezas, financiamientos, incluso recaudación de divisas, dígase flujos económicos entre privados y estatales, sin tener que contar necesariamente con la máxima dirección del país, menos con el empresariado militar. Como resultado, las pymes se fortalecieron como actores económicos y alcanzaron mayor peso estratégico dentro del funcionamiento de la vida local, a la par que los gobernadores y algunos cuadros del Partido ganaron en liderazgo y relevancia (en otros términos, poder). Más de un gobernador pudo parecer un empresario exitoso en fechas recientes: gestionando negocios con los dueños de pymes.
Es por eso que la apertura a estos negocios, en interacción con los poderes locales, trajo la descentralización de la toma de decisiones sobre recursos del Estado, creando, además, nuevos espacios de poder a nivel local, es decir, descentralización económica.
Pero los nuevos feudos de carácter provincial no se plantean cambiar el sistema. Y los casos de corrupción que han salido a la luz pública, entre los que destacan, por su alta concentración, los de La Habana, no son obstáculo en sí mismo para un régimen que fomenta semejante práctica como modo de supervivencia individual.
El problema para la élite militar radica en que el sistema tiene sentido si son sólo ellos los que se encuentran a la cabeza, y no se sienten amenazados. Y el sector privado será gente de confianza, gente controlada, pero no por eso los van a dejar que se enriquezcan sin autorización más rápido que el propio empresariado militar. Y los cuadros serán sus cuadros, pero no pueden alcanzar demasiado protagonismo.
Al mismo tiempo, la filosofía del poder en Cuba implica que toda descentralización es enemiga, porque viene acompañada de concentrar poder en otros, de ceder el poder de decisión, por tanto, de dar margen a otros para actuar sin que la élite lo controle. La autonomía ajena es una amenaza para los autoritarios.
Por tanto, estos movimientos de cuadros locales sugieren un flanco de una contrarreforma económica. De hecho, aunque no es exacto, los cuadros destituidos coinciden con parte de las provincias donde mayor impacto ha tenido la apertura al sector privado y a los PDL.
A diferencia de otras contrarreformas y purgas supuestamente enfocadas en la corrupción, esta vez la cúpula no puede destruir lo que la amenaza
Sin embargo, a diferencia de otras contrarreformas y purgas supuestamente enfocadas en la corrupción, esta vez la cúpula no puede destruir lo que la amenaza.
El sector privado, a pesar de todo, funciona de manera eficiente y eficaz. De cara a la economía interna, es una fuente indispensable de bienes y servicios a la ciudadanía, dándole algo de impulso a la decadente vida en la Isla. Así que no lo pueden aniquilar.
En su lugar, a través de los poderes del Estado, los militares pueden ponerle límites a los privados, controlarlos para que no desplace el centro de gravedad del poder, y aprovechar sus resultados. Para ello, hacen falta los cuadros locales de más confianza, que destaquen menos y no tengan tantos proyectos propios. Los cuadros con ambiciones propias siempre son un peligro. Por eso se cambian, si hay que cambiarlos.